En esta edición:
Crónicas de vendimia
Las caras de la vendimia
La viña del piloto
El Palacio blanco
Un día en Gomaríz
Sobre las ruedas de Dona Branca
En Lacima del Bibei
En las Tierras de Luna
Finca Míllara: la vendimia de los sueños
Exitoso Taller Pedini di Cucina e Vini Italiani
Próximas rutas de vino
Madrid de rosa salmón
La Nariz del vino en San Juan
Vinos y Bodegas en Argentina
Valduero una cepa
Cvne barrica
Nadal 1510 botrytis noble
Francis Ford Coppola y los Vinos de Alicante
Terras Gauda patenta levadura de albariño
Lavinia, espacio gastronómico
Tartine, nuevo sabor de Daniel Vasse
Robuchon en Mónaco
California exige calorías
DO Navarra de cumpleaños
Master de viticultura, enología y marketing de vino
Cónclaves de sumilleres
Premio Cándido a Arzak
Gastronomía aragonesa en China
Pronto Rigoletto
Degustación Cavas Hill
La vendimia en el noroeste atlántico español
Crónicas de vendimia
Finca Míllara
DO Ribeira Sacra
Bañado por un rasgo climático singular y propicio a la finura, condicionado además por una historia patrimonio humano universal, el noroeste peninsular español acapara la atención de la industria del vino. La renovada tradición de centurias de quehacer vinícola se ve reflejada en una nueva estirpe profética de vinos que se van haciendo notar con más fuerza, tanta, que la crítica empieza a señalizarlos con luces de neón, apuntando promisoriamente a este territorio como una de las zonas a las que ir poniendo en la mirilla, porque a pesar de la frescura de sus vinos, esos aires de renovación silenciosa que han escoltado a la región por los últimos años amenazan con hacerla estallar como una de las zonas de vinos más “hot” de la peninsula ibérica.
No son, pues, de extrañar los 98 puntos que Wine Advocate le confirió a El Pecado que el inquieto Raúl Pérez elabora en la Ribeira Sacra, que el Wall Street Journal vaya tras la búsqueda de la godello, como tampoco que en la edición 2009 de su Guía, el controvertible Peñín destaque la atención que hay que prestarle al noroeste atlántico. Las puntuaciones en y fuera de España son cada vez más elevadas y alcanzan a un mayor número de sus vinos. Ya declaraba a Divinidades hace pocos meses Alvaro Palacios que en Galicia y el Bierzo hay vinos que superan a los borgoñas más excelsos y que la mejor aportación del territorio era la de abrir nuevos surcos en la atmósfera del vino español, con una nueva personalidad en vinos, más delicada y en contraste con la potencia, concentración y recio carácter que distingue a otras regiones.
La proximidad atlántica confiere a los vinos noroccidentales un carácter fresco y, amalgamada a la diversidad de suelos, a sus pecularidades microclimáticas, la diversidad de altitudes, de exposiciones al sol, y a la ventaja competitiva de su enorme riqueza varietal, convierte a la franja que va desde Asturias al norte de Portugal en un destino vitivinícola sin parangón, un conjunto de vinos con trazos muy demarcados conforme el territorio específico que les da vida, un perfil de propuestas para entendidos.
Pero esta orquesta de elementos no sería sinfonía sin manos que los cincelen y lustren como estrellas que se destacan, pero también que sientan pauta. Esto es posible gracias a un conjunto de profesionales visionarios del potencial de la zona, que con su apuesta por ella han ido dibujando un nuevo rostro para la región.
Las caras de la vendimia
El clima juguetón hizo preocupantes travesuras en la vendimia 2008 en varias de las denominaciones del noroeste atlántico. Un verano con poco sol ralentizó las maduraciones que se vieron más favorecidas en septiembre con un clima veraniego y buenas amplitudes térmicas entre día y noche, puente para la vendimia. Esto conllevó casi una cosecha tardía, un retraso en las fechas de recogida en muchas zonas, en algunas hasta unas dos semanas con respecto a años anteriores. Cual embarazadas aguardando impacientes el momento impredecible de dar a luz, entre septiembre y octubre a muchas viñas del noroeste hubo que perseguirlas con atención y angustia, pero, sobre todo, con plegarias porque no llegase el frío o no afectase la lluvia y pudiera asegurarse la poca uva que prácticamente fue norma en denominaciones como Rías Baixas, Ribeira Sacra, Valdeorras, Monterrei, Ribeiro y el Bierzo.
Recorrieron las viñas y mordieron las vides para saber si las pieles de las bayas habían engrosado para estar en su punto justo de madurez. Tomaron las uvas y las diseccionaron en la palma de la mano para extraer las pepitas y masticarlas con el mismo fin. Miraron escrupulosamente las hojas para discernir cuál cepa concreta era, entre racimos muy parecidos en zonas donde convive más de un vidueño. Aplicaron sulforoso para proteger las vides de contratiempos ocasionados por la humedad, y algunos entre aquéllos que se decantan por tratamientos naturales prefirieron no arriesgarse y recolectar lo casi listo. Y en el proceso de espera nunca perdieron pasión ni ilusión ni seguridad. Los amos de estos vinos atlánticos tienen total certeza sobre aquello a lo que aspiran.
Qué hacen, cómo sienten, qué les motiva y cómo sufren una etapa transcendental como la vendimia, en que entregan el todo pero nunca claudican en su ilusión Ése es el corazón de esta edición de Divinidades. Porque, por encima de todo, esos vinos que consolidan al noroeste atlántico son producto de gente en quien ha prevalecido prioritariamente y con sentido de urgencia, la ilusión. Unos con los pies más afincados en tierra que otros, pero todos inmersos en un campo minado de sueños, están convencidos de la posibilidad de hacer real su visión. Son vinos de soñadores que desearon compartirlos transformados en botella, una que refleja la esencia de su espíritu y su pasión por el vino.
Rafa Palacios, Alejandro Luna, Xosé Lois Sebio, Fernando González, Roberto Mosteiro, María Eugenia Medina, David Bustos, Laura Lorenzo o Fernando de Santiago son un espejo que refleja a muchos otros rostros de esta vendimia noroccidental, soñadores con quienes vivir la cosecha del 2008 en directo. Personajes que buscan vinos con personalidad, que reflejen toda su pasión, bien gestada en la viña y luego exprimida en bodega para, en el proceso, descubrir y aprender un poco de cómo se hace y se vive el vino. Gente con alma, que sabe inyectársela al vino.
Blancos y tintos como los de Viña Somoza, Bodegas Rafael Palacios, Coto de Gomaríz, Luna Beberide, Dominio do Bibei, Finca Míllara, Alan de Val, Sampayolo, Ladeira da Mata, Señorío de Roblido, Manuel Mayo o Adega O Cepado, una muestra variopinta del Bierzo, Valdeorras, el Ribeiro y la Ribeira Sacra, pero ejemplar del espíritu y pasión que guían al vino del noroeste atlántico español.
La viña del piloto
“La gente de antes decía que cuando creías que había mucha uva había más, y cuando pensabas que había poca, había menos. Y así ha sido. Poca uva, pero muy buena, en esta cosecha. Anoche terminamos de entrar uva, antes de lo previsto”, anunció ecuánime Fernando González, a nuestro encuentro en A Rúa. “Pero hay trabajo que hacer en bodega”.
Lo de la poca uva es, como para otros, casi un conato de tragedia, pues a los blancos godellos de Viña Somoza los demandan cada día por más partes y hay que ingeniárselas para ver cómo se aterriza vino en todas. Justo pedidos importantes en nuevos mercados y ahora el reto de menos uva en Valdeorras, quizás la más oriental de las denominaciones de origen gallegas.
Viña Somoza ubica casi en su centro. La valdeorresa se enclava en valles no muy amplios, de pendientes poco pronunciadas, pero muchas a gran altitud, suelos pizarrosos y graníticos que impactan su mineralidad, y su clima es mediterráneo con influencia atlántica, de inviernos fríos, veranos cálidos, suaves otoños y primaveras. Para Fernando, un refugio, entre vuelo y vuelo en tanto que piloto de Iberia.
“Estudié enología en Madrid, entre vuelos, casi como hobby. Así empezó también la bodega en 1988, en los bajos de mi casa. Luego, amigos del sector como el chef Pedro Larumbe empezaron a probar el vino y les gustó tanto que me sugirieron elaborarlo seriamente con fines comerciales”.
Su inspiración, la godello, una cepa casi en extinción hasta que tomaron mano de ella otros visionarios como Pepe Hidalgo o Joaquín Rebolledo, y hoy es protagonista de Valdeorras y de la nueva generación de blancos de alta gama en España. Una uva que madura pronto, y así es siempre una de las primeras en hacerlo en Galicia, aunque en esta cosecha lo hizo más tarde que en años previos. La godello no produce vinos con gran aromaticidad, pero sí con gran volumen en boca, cremosidad, profundidad, excelente acidez, notas minerales y buena capacidad de aguante en botella. Son austeros en su juventud, abriéndose con el tiempo. Como variedad noble permite realizar sobremaduraciones, trabajos en lías y maderas, como comienzan a proliferar en la denominación. Su viticultura se ha adaptado a las particularidades de la zona que combina suelo, altitud, orientación al sol y condiciones climáticas.
“Godello han plantado en Rueda y Jerez, pero incluso cerca, en el Bierzo, no da los mismos vinos que da en Valdeorras”. Para saber cuando toca la recogida se recoge baya, unos se guían por el instintivo paladar y otros la exprimen en el refractómetro para obtener el grado Baumé, el del azúcar, y el grado alcohólico, 14,3 en baya las de Viña Somoza. “Lo importante es que la uva alcance una buena graduación”. Reto este año pues en muchos lugares éstas no lo han hecho y en otras la han sobrepasado.
El piloto de la viña nos ha guardado un racimo de godello para analizarlo, constatar el reducido tamaño de su baya, compararlo con el de la garnacha tintorera, y degustar la uva, grano a grano. “Es pequeña pero de mucha estructura y bien construida. La relación pulpa-hollejo es poca, lo que es ventajoso porque dominan las partes más nobles de la uva”, explica, antes de proceder a una cata de mostos, una de las partes esenciales de la elaboración.
De tanques y equipos surgen tres copas en mesa. A simple vista densidades diversas, poca evolución de aromas entre uno y otro. Son los tres tipos que se gestan de los procesos para irlos perfeccionando. El primero el virgen, el más próximo a la uva pura, turbio, espeso, de tono verde amarillento. Huele a lo que sabe la uva fresca, pureza de aroma, en los mostos hay poca evolución de éstos. Sabe dulcísimo y su textura es de gran volumen en boca. El segundo, el desfangado como a las 48 horas de entrar al depósito. Mucho menos turbio que el anterior, y tirando a tonos más amarillos, aunque con ribetes verdosos. A la vista, en nariz y boca recuerda al jugo Welch de uva blanca, con untuosidad en boca, sin ser espeso. El último, el que se está procesando a la entrada de la bodega, el mosto desfangado filtrado al vacío, con el fin de resaltar aromas. Salvo su menor turbidez, casi similar en todo al desfangado. Y de nuevo, vertido al depósito, añadiendo un poco de fango. “En el fango van compuestos nitrogenados que funcionan como nutrientes del vino”, explica Manuel, co-piloto en la bodega.
Una pausa para salir al pueblo y tomar un refrigerio con unos amigos. ¿En medio de vendimia? Con tranquilidad pasmosa y sin prisas. Fernando es puro aplomo y entre tanques todo lo tiene bajo control. Como en sus tiempos de piloto de largo recorrido. La actitud es un fundamento esencial para una bodega, y en Viña Somoza se respira seguridad que da tranquilidad.
A veces, empero, suceden algunas cosillas que ponen la piel de gallina y en ruta de regreso del tentempié a la bodega relata casi catastróficas anécdotas que suceden entre tanques y barricas, y la imaginación vuela pensando en lo interesante que sería conocer de primera mano las crisis más grandes de los hacedores de vino y cómo las lograron resolver sin que los clientes las vieran reflejarse en sus copas. Recuerda lágrimas ajenas y relata la rabia que le provocaron en la suya, quizás sentida con un impacto mayor que la vez que no le salió el tren de aterrizaje, o cuando en pleno vuelo de cuatro motores le fallaron tres.
Aprestan muestras para enviar a analizar el mosto. Densidades y grado alcohólico. En depósitos completarán la fermentación, en depósito tronconónico de madera en el caso de su Selección, se criarán en lías que conferirán polisacáridos que aportarán volumen al vino, y luego permanecerán descansando hasta mayo del 2009.
Al cabo de ese tiempo se revelarán, como en cosechas anteriores, unos vinos que cautivan con cada vez mayor intensidad precisamente por el equilibrio, la consistencia, contundencia y transparencia que proyectan. Una frescura mineral en el Viña Somoza Clásico 2007, que se vuelve más compleja en el Selección fermentado en madera del mismo año, y se redondea y estructura más en el de su añada 2006, de suave y prolongada persistencia en boca. “Los vinos criados en lías mejoran mucho en botella”, indica quien busca una madera muy discreta, casi imperceptible, para que siempre el vino evoque a la cepa.
La godello es buena armonía con la comida y los de Viña Somoza idóneos acompañantes de todo tipo de platos. Varias suculentos yantares en el recorrido para constatarlo. Paradas ineludibles entre idas y venidas a casa y a la bodega. En el ínterin, más confesiones sobre los nuevos experimentos que rondan por la cabeza.
Entre la noche y el día, desde la amplia terraza de la casa se divisa en el horizonte una vista de las viñas y de A Rúa. Empieza a refrescar la oscuridad adornada por el silencio y un cielo cuajado de estrellas. De mañana, un cielo azul turquesa que enmarca un paisaje que añade notas sápidas a la cata de sus vinos, y una sutil caricia helada contrastada por un refulgente sol matinal, que anuncia las condiciones perfectas para estrenar otra jorrnada de recolección.
El Palacio blanco
“Para la bomba. Abre el grifo”. Da instrucciones a distancia y con volumen. Claro y sin distracciones. Toma la linterna y refleja la luz por la apertura de la barrica para auscultar hasta dónde se va llenando.
Con agilidad e intensidad hace de todo. La relajación de Viña Somoza contrasta con la imparable actividad de Rafa Palacios, todo un “hands-on” del vino, muy en control de su bodega de garage dispersa entre varios puntos, y en la que la actividad y la tensión por hacerlo todo bien y pronto no cesan. De lo cubierto al aire libre van repartiéndose mangas, catando mostos, montando y amarrando barricas en su furgoneta. Ha perdido seis kilos en 2008, “un año complicado”.
No obstante, a él siempre le acompaña la suerte. Su “As Sortes” la trajo no sólo para él, sino para toda la comarca, que revitalizó, viendo cómo los ojos del mundo del vino volvían a centrar su atención en la uva godello. Vino Revelación en España, un sobresaliente 46to puesto en el Top 100 de Wine Spectator, toda una revolución blanca. “La godello ha sido todo un boom. No sé por qué no se había reparado en el potencial de esta uva pues Galicia por su clima y su suelo es la zona de España donde se pueden hacer blancos de corte internacional, con notas minerales”, explica quien llegó a Valdeorras atraído por un Guitián Godello que probó en la década de los 90. “Soy un injerto. Pie riojano, pero cepa gallega. Y vivo en Galicia”.
Con responsabilidad lleva haciendo vino desde hace 18 ó 20 vendimias, pero desde niño ha vivido todo el proceso, no en balde es uno de los descendientes de la dinastía riojana de José Palacios Remondo. A él, en concreto, siempre le han cautivado los blancos. “Los vinos blancos son siempre un reto, donde hay que dominar la técnica, pero no circunscribirse a la tecnología para lograr una verdadera diferenciación de elementos, como el terruño”, detalla. La semana siguiente completará la recolección de la uva de sus fincas a mayor altitud y le contenta saber que las condiciones climáticas que se pronostican llevarán su vendimia con el viento a su favor. “El clima ha complicado la cosecha 2008 en todas las zonas. Poca producción y maduraciones difíciles, aunque septiembre nos ha sido propicio”.
Probamos el mosto del Louro do Bolo 2008, el hermano pequeño de As Sortes. Un buen trabajo de mostos es pieza clave en la elaboración, afirma. Luego muestra la enorme barrica que ha adquirido para cuidar a uno de sus nuevos proyectos, una nueva etiqueta dentro de la línea de alta gama de vinos de pago, por encima de la suerte. “Sorte O Soro se llamará, todas estas etiquetas serán Sorte tal, del pago que le corresponda”. Así sigue la línea del primero, el Sorte dos Santos, un vino de parcela absolutamente impresionante y ultra exclusivo que Divinidades cató a principios de año. “Una barrica grande por pago y etiqueta”.
Más barricas también para As Sortes, que antes se elaboraba en tino de madera y ahora lo hace en barrica, y para el que Palacios también acaba de adquirir una nueva prensa para poco volumen y delicadas extracciones. Junto a otra prensa más grande, una moto azul que descubre las aficiones del bodeguero. “Entre vides y en carretera es sólo un medio de transporte en el que no acelero. Sólo corro en circuitos”.
Se apresta a continuar el que enlaza sus bodegas, pero en coche con barricas. Sus ojos celeste se enfocan en el ir y venir entre su bodega de garage y su nave de almacenaje y frío, casi al bajar la cuesta. Por lo pronto será un circuito así, fragmentado, hasta que Bodegas Rafael Palacios no complete la nueva estructura que proyecta, en lo alto de Valdeorras.
Sube una a la furgoneta, y con la ayuda de sus bodegueras se asegura de atarla bien para que el mosto sufra lo menos posible en su traslado a la cámara refrigerada a ocho grados donde fermentará. Acomodan las mangas para introducir el mosto en la barrica. “Para la bomba. Abre el grifo”. Y así con linterna observa cómo se derrama para llevarlo a fermentar. Añade gas carbónico para inertizar y luego vierte un poco de mosto turbio para aportar nutrientes. Pone la tapa y en marcha. Todos a bordo. Maneja con cuidado porque la barrica en la zona de carga tapa la visibilidad trasera de la furgoneta. Suena el móvil. Es otro amigo bodeguero interesado en comprarle una barrica para un nuevo invento en otra denominación. La suerte de las barricas que ha usado Rafa se reparte por Galicia.
Llega al almacén y rápidamente desamarra la barrica y la hace descender y rodar hasta la cámara refrigerada. La coloca, la destapa, apaga la luz, cierra la puerta, apura el paso, revisa rápidamente que todo marche sobre ruedas y regresa rápidamente a las suyas para emprender la ruta en ascenso a la media naranja de su bodega. Cinco minutos entre una y otra. Monta y asegura barrica. Paran las bombas, abren los grifos y vuelve a rellenarse una nueva cuna para la suerte. Rápidamente, como producción en masa aunque se trate de vinos muy artesanales. De As Sortes una producción media de 25 mil botellas.
¿Otra blanca además de la godello? “El cambio climático va acompañando en Galicia porque se están haciendo buenos tintos pero, entre blancas, la treixadura. Le veo mucho potencial”.
Ya es de noche en Valdeorras, pero para Rafa amanece una nueva cosecha con suerte blanca.
El estrecho camino que escolta a las viñas actúa como telescopio del amanecer de vendimia. El trino de los pájaros rompe el silencio de la ruta entre parcelas, cuyas veras se van salpicando de cajas, tijeras y cuadrillas de vendimiadores bañados por reflejos dorados de un sol todavía en ascenso que va iluminando los viñedos, haciéndolos entrar en calor mientras al ambiente aún lo rasga un fino frío matinal. Muy celosos de su territorio, los cosechadores protegen las viñas para impedir que cualquier aparente intruso se apodere de su pequeña porción de contacto con la vid.
A las nueve de la mañana empiezan y laboran sin cese hasta la pausa para comer a la una. Ese día van tras las últimas blancas de treixadura. Al igual que en otros puntos del noroeste atlántico, esta cosecha del Ribeiro lleva retraso y carga también poca uva. Se anuncian lluvias para la semana y hay que asegurar la materia prima. Una cosecha que se anticipa con mucha acidez.
A pesar de no ser la única bodega en el coto vitivinícola más antiguo de España donde se hallan los terrenos más codiciados del Ribeiro y las viñas de casi todas las bodegas de gama alta en la denominación, el nombre de su marca está tan bien afincado que cuando se habla de Gomariz en idioma vino se sabe que la referencia es al Coto. Coto de Gomariz. Ribeiros de vanguardia, para entendidos, como se les describió no hace mucho en unas notas de cata, diáfanos de la visión de quien los hace y “nada parecidos al perfil típico que se espera de la zona”, como bien define su autor, Xosé Lois Sebio.
Una ruta de zig zags en un ascenso sutil guía la vendimia en La Cerrada, la última de las fincas blancas que se vendimian en la bodega por ser la más orientada hacia el norte. Finca histórica, propiedad de la orden de San Clodio, y un nombre derivado del hecho de estar vallada antiguamente, además de tener un palomar que sigue en pie. Su suelo es de piedra, pero, como en todas las fincas de Sebio, hay cubierta vegetal, en línea con su filosofía biodinámica, cada vez más en boga a nivel internacional.
Las cuadrillas van recogiendo las treixaduras, blancas de piel dura, grado alcohólico moderado, granos más grandes que la godello o la albariño, mediana productividad, mayor contenido frutal, menor aromaticidad y dulzor que la albariño, maduración tardía y alta acidez, aunque menos que la de albariño, lo que produce vinos frescos y de untuosidad moderada. Nuestra encomienda de Sebio ha sido recoger los gazapos de las tintas carabuñeiras, una cepa autóctona gallega, amarga, aromática y de poco rendimiento, fácil de reconocer por su racimo pequeño y alargado en forma de rabo de oveja, con bayas pequeñas y pepas grandes, que en la bodega se usa para su Abadía de Gomariz. Entre vides también se escapa algún caíño da terra y algún albariño. Y acentos dominicanos que se escuchan en viña. Es la primera cosecha en que cambian plátanos por uvas.
De lo más alto a lo más bajo se recorren viñas. Altitud promedio de 180 metros que asciende a unos 250 en O Tabuleiro y a más de 300 en Los Penedos. “Las uvas como “cañones” están en las fincas más altas. Son los que usamos para Cuvée Caco VX”. La joya de Gomariz.
Como montaña rusa se va de suelo en suelo y pendiente, hasta llegar a lo alto de un terreno sábrego, arena casi movediza donde va organizándose una viña de dimensiones faraónicas desde donde se divisa una amplia perspectiva del poblado. “En Gomariz gastamos ilusión”.
Parada en la viña experimental en que sorprende hallar cepas del noroeste atlántico como la portuguesa tinta amarela; la elegante brancellao; la caíño redondo, de bajo ph y poco color que aporta aromaticidad y acidez; la dulce ferrón; y otras alóctonas como la petit verdot, de hollejo duro e insípida; la tannat, de mayor sabor y grado alcohólico; cabernet sauvignon, shiraz o la tinta de toro que le trajeron de Pintia, entre otras. “Las pruebo pero no las vinifico. Estudiar cómo vegetan y se comportan me sirve es para valorar más a las cepas gallegas”.
Y luego otra escala en Finca A Taina, un proyecto personal de apenas 1,100 metros, una única barrica y 400 botellas, donde Sebio explaya toda su filosofía biodinámica con cubiertas vegetales y extractos de naranja, tomillo, sílice y colas de caballo para sulfatar sus garnachas tintoreras, sousones, mencías y carabuñeiras. Todas plantadas en tutores, como la viticultura tradicional etrusca, que abre la planta, aireándola y manteniendo la vegetación. “A estas uvas le faltan unas dos semanas. Todavía no alcanzan la óptima expresión varietal, la madurez fenólica, ni la expresión que se manifiesta estresando la planta”. Va catando las uvas mientras recorre la viña, deduce el grado, sin siquiera analizar baya o racimo para dintinguir las cepas, de ver la hoja ya sabe quién es quién.
En Gomariz la reina tinta es la sousón, de mucho color, tanino y aromas a violeta, con mucha concentración, pero un bajo rendimiento y ph. Y grandes ansias por la madera, come mucha en las crianzas.
Pausa para el pulpo, el raxo y unas copas de Coto de Gomariz antes de regresar a las viñas. Más arriba, Finca Pelefiñas, A Ferreira, algunos mencías y caíños longos, de racimos largos, pálidos, de mucho rendimiento, menos pulpa y sabor, y regreso a la cata.
“Busco elegancia y concentración, que es lo importante en el vino. Y ahora, nariz”. Ciertamente, ante todos los vinos que envejecen en barrica hay que detenerse prolongadamente para seguir extrayéndoles aromas. Todos van según el tipo de suelo de donde surgen y son todos amplios, con mucha personalidad y elegancia. Cónsono con la línea del Ribeiro donde dominan los plurivarietales, en Coto de Gomariz predominan éstos en blancos y tintos. Coto de Gomariz Blanco y el Colleita Seleccionada (criado sobre lías en barrica), ambos cupajes de treixadura, godello, loureiro y albariño. Y tintos densos, complejos, amplios en boca como el Cuvée Caco VX 4, o el VX Cuvée Primo. “VX significa exclusivo y experimental”. Algunos tan singulares en su acidez y grado alcohólico que no están amparados por el CRDO Ribeiro.
Algunos de estos vinos en que domina la sousón son sumamente concentrados, potentes, y anticipan un buen equilibro, aunque aún estén cerrados en nariz. Quizás la nuestra no coincide con la luna propicia para la cata. Poco a poco, no obstante, se van expresando con un sinnúmero de cualidades aromáticas que van de las frutas rojas o de pulpa rosa como la guayaba, a las flores como la rosa o la violeta, hierbas como la lavanda, a las especias como la mejorana, al chocolate, a los minerales, un descubrimiento paulatino que es un verdadero deleite, y que va estilizándose más o menos en boca según el tipo de roble usado en su crianza o sus suelos de procedencia.
Casi al anochecer ya hay suficiente uva para prensar. 6,800 kilos de treixadura. Se ha ido acomodando desde la mañana pues en Gomariz se espera a tener el 75% de la uva a prensar antes de iniciar el proceso.
Toca ahora depurar racimos durante varias horas. Cansa estar de pie y competir con la velocidad que casi ciega la mirada. Vibra la mesa de selección y las uvas la recorren con rapidez; alcanzarlas es todo un reto para manos enguantadas. De vez en cuando se detiene la mesa y se alivia la celeridad con que hay que ejecutar el proceso para eliminar racimos verdes o que no son de óptima calidad. De la mesa a la despalilladora y de ahí a la prensa de mostos. Y luego a las directrices de Sebio para desfangar, fermentar y trasladarse a depósito. Le espera otra noche interminable y al día siguiente el estreno de la vendimia tinta. Usualmente hay un margen de una semana, diez días entre blancos y tintos, pero en 2008 van casi juntos por el retraso de la cosecha. “Cuando no llueve, escogemos la mejor luna para recolectar según el día flor, para garantizar mayor aromaticidad y otras cualidades importantes en la vid. Pero cuando llueve, como se pronostica estos días, no nos regimos por lunas”.
Al final del trayecto vendimial, propuestas ilustrativas de quien ama el riesgo, apuesta por lo inusual y busca llevar al vino a límites insospechados y fascinantes para elaborar, con cepas autóctonas, magistrales vinos de capricho. De cotas tan elevados, que casi son como las incontables estrellas que iluminan la noche de Gomariz, mientras en el Coto, se elabora la cosecha 2008.
Sobre las ruedas de Dona Branca
Casi 200 nuevos kilómetros diarios son testigos del curso vendimial de Roberto Mosteiro y María Eugenia Medina. De la ciudad al campo, por sendas anchas o estrechas, puentes, cuestas de subida o bajada, la ruta sobre ruedas de esta joven pareja de enólogos no se detiene ni por el viento ni la lluvia, tan sólo con escalas de vino.
El clima, no obstante, se ha vuelto cómplice amigo en esta etapa de visitas a la docena de bodegas entre Valdeorras y Ribeira Sacra que les han tocado este año para entretenerse en vendimia. Doce nuevas casas con que estrenar su asesoría porque según Eugenia “una bodega es la casa de alguien”.
Del día a la noche en distintas tareas conforme la etapa en que se encuentra la recogida de uva o la vinificación en cada una de las bodegas que asesoran, a veces con todo y bata blanca, van diagnosticando y aplicando tratamientos casi como facultativos a domicilio por la a veces difícil topografía gallega. Como médicos de familia pasan visita, van a las casas y le dan cuidados y recetas al vino. Y encima, análiticas para todo el que lo solicite, porque la Asesoría Dona Branca, con nombre de uva, es una especie de laboratorio para vinos.
Allí, en ese centro de operaciones en el centro de A Rúa empieza usualmente el día en vendimia. Recogiendo materiales, revisando mensajes y preparando la estrategia del día. Dos medios de transporte y una misma pasión que a veces se desdobla por caminos separados que miran cómo va entrando la uva o cómo evolucionan los mostos o los vinos en barrica. Y también recorren las viñas.
Juntos, las de Alan de Val, una bodega de Valdeorras que apenas hace dos años estrenó una nueva casa y que es una de las pocas de la denominación en cuya elaboración predominan los tintos. Al edificio principal lo rodea la Finca Pedrazais, que da nombre a algunos de sus vinos. Suelos pobres de piedra donde habitan tempranillos, cuyas bayas se fragmentan para degustar sus semillas y conocer con su crujir su momento de madurez. En otro extremo innovadoras viñas de moscatel de grano menudo, dulces con sabor a melocotón sobre las que Roberto reflexiona para hacer algún invento íntimo.
Regreso a tubos de ensayo, cuentagotas y ordenadores en la asesoría que llevan desde hace apenas un año. Antes trabajaron en otras grandes bodegas de Galicia, pero la inquietud por alcanzar esa milla extra que saben son capaces de dar les motivó a establecer una asesoría enológica que, de un modo u otro, toca a muchas bodegas de la zona, irrespectivamente de su renombre o tamaño.
De vuelta a las ruedas, desplazamiento hasta Arnado al encuentro con Manuel Mayo, un poteiro de aguardiente que hace también vino de forma artesanal en su pequeña bodega casera, fuera de denominación. Los enólogos “on wheels” aconsejan, adiestran si es preciso, vigilan el despalillado de las mencías que han entrado en el día, y luego la evolución de las maceraciones tintas que descansan en depósito, y los mostos que van adquiriendo color. En Valdeorras la mencía es pobre de color, e incluso muy macerada podría producir vinos blancos. Revisión de mosto de otra cepa autóctona, la merenzao, muy turbio aún y casi inodoro. Cata de godellos con palomino de la cosecha 2007 y luego vino de una perfumada mencía con aromas a fresa y sabor a pura uva, fresco, ligero y para beber sin complicación.
Divisando cultivos en vaso y espaldera continúa la ruta en ascenso hacia Rubiá, donde los 350 a 400 metros altitud y las horas de sol provocan que la uva madure más tarde que en otras zonas valdeorresas. Es el primer año que se elabora en Adega O Cepado, otra bodega casi garagiste, propiedad de unos viticultores que han decidio elaborar vino. Una tendencia en alza que ha motivado el surgimiento de muchas pequeñas bodegas.
Por estrenarse con ellos Roberto y María Eugenia podrán sentar desde cero la pauta de los vinos que harán, inspirados y compartiendo la ilusión y el sacrificio de los dueños de la bodega. Ya lo tienen claro. “Buscaremos un godello diferente y más o menos tenemos pensado el tipo de trabajo que haremos para conseguirlo”. Los mostos de godello llevan ya una semana en depósito y empieza su fermentación. Aparecen tímidos aromas a levaduras cuyo chispeante efecto se escucha al acercar la copa al oído. El mosto de mencía todavía es de muy pálido color salmón, es espeso y sabe a pera, con notas de sulfuroso.
Limpieza de copas y regreso a la oficina. Incluso siendo domingo. Parada para recoger algunas cosas y volver a cargar el baúl con todo un equipamiento médico para vinos y bodegas. Se dividen los caminos y Roberto toma el más escabroso. La ruta a la Ribeira Sacra.
Las ruedas se transforman en alas, como los flying winemarkers, al ir subiendo la montaña por las serpeantes curvas de la estrecha carretera. Hay que volar para cumplir con todas las visitas. Es, no obstante, la ruta más corta para llegar a la ladera. El Santuario de Las Ermidas, en O Bolo, se va aproximando en la ruta repleta de bancales recuperados, hasta pasarlo de largo y continuar el ascenso que recorrerá pequeños pueblos y espacios casi imposibles de atravesar hasta llegar a la siguiente bodega. Alturas de escalofrío al borde de precipicios. No lejos, una estación de esquí. Carreteras minúsculas y a veces sin pavimentar. En ruta, las viñas de As Sortes surgen como un farallón lustrado por las últimas láminas de sol de la tarde. El sol es clave en esta frontera de denominaciones, impacta la orientación de las viñas. Casas centenarias, piedras, barros en el camino que introducen en otra dimensión del tiempo donde la hora del reloj se marca en vino.
Y al fin la Ribeira Sacra, esa zona de montaña y denominación con viñedos en pendiente donde el cultivo y la vendimia son un reto de heroicidad por la imposibilidad de su mecanización. Y precedida por una escolta de vacas y blancas ovejas, la Ladeira da Mata, una bodega restaurada con más de 150 años de historia llena de cepas viejas que se han recuperado con portainjertos. Un proyecto restauracion de bancales que forman un paisaje unico y atractivo de la ladera este del río Bibei. Tierra escasa, subsuelo pizarroso, abundante sol de poniente, rocío de mañana en veranos calurosos y un microclima especial. Vacas y ovejas para un proyecto de quesería y agroturismo. Robles americanos a 700 metros de altitud.
Visita a los tanques con Fernando Alvarez, el dueño, para catar y evaluar la evolución de los mostos en fermentación. Dos días de diferencia entre el llenado de tanques. Olor a maví el primero, color guayaba el segundo. Todo se elabora en acero inoxidable. Mostos de godello color Fanta naranja. Otros sobremadurados, tentadora invitación para un nuevo juguetito enológico. Cata de los vinos de la cosechas 2006 y 2007, dos en las que no ha intervenido Roberto. Recogido de mostos para realizar analíticas.
Otra parada en ruta para saludar amigos y conocer otro proyecto, y luego, escoltados por la luna y las estrellas de un claro cielo oscuro, arribo extenuado al laboratorio.
Mieles, almíbares, aromáticas rosas, compotas, notas a Jerez, discretísimas maderas empiezan a exudar los mostos que se analizan. ¿Qué éste es el vino tal? Sorpresas en la clínica, olores y sabores inesperados. “Esto es como las muestras de sangre en el vino. A veces las analíticas están bien, pero el vino está mal”. Color del vino, acideces totales, phs, acideces volátiles, sulforosos libres, grado alcohólico, densidades, azúcares residuales, ácidos málicos son algunos de los parámetros que se auscultan.
Breve cena ligera y todos rendidos a cama. Refresca la noche y se anuncia la mañana. A las ocho repican las campanas de la iglesia adyacente y empiezan los indicios de que hay que ponerse en pie. Rápido desayuno, dos rutas separadas y una parada en el pueblo para adquirir “medicamentos”. Un baúl lleno de levaduras, enzimas, taninos, pesas, cubos, botellas plásitcas y de todo en botica para el vino.
De nuevo una ruta de ascenso a 714 metros de altitud en Valdeorras para llegar al Señorío de Roblido, una bodega que apuesta por los plurivarietales para hacer sus vinos más competitivos a nivel comercial. Cada bodega va a un ritmo distinto y se halla en una etapa diversa luego de la fermentación. Aquí hacen remontados para que el mosto vuelva a pasar por la pasta, y que ésta no se seque y siga absorbiendo color. Se pesan meticulosamente las enzimas y se añaden para extraer color. Se remueven en el vino taninos espesos, pastosos como melaza y olor a jamón ahumado, que brindarán estabilidad de color. Se vierten las levaduras, comercialmente neutrales o específicas para cada cepa. Pase de revista y advertencia de regreso en la tarde. En ruta mil llamadas al móvil. De una bodega y otra, de un contacto y otro, para todos acuerdos y promesas, compromisos del vino que se cumplirán.
Las ruedas bajan por gravedad a Sampayo, un pueblo cercano a Petín donde reside la mayoría de las viñas de Bodegas Sampayolo. Fundada en 2002, es una bodega pequeña al borde de la carretera donde se vive una de las experiencias más activas de vendimia. Lejos de encasillarse entre viñas, el trabajo de bodega es uno de los más sucios, pero también de los más interesantes de la cosecha porque demarca el inicio de la intervención humana asistida por la técnica, como resultado de la cual el vino adquirirá la personalidad de su autor.
Ha concluido la recolección en Sampayolo. Javi, su dueño, y Fernando, su temporero ayudante andaluz, bazuquean garnacha, se suben a los tanques, remueven los hollejos luego del sangrado, los prensan para extraer más mosto, lo vierten, añaden levaduras para iniciar la fermentación de blancos y se deslizan por la apertura de un depósito, introduciéndose dentro para culminar su limpieza. En el soleado exterior catamos Lagar de Brimeda, assemblage de mencía, garnacha y tempranillo que luego de pasar 6 meses en barrica de roble francés y americano se revela ligero, muy aromático, con buena acidez, persistente y muy estilizado en boca. También un godello fermentado en barrica 2007, glicérico, mineral, con notas aromáticas a manzana, y en boca goloso, untuoso y persistente.
Casi es hora de comer. Regreso al pueblo y pausa, dividimos nuestras rutas que se re-encontrarán días después en La Míllara.
En Lacima del Bibei
Comienza a apagarse el día y por la escondida ruta sin pavimentar discurre veloz en dirección contraria un coche que súbitamente frena. “Estoy extenuada”. Y se nota. Luego de la selección de uva, el trabajo de laboratorio, en viña, la lucha con las garnachas que no terminan de redondear su maduración, o los bazuqueos cuidadosos incluso con las delicadas palmas de las manos, no se puede estar de otro modo por mucho que se ame al vino. “El vino no es como un cocinero que hace un plato todos los días. En vino, sólo hay una oportunidad de hacerlo bien, una vez al año”, opina Laura Lorenzo, uno de los rostros del dominio ignoto.
Cambio de señales y otra escolta nos vuelve a dar la bienvenida para sumergirnos una nueva vez en la cima del Bibei.
El río Bibei nace en la provincia castellana de Zamora y en su discurrir por casi 100 kilómetros antes de llegar a Lugo y Orense, su cuenca recorre algunas de las cimas más elevadas de Galicia, lo que hace que fluya encajonado profundamente durante la mayor parte de su recorrido. Su cuenca cuenta con numerosas explotaciones eléctricas y en sus laderas, al pasar los municipios de O Bolo y Trives, hay constancia de los bancales donde ha habido tradición de cultivo de la vid. De la zona se llevaba vino a Carballiño y Ribadavia, siendo el puente Bibei el único puente romano en España por donde aún circula tráfico.
Así, casi escondida como el río del cual que inspira su nombre, está una de las bodegas más electrificantes de Galicia, Dominio do Bibei. Una bodega por decisión discretísima en su proyección pública, pero que en tanto dura su sigilo busca extraer lo mejor de sí. Rompedora e innovadora, sin provocarlo, una locomotora silente de una nueva estirpe de vinos: la Ribeira Sacra de alta gama.
Concreto minimalista por fuera, toda madera por dentro. Ni un tanque de acero inoxidable, algunos sí, de hormigón. Viñas a unos 300 metros de altitud, bodega a más de medio millar. Y todo por gravedad. La estructura de la bodega sigue el concepto de los bancales, por terrazas, para poder trabajar y trasladar al vino, suavemente, por túneles y escaleras que conectan los niveles, de arriba a abajo. Y una especie de fuente sobre la nave de blancos, para que el agua ejerza un efecto refrigerante.
El ritmo de la bodega lo dicta la viña, muy mimada por Suso Prieto. En lo sucesivo toda la que se plante nueva se manejará enteramente con tratamientos ecológicos. Abonos de estiércol de ternera. Cultivos con mechero para aportar minerales. Y más de esas prácticas biodinámicas ya vigentes con hortigas y cuernos en el compost.
Tres etapas de selección de vid. La primera en viña, las otras en bodega, primero racimos y luego las bayas. Mencías, garnachas, brancellaos, sousones y mouratones. Godellos, treixaduras, albariños, dona branca y una vez palomino. Casi todas las castas nuevos juguetes para Sara Pérez y René Barbier hijo, que cuidada y silenciosamente han ido moldeando desde su primera plantación en 2002 este nuevo territorio de vino.
Se han fermentado por parcelas y por variedades, a veces prensadas y otras fermentadas con grano entero, y en esta cosecha 2008 todas las levaduras empleadas han sido propias del vino, hechas con pie de cuba. Toda la fermentación en madera. Robles austríacos y franceses para fermentaciones y crianzas. Quizás pronto también en otro tipo de depósito, los huevos de hormigón que ya se usan para algunos blancos. Crianzas que experimentan con robles de diferentes tonelerías.
En otro nivel, algunas blancas que aguardan su prensado reposan en la cámara dual de frío y calor, que conserva frescura o seca la vid según lo requieran las condiciones de la vendimia. Y permite maceraciones antes de fermentar. Poquísimas bodegas con sistemas similares. A este día de cosecha lo ha acompañado el buen tiempo, y a dos grados centígrados pasarán la noche godellos y treixaduras que se procesarán a la siguiente alba.
Para culminar la jornada de hoy, una cata. Botelleros altísimos que parecen rozar el cielo. Techos catedralicios en el concreto desnudo e imponente, y discreta luz que magnifican la sensación de grandeza que nos convierten en liliputenses del vino. Y en medio de la mesa, unas botellas iluminadas por la única luz del recinto.
Copas para vertirlas y nada para escupir. La producción es todavía tan escasa que a cada botella hay que tratarla como un trofeo de difícil alcance, un deleite ineludible hasta el último sorbo.
David Bustos vierte los blancos Lapola 2004 y el 2005, para comparar añadas que han invertido su composición de godello y dona branca. Vinos golosos y untuosos, difíciles de asemejar a otras propuestas. Ni siquiera al Lapena, un potentado blanco de godello y elegancia, limitadísimo y que integra, sin discusión alguna, el selecto decálogo de los blancos más grandes de España. Un tinto Lalama del 2005, fruta roja al cubo, pero también notas minerales y a café exprimidas de su mencía, su garnacha y brancellao con 18 meses en barrica francesa. En abril se embotelló la añada del 2006, con mencía, garnacha y mouratón. Y en el ejercicio recordamos los sabores inolvidables del Lacima, el tinto más encumbrado y exclusivo de los “la la las” de Dominio do Bibei.
La sala de cata se queda en penumbra como poco a poco va quedando cada recinto de la bodega que vamos dejando detrás en la ruta de salida en ascenso. Afuera, la negrísima noche oscura también se ha derramado sobre el Dominio, iluminado tan sólo por la luna casi llena y las rutilantes estrellas que en Ribeira Sacra, como los vinos en Bibei, se destacan con mayor prominencia entre el silencio, y en la magnanimidad de la cima.
En las Tierras de Luna
Se excusa antes de llegar al postre y escapa de Valdetruchas a bodega mientras los amigos permanecen disfrutando su Reserva, su Paixar y sus Tierras de Luna. Lo primero es lo primero. Para él ahora la bodega, aunque en ella no se respire ni un ápice de tensión.
Todavía no concluye la recolección. El día anterior estuvo con Eduardo García recogiendo las uvas para Paixar, vino que hacen juntos en la bodega los chicos del Bierzo, una nueva generación de hacedores del vino que han sido fuerza motriz en el despegue de esa denominación.
Con suelos primodialmente pizarrosos, el Bierzo es la región castellano-leonesa del noroeste atlántico. Comarca de la provincia de León, es una zona de transición entre Galicia, León y Asturias, un conjunto de pequeños valles en la zona montañosa y una amplia llanura en su zona más baja. A altitudes entre 450 y 1000 metros sobre el nivel del mar, los circundan montañas que protegen a la región de las humedades y fríos de territorios aledaños.
Del cultivo de uva en el Bierzo hay referencias que datan ya de dos mil años, impulsado en la época romana. Pero, al igual que en otras zonas, el desarrollo vitivinícola berciano se dio en el medioevo, de la mano de los monjes cistercienses. Los vinos del Bierzo adquirieron renombre en regiones vecinas, pero la filoxera echó al traste todos sus avances. La producción se retomó en el siglo XX, con un importante aporte del sector cooperativo, que antecedió los nuevos vientos de calidad que cobraron impulso a partir del establecimiento del Consejo Regulador en 1989.
Antes de llegar a donde se encuentra hoy, con un pie en el Bierzo y otro en la Ribeira Sacra, Alejandro Luna Beberide iba para abogado. Pero desde antes de estudiar derecho en Madrid ya trabajaba en vendimia. Y como si se tratase de un amor de verano que se hizo eterno, vendimia tras vendimia, al completar sus estudios terminó por decidirse por el vino y olvidarse de las leyes. Tímido e incluso poco hablador, se transforma con seguridad entre tanques.
Es celoso de sus mostos, son un presagio de los vinos. Frutoso, fresco y casi vinoso merlot sin maloláctica, mencía dulce como jugo de uva, gewurtztraminer fermentada y en inicios de su evolución a ser vino, con indiscutibles trazos del esqueleto de esa cepa. Interesantes comparaciones entre esta hornada de futuro, y las juventudes del 2007, cuyas frescas mencías ya se disfrutan plenamente en botella.
En el paseo por la sala de barricas habla de los nuevos proyectos, esa nueva estructura en el Pago de Valdetruchas que dedicarán en exclusiva a los vinos con mayor crianza de Luna Beberide. “Los vinos más jóvenes, de volúmenes, permanecerán en esta bodega. Es un poco profesionalizar más lo que hacemos”, explica.
Para él todos los vinos son igual de importantes, todos requieren los mismos mimos aunque todos regalan una personalidad diversa. Un Luna Beberide Mencía jovencísimo para acompañar la actividad bodegueril de esa tarde, listísimo para beber, y otras propuestas como los assemblage de Reserva y Terras de Luna, siempre en danza de mencía, merlot y cabernet sauvignon. Otro blanco de godello, y un Viña Aralia que sinergiza a la gewurtztraminer y la chardonnay. Y más vinos en el tintero, que están espectaculares aunque todavía no han visto la luz pública. “La satisfacción que sientes de ver una botella de vino en una mesa que no es la tuya no tiene precio”.
Revisa el ordenador, ve notas, mensajes y luego imparte instrucciones para la recolección de su siguiente vendimia, dos días más tarde, en Ribeira Sacra. “Que empiecen por A Galega”, indica. Son las uvas para el Finca Míllara, un vino próximo a estrenarse con que el que Alejandro incursionó el año pasado en esa denominación y sigue extendiendo sus tentáculos como un maestro de mencías.
El cielo gris y con lluvia intermitente que estrenó la jornada ha dado paso a una espléndida tarde de sol. Poco a poco, el astro luminoso se va ocultando tras las pendientes de viña, hasta transformar al Bierzo en una tierra bañada por la luna y los Luna.
La vendimia de los sueños
Como una telenovela de vinos en la que los escritores dieron marcha atrás y adelante para ubicar el clímax del guión, el desenlace contundente de la vendimia en Finca Míllara lo dictó tardía y unánimemente su protagonista, la uva mencía. Todo el verano en ascuas, esperando un sol que no se revelaba, produciendo una floración irregular y un significativo retraso en la maduración, que no arribó perfecta hasta casi mediados de octubre, empujando a esta tierra mágica a orillas del río Miño a las postrimerías de la recolección en su denominación.
Tres días antes de iniciarse la vendimia, los trabajadores martillan, ubican losas de pizarra, colocan vigas de madera en el techo de la nueva bodega, pican piedra, trabajan del alba al ocaso y un arquitecto modela con piedras y maderas la entrada, fijando imaginariamente los peldaños con que se escalan los sueños de Fernando de Santiago. Cae el sol, se apaga la construcción del día. El rumor del Miño ha ido ascendiendo la pendiente hasta romper el ahora casi silencioso entorno de A Míllara.
Buen momento para una cata sin prisas del vino de la pasada cosecha, su primera en esta bodega, que luego de unos 10 meses en barrica francesa de un uso hace tan sólo un par de días se ha pasado al depósito donde reposará por tres meses y luego otros cuantos más en botella antes de que se estrene en el mercado. Sólo irán saliendo botellas de excepción, para ocasiones especiales y para los amigos. Como los que ayudan en las cosechas, porque el vino allí se hace rodeado de una familia de empleados y amigos que aporta también sus pasionales notas de ilusión. En La Míllara está imaginariamente vedado el paso a quien no las tiene y si alguien con su carencia atraviesa el territorio, se percibe en la energía, en el aura colectiva.
Mayormente de mencías muy jóvenes, el Finca Millara 2007 es rojo cardenalicio, concentrado, con una deleitosa nariz llena de matices que revelan frambuesas, notas minerales, talcos, algunas reminiscencias a astillas, una intensidad aromática frutal que prevalece largamente sin decaer, notas balsámicas, eucalipto, laurel y mejorana, prolongándose en una complejidad gustativa donde se percibe una delicada madera que se asentará con el reposo, y en la que se manifiesta dominante un assemblage espectacular para un vino que es casi un recién nacido. Un vino muy equilibrado, con sólida estructura y elegante potencia, excelente ejemplo de la nueva estirpe de tintos de la Ribeira Sacra y del sabor de los sueños convertidos en realidad.
Hace tan sólo unos pocos años, más que bodega, La Míllara era un pueblo fantasma y casi en ruinas con una historia muda de décadas de producción de vid abandonada tras la emigración en la guerra y posguerra civil españolas. Recóndita por su difícil acceso en dirección a la vera del río, la Míllara se cruzó azarosa y literalmente un día en la ruta de Fernando, rescatador en toda ley que tuvo la visión de devolver vida al pueblo y a sus vides. Una visión que, como la magia del entorno, imanta, seduce y arrastra irremediablemente.
Territorio casi virgen y salvaje, en dos años A Míllara se ha ido domesticando con velocidad acelerada sin perder el espíritu soñador. Remoción de maleza y recuperación de bancales ancestrales, títánica construcción de nuevos a pulso de roca, nuevas casas con toda la esencia de la antigua Galicia de piedra y pizarra introduciendo el pasado en el siglo XXI, nuevas plantaciones de viñas y una bodega en toda regla.
La mañana inicial de vendimia se estrena con un escenario huérfano de nubes, un cielo azul intenso y algunas nieblas que flotan ante el vapor que expele el Miño. El ritmo hoy más pausado de la obra se acompaña de la quietud de los meandros reflejados como espejo en las aguas del río majestuoso a los pies de viña. Uno de los más ídilicos paisajes de vino.
La camioneta lo atraviesa adhiriéndose firmemente a las curvas distanciadas sólo por pasos del escalofriante borde de las aguas profundas. Atrás van las cajas vacías, que retumban en cada hondonada del terreno durante el kilómetro y medio que recorre entre bodega y viña, en varios viajes de ida y vuelta al día. Descenso y ascenso por curvas, un sol que pega intensamente de frente, y mencías esparcidas por la escabrosa pendiente.
Los vendimiadores arrastran las cajas de la mañana, que algunos hombres van cargando y colocando al extremo del rústico pasaje. Se rellena la camioneta y de vuelta la bodega para depositar la uva cerca de un porche de piedra.
Blancas y garnachas tintoreras para los de casa, al costado izquierdo, y al opuesto, mirando al río, las maravillosas mencías de la cosecha 2008. Es aún escasa la uva, la producción es aún muy pequeña, pero la paciente espera por el momento óptimo para la recogida, tensa entre amenazas de lluvias que al final no llegaron, rindió un fruto aún más estructurado y goloso que en la vendimia anterior. En la próxima, habrá nuevas viñas en plena producción para regalar aún más botellas de este elixir que ha cautivado a todos quienes le han probado.
Van cogiendo fuerza las vides que surgen de un suelo lleno de piedras más grandes o más pequeñas, pero todas escabrosas por dejar una superficie de paso altamente irregular. Cuesta a veces recorrer el bancal y con dificultad cortar racimos casi literalmente bajo piedra. Algunos simplemente inexpugnables.
La velocidad de recolección se ralentiza entre los muros de esta pendiente con un río por precicipio, pero es el reto maravilloso de hacer vino en la Ribeira Sacra. Ni siquiera en las pendientes de escalofrío del Mosela o el Mittelrhein parecería tan heroico. Aquí en Galicia es a pulso, sin protección de sogas ni amarres, un terreno eminentemente agreste donde el menor traspié puede, literalmente, costar la vida. Que no se dude, que por las viñedos del Miño y el Sil ha habido accidentes muy serios.
El sol pica de frente, pega un intenso calor en la viña. Justo las condiciones de tiempo que se extrañaron para la maduración. Las mujeres van llenando las cajas, y las repletas las trasladan los hombres pendiente arriba, saltimbanquis de la vid en un ejercicio de malabarismo por las piedras sueltas, por las que saltan seguros conociendo cada recodo como la palma de su mano. Falta espacio para las cajas de uva. Se acomodan en la camioneta, pero la puerta trasera no cierra. Se remueve una tuerca y cierra a como dé lugar. Se ha hecho hueco ahora para todas, ninguna queda la espera de un nuevo viaje.
Se toma un respiro y refresca la garganta y el cuerpo, mientras se admira una vez más el paisaje y se toman nuevas cajas para descender nuevamente al viñedo. Cesa la jornada en viña y regreso a bodega. Unos volverán al día siguiente, otros quedarán hasta terminar de procesar la uva recogida en el día.
Llegan los veedores del Consejor Regulador para asegurar los datos de la uva que entra en bodega. Los kilos de vendimia que informa la bodega tienen que coincidir con la cantidad que habrá luego en los depósitos. Revisan todo dentro con el dueño, mientras el resto del equipo aguarda afuera terminando de colocar las cajas y prepara la mesa para continuar la selección. Perfecta la certificación.
Unos a un costado y a otro, se enciende la despalilladora y pone en marcha la mesa de selección. La mencía va derramándose en ella como si fueran perlas negras con un brillo luminoso que ciega, destella reflejos en su agitación. Se retira cualquier hoja, cualquier palillo, cualquier pequeño grano verde. Pasa por la prensa, por la bomba peristáltica y luego mosto y hollejos van recorriendo las mangas hasta ascender a lo alto del depósito y vaciarse en él. Terminadas las mencías llegan las garnachas tintoreras, las alicante bouschet, las únicas uvas que por su pulpa tinta son incapaces de producir vinos blancos. Rojo cardenalicio en los dedos, pura sangre del vino. Y alguna uva blanca, perlas doradas, caviar de miel.
Ya se ha derramado la noche y apenas se discierne la silueta del río. Falta otra jornada de vendimia para concluir la segunda de Finca Míllara. Se deja todo pulcro para esta segunda etapa, que concluirá tarde en la noche del día siguiente, con una cantidad de uva similar a la del 2007, una excelente calidad y graduación.
En pocos días se terminará de construir la nueva bodega y en unos cuentos meses se divulgará la primera cosecha de Finca Millara, la del 2007, un retrato de destino para la segunda, la del 2008. ¿Cómo será el vino? ¿Cómo lo aceptará el mercado? ¿Hasta dónde llegarán los sueños? Seguro que alto y lejos, volando con las alas de magnética seducción que confiere la ilusión de poder hacer un sueño de vino realidad.
Exitoso Taller Pedini
Los aromas de pancetta y funghi porcini que el chef y sumiller Cristian Crostelli hizo emanar de las cocinas de Pedini Puerto Rico inundaron todo este espacio de arquitectura coquinaria, subyugando con lo más sabroso del estilo italiano al nutrido grupo de profesionales y aficionados del buen comer que participaron en el primer Taller Pedini di Cucina e Vini Italiani, que acaba de celebrarse con el co-auspicio de Millenium Wines y Viajes & Vinos.
El taller de casi tres horas de duración enseñó a los participantes no sólo recetas, técnicas y datos sobre algunos productos emblemáticos de la cocina italiana, sino también a organizar las etapas de la elaboración de un menú completo, a fin de componer un ritmo continuo y fluido en el servicio de los platos que sirvieron como una ruta gastronómica y de vinos por lo mejor de Italia.
Consejos para la adecuada cocción del arroz en el risotto, tipos de arroz para éste, o notas para sellar una carne estofada al Barolo se complementaron con una activa interacción de los asistentes con preguntas para expandir su conocimiento sobre la ejecución de la cocina italiana. Un involtini de pez espada como aperitivo precedió al risotto con funghi porcini, plato favorito de la noche a juzgar por la cantidad de repeticiones de los asistentes hasta dejar la olla literalmente limpia. Los platos se armonizaron con vinos de Millenium Wines de las regiones de Marche, Piamonte, Toscana y Basilicata que permitieron un recorrido explorador por unas propuestas de extraordinaria calidad, y que resultaron un fascinante descubrimiento entre asistentes, ya que el gran universo del vino italiano es aún un territorio bastante desconocido y, por ello, poco valorado por el gran público caribeño.
Algunos seleccionaron la armonía del brasato di manzo al Barolo y el Domenico Clerico 2002, de la misma región, sedosamente estructurado, como la preferida de la noche, aunque a otros cautivó la del dulce L’Autentica 2004 de Cantine del Notaio, en Basilicata, suavemente meloso gracias a su excelente acidez, como otra armonía sorprendentemente fascinante con un tortino de chocolate y frutas del bosque. El involtini se acompañó de un fresco Chardonnay Le Cave 2007 Le Terraze, de Marche, y el exquisito risotto con un Il Sasso 2004 Piagga, de la DOCG Carmigiano.
La riqueza vitícola autóctona de Italia convierte a este país en uno de los destinos y productores de vino más interesantes para los consumidores y los enoturistas.
Al final de la serata di cucina se rifaron algunas botellas de vino, así como delantales de Pedini.
Como quedó demostrado en el taller, además de su estética y funcionalidad, la línea de cocinas de Pedini impone un estilo moderno que convierte a la cocina residencial en un centro de relaciones humanas, combinando las dotes técnicas y estéticas de seguridad y durabilidad, con el buen diseño y terminaciones con materiales de alta tecnología y sensibles al medio ambiente.
Home Complements y Electrolux colaboraron también con este Taller, que promete futuras ediciones.
Próximas rutas de vino:
Acción de Gracias (noviembre) y Fiestas Navideñas (diciembre 2008 y enero 2009): A la medida en España y Argentina
Rutas a la medida en toda España o en Mendoza (Argentina) para disfrutar de los feriados de estas fechas.
Primavera 2009: Napa Valley
Esta ruta programada para noviembre de 2008 se mueve para la primavera de 2009 debido al retraso que la climatología ocasionó a los trabajos de vendimia de varios profesionales del vino español participantes.
Los jardines del museo del Traje de Madrid fueron anfitirones del tercer encuentro que el Alaska Seafood Institute realizó en la capital española para potenciar el consumo del salmón de ese estado norteamericano.
El de Alaska es una de las cinco especias de salmón del Pacífico, pero la única salvaje. De hecho, Alaska es el mayor productor de salmón salvaje del mundo, ya que otros países como Rusia, Canadá, Noruega o Chile crían salmones en piscifactoría. Su cría salvaje hace al salmón de Alaska menos graso.
Tres reconocidos cocineros de España protagonizaron un menú de miniaturas en salmón, a los que se añadieron degustaciones de sushi de salmón y salmón ahumado, un producto que ha ido ganando adeptos el año entero, y no sólo para consumo en Navidad.
España es uno de los principales importadores de salmón, además de ser un centro de distribución desde donde el producto se mercadea a toda Europa.
Étienne Bastaits, del grupo Bokado, confeccionó una brocheta de tataki de salmón salvaje con gelatina de vodka, eneldo, caviar y manzana granny smith.
Angel León, del gaditano Aponiente, preparó varias elaboraciones de salmón cocinado previamente con carbón de aceituna, combustible que ha popularizado en el último año y que anticipó a Divinidades comenzará a comercializarse en grandes superficies a partir del 2009. El carbón de aceituna confiere notas tostadas sin ser ahumadas. Con esta base de cocción en brasa de aceituna presentó el salmón con guacamole de aceitunas, y un bacalao negro con salmorejo asado y migas. Además, unas tostas con huevas de ikura y una cítrica manteca colorá.
Joaquín Felipe, de Europa Decó, en el chic hotel Urban de Madrid hizo una tempura de ikura con algas, la propuesta más interesante por la transformación de la textura de las huevas. Además, unos dados de salmón rojo con garum, y unas croquetas líquida de guindara (bacalao negro).
Colaboración: Alexander Brito
Bodega Robino dio a catar sus vinos clásicos desarrollados para mercados de alto consumo, y sorprendió con el Gran Dante, un malbec premium del ámbito de vinos de alta gama.
Otro grande que repitió presencia fue Clos de los Siete, el grupo francés dirigido por Michel Rolland, con la particularidad de mostrar sus vinos en el salón general y no el espacio destinado a los de alta gama. Gesto muy apreciado por el gran público, ya que se abrieron vinos calificados con 92 y 94 puntos por Parker.
También estuvo presente la Bodega del Este, un nuevo emprendimiento que se desarrolla en el sur de Buenos Aires, donde se aúnan la influencia marítima del atlántico (Uruguay) con la amplitud térmica patagónica (Neuquen). El producto más interesante fue el blend de cabernet, malbec y tannat, con un pequeño paso de 4 meses por barrica francesa y americana.
Siempre estas ferias traen novedades y quizás esta vez lo más curioso fueron unos destilados de uvas varietales (tipo grappa), presentados por la pequeña destilería Sol de los Andes, bajo la marca Aniapa. Entre éstos, destilados de malbec, cabernet sauvignon y también merlot y un blend con estas tres uvas y también syrah.
La industria vitivinícola conlleva una serie de otros participantes que la acompañan a nivel empresarial, y que también estuvieron presentes en Vinos y Bodegas para darse a conocer al público. Fábricas de quesos, destilerías de aguardientes y licores, cristalerías, turismo, hotelería, publicaciones y otros figuraron entre las asistentes a la Feria.
Nueva cosecha de Nadal 1510 Botrytis Noble
En 1998 se elaboró en la Finca Nadal el primer vino dulce natural del estado español, procedente de uva afectada por la botrytis cinerea. El 2008 ha sido propicio para la podredumbre noble, por lo que el pasado viernes 17 de octubre en la Finca Nadal de la Boadella se efectuó una vendimia excepcional: la de la uva sobre madurada por el efecto de dicho hongo, una cosecha especial, fruto de la paciencia y de las caprichosas condiciones climáticas del Penedès.
La botrytis cinerea, si las condiciones le son favorables -uva sana de piel tersa, alternancia de cortos periodos húmedos y soleados y ausencia de otros microorganismos- es la principal responsable de la llamada “podredumbre noble” que modifica, no sólo el color y el aspecto de la uva, sino que también altera en profundidad la composición química del mosto. La presencia de este hongo provoca una disminución de más del 50% de los ácidos de la uva y aumenta la concentración natural de los azúcares a causa de la evaporación de agua que provoca. Produce mostos de agradables aromas de “tostado” con matices de miel y de cera que complementan los de cepa.
La vendimia se realiza en distintas etapas, seleccionando en cada una de ellas las uvas más afectadas por el hongo.
El Nadal 1510 Botrytis Noble es dorado pálido, de aroma intenso y las notas de fruta madura propias de la podredumbre noble. Este exclusivo vino dulce equilibrado en su acidez, los azúcares y el grado alcohólico, resulta extremadamente untuoso y rico en sensaciones gustativas. Por sus características es ideal para aperitivos con foie-gras, quesos azules u ostras.
Más conocida como la catedral del vino madrileña por su dimensiones como tienda de vinos y el extenso y bien cuidado inventario de etiquetas de todo el mundo que ostenta, el recodo aún un poco ignoto de Lavinia es su espacio gastronómico, uno de los destinos de sabor más placenteros de Madrid, que enómanos y profesionales del sector vitivinícola han convertido en un punto de encuentro obligado en el mundillo del vino, pero también accesible a cualquiera que desee disfrutar de una sólida experiencia gastronómica.
Sólida es la trayectoria del chef Angel García, encargado del espacio y asesor gastronómico de Lavinia, en cuyo menú ha sabido condensar una oferta de propuestas de comida ¨bien hecha¨.
Lavinia
José Ortega y Gasset, 16
Madrid
El servicio es atento y, como tienda de vinos, muy capacitado para efectuar atinadas recomendaciones, supervisadas por Javier Gila, ex-sumiller del Hotel Ritz madrileño, ganador del certamen de sumillería Custodio López Zamarra en Madrid Fusión, y ahora asesor en vinos de Lavinia.
En el espacio se pueden realizar catas y eventos privados, y en días de semana abre hasta las 9 de la noche.
Cónclaves de sumilleres
Más de 250 sumilleres de España y el exterior han participado en las V Jornadas Internacionales de Sumillería que se han celebrado recientemente en Málaga. Estas Jornadas nacieron en 2004 con la vocación de convertirse en un encuentro anual entre profesionales del sector y empresas e instituciones relacionadas con el mundo del vino, destilados y gastronomía en general.
Este año, por primera vez, estas jornadas propusieron una compresión de la sumillería como algo global en el universo gastronómico, pretendiendo elevar la valoración la sumillería al mismo nivel que la cocina.
Vinculado a éstas se ha realizado el concurso para escoger al mejor sumiller de España, en el que han participado 14 candidatos, los cuales se han sometido, a puerta cerrada y durante toda un día a diferentes exámenes teóricos y prácticos, a partir de los cuales se han escogido a los tres mejores sumilleres que han pasado a la Gran Final. En ésta, abierta al público, los finalistas demostraron sus conocimientos y profesionalidad en las siguientes pruebas: cata a ciegas, corrección de una carta errónea de vinos, maridaje de un menú degustación en situación real de servicio en restaurante y decantación y servicio de un vino.
Bruno Murciano, hasta hace unas pocas semanas sumiller del Restaurante del Hotel Ritz de Londres, se alzó con el primer puesto del certamen, en el que han resultado, respectivamente, segundo y tercer finalista, Carles Aymerich, del Restaurante el Celler de Can Roca (Gerona) y Rafael Reyes, del Restaurante la Masía de Chencho (Elche).
California requiría indicar calorías en menús
Los restaurantes pertenecientes a cadenas tendrán que incluir las cantidades de sus calorías en cada artículo que vendan como resultado de una nueva ley propuesta en California. El etiquetado del menú busca ofrecer a los consumidores mayor información sobre los alimentos que ingieren, de modo que puedan hacer selecciones más saludables. La ley aplicaría a restaurantes con más de 20 establecimientos. A partir del 1ro de julio de 2009 los restaurantes deberían disponer de folletería informativa sobre los valores nutricionales de los alimentos, y comenzando el 1ro de enero de 2011, todos los menús deberán incluir la cantidad de calorías de cada artículo.
Divinidades es una publicación editada regularmente por Viajes & Vinos, una empresa dedicada a la promoción de servicios de turismo del vino y a la representación de empresas especializadas en la oferta de dichos servicios. Desarrolla además proyectos de mercadeo, editoriales, eventos especiales y consultoría en vinos. Prohibida la reproducción total o parcial de textos o imágenes sin previa autorización.
Editora:
Rosa María González Lamas
Viajes & Vinos, Inc.
PO Box 21404
San Juan, PR 00928-1404
Tel. 787-375-9655 • Fax: 787-754-2961
E-mail: [email protected] • [email protected]
Si aún no ha leído la última edición de Divinidades y el último capítulo de la serie “En el reino de la Riesling”, presione sobre los enlaces.
Para el calendario actualizado de actividades y eventos en Puerto Rico, República Dominicana y otros destinos internacionales visite el Calendario del Vino en www.viajesyvinos.com
Para ir a la Portada presione el enlace www.viajesyvinos.com
Para el inventario de rutas y destinos de vino visite www.viajesyvinos.com o envíe un correo electrónico a [email protected] o [email protected]
Para ir a Divinidades Express presione el enlace.
En la próxima edición de Divinidades, busque las últimas novedades de la escena gastronómica internacional y otras noticias sobre vino, viajes y gastronomía. Para ediciones previas de Divinidades visite www.viajesyvinos.com
El Robuchon japonés en la gastronomía monegasca
YOSHI es el nombre que el también considerado mejor cocinero del mundo, Joël Robuchon ha escogido para el nuevo restaurante japonés que inaugurará a principios de enero en Monte-Carlo, Mónaco. En este nuevo proyecto el cocinero busca expresar su visión contemporánea y poética del Japón, con una cocina sana y moderna a cargo del cocinero japonés Takéo Yamazaki y la tutela del propio Robuchon. Entre las propuestas del menú de YOSHI, que significa “bondad”, una selección de sushi, sahimi y maki así como otros platos que serán armonizados con una selección de sakes, tés verdes y vinos de todo el mundo.
Master de viticultura, enología y marketing del vino
El Instituto del Cava y UVIPE darán inicio el 9 de enero de 2009 a un master de viticultura, enología y marketing del vino dirigido especialmente a ingenieros agrónomos, ITA, gerentes, técnicos y comerciales de bodegas, explotaciones vitícolas, restauradores, sumilleres y futuros técnicos que deseen obtener una visión más universalizada del sector y ponerse al día de las tendencias más avanzadas.
El curso tiene una duración de 204 horas distribuidas en seminarios monográficos de 15 horas de duración y cuenta con un cuadro de profesores de reconocido prestigio profesional. Este curso cuenta como novedad la incorporación del seminario “maridajes del vino y del cava” impartido por Juan Muñoz, Presidente de la Unión de Asociaciones Españolas de Sumilleres y Vicepresidente de la Asociación Mundial de Sumilleres. El curso se impartirá en la Escuela de Enología y Viticultura Mercè Rosell de Espiells (Sant Sadurní de Anoia).
Premio Cándido
La familia Arzak (LINK) ha recibido el Premio Cándido 2008 a la innovación gastronómica. El galardón distingue la trayectoria de más de un siglo de Juan Mari, su hija Elena y sus antecesores en los fogones. Juan Mari Arzak fue uno de los padres de la nueva cocina vasca.
Pronto Rigoletto
Para la semana del 10 de noviembre se contempla la apertura de Rigoletto, un nuevo sabor de frescura con notas italianas en la Ave. De Diego, en Santurce, casi al lado de Pedini PR, una zona que amenaza con volverse una milla de oro gastronómica en San Juan.
Tartine, sabor franco mediterráneo en Caguas
Primero fue la de Chez Daniel, luego la de sus tapas y ahora es Bistro Tartine la aventura culinaria que mantiene ocupado e ilusionado al chef Daniel Vasse y a todo su equipo. Tartine será un nuevo oasis gastronómico en el área de Caguas, moderno y refrescante tanto al almuerzo como a la cena.
Ubicado en la Torre HIMA, el bistro operará en horario continuo de 11 de la mañana a 11 de la noche los siete días de la semana. La oferta del menú comienza ligera a principios del día con enlsaladas, emparedados, hamburguesas y paellas, para continuar con un menú de tapas en barra a media tarde y un menú creativo de tendencia franco mediterránea en la noche.
Tartine contará además con un salón de actividades con capacidad para unas 35 personas.
La Denominación de Origen Navarra celebra su 75 aniversario
La Denominación de Origen de Navarra celebra sus 75 años de historia desde que se constituyera el 23 de diciembre de 1933 en Pamplona. La DO Navarra se sitúa entre las principales denominaciones del país con 17.000 hectáreas de viñedo, 116 bodegas bajo su amparo y un amplio abanico de excelentes vinos.
Su etapa actual viene impulsada por la renovación del reglamento que incluye, entre otras novedades, más variedades adaptadas al consumidor del siglo XXI, una decidida apuesta por la calidad y una renovada estrategia de márketing y promoción que se presenta con otra imagen y una nueva campaña publicitaria.
Gastronomía aragonesa en China
Los cocineros aragoneses Carmelo Bosque y Raúl Ruiz se han trasladado a China para realizar un proyecto de Investigación y Desarrollo para mostrar las novedades y la vanguardia culinaria española a los más reputados chefs del panorama chino y más concretamente pekinés. El viaje ha sido avalado por el Gobierno de Aragón, que lo inserta en su “Plan de Gastronomía”, entre cuyos objetivos prioritarios figuran situar a Aragón como una región líder en innovación gastronómica, y realzar una personalidad propia de calidad que distinga a la oferta turística de la región de la de otros destinos competidores del mundo.
Degustación Cavas Hill
La bodega del Penedès que se destaca por sus agradables cavas e innovadores vinos enlatados ofrecerá una degustación el 7 de noviembre en La Bodeguita de Habanacuba en la Ave. San Patricio en San Juan.
La comida de García, un cocinero con raíces tanto en Perpignan como en Valladolid, y una importante experiencia como jefe de cocina de restaurantes que marcaron época, no es rebuscada ni atrevida en exceso, sino enfocada en los sabores, las cocciones, productos y platos de gusto y tradición popular, sin perder de vista la incorporación de toques novedosos tanto a nivel de ingredientes como de presentaciones, que hacen de la suya una cocina para disfrutar a tope sin necesidad de mucha reflexión.
Bloody Marys frescos como si fueran un gazpacho de frutas y vegetales acompañados de pinchos de embutidos tradicionales, esponjosas tortillas al horno tipo muffin, suculentas butifarras con habas, croquetas dulces de arroz con leche, los pescados del día o platos de cuchara son el complemento al objeto del deseo en Lavinia: sus vinos.
Uno de los principales atractivos de Lavinia es poder disfrutar del inventario de la tienda, en comedor o en barra, donde hay una sin par colección por copa de los vinos más renombrados, de última factura, o innovadores, denominaciones emergentes, los de cepas autóctonas o poco prolíficas, que permiten al catador disfrutar lo mismo de un Vega Sicilia Único por copa, que descubrir vinos ecológicos, o los de destinos como Alemania, Chile o Francia, entre otros.
Cvne barrica
Tras la Excelente vendimia del 2004 vino otra gran vendimia calificada por el Consejo Regulador de Rioja como Excelente, la del 2005. Viendo el éxito y demanda que hubo por la barrica en flor del 2004, Bodegas CVNE ha puesto a la venta una nueva añada de barrica en flor, la del 2005. CVNE producirá una cantidad muy limitada de barricas bordelesas de Reserva Especial 2005. Las 300 botellas que genera cada barrica se entregarán a comienzos del 2010 tras una crianza de 24 meses en barrica y 12 meses en botella, que caracteriza al vino como Reserva.
Terras Gauda patenta primera levadura de albariño
La cosecha 2008 ha sido la primera en que Bodegas Terras Gauda (DO Rías Baixas) ha empleado la levadura de albariño patentada con el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), siendo la única en Galicia y una de las pocas de España que dispone de una levadura aislada y seleccionada entre cinco tipos diferentes del propio viñedo, tras una investigación de cuatro años, que se realizó en centros del CSIC y en la bodega experimental de Terras Gauda, con la colaboración de la Xunta de Galicia.
La primera levadura de uva albariño permitirá a Bodegas Terras Gauda mantener la calidad y los aromas de sus vinos en todas las añadas, atenuando la influencia del clima y de la cosecha. Los estudios han demostrado con pruebas de fermentación en laboratorio y bodega, catas a ciegas, y análisis instrumental de aromas, que la levadura seleccionada refuerza extraordinariamente el carácter varietal y los aromas frutales de los vinos de la bodega. La levadura ecotípica ya se probó en 2007, corroborando investigaciones previas de que lograba una fermentación regular y progresiva, fundamental para conseguir las características aromáticas de la albariño, que se desarrollan en el proceso de fermentación.
La patente de la levadura se suma a otros proyectos de investigación y desarrollo de Terras Gauda, tales como el estudio de selección clonal de uva albariño, el proyecto de maceración y el efecto de las manoproteínas en los vinos.
Valduero Una Cepa 2005
Una cepa por botella regala a Una Cepa, que con una producción de mil cajas, es uno de los productos más exclusivos de Bodegas Valduero. La añada 2005 es de intenso color rubí-violeta, que reproduce una alucinante intensidad frutal a frambuesa en nariz, con evocaciones minerales a grafito, a anís, aserrín, ceniza, incienso o tronco, pues Una Cepa invita a trasladarse a la propia raíz de la cepa. Cepas viejas de tempranillo de las que luego van surgiendo chocolates, balsámicos o aromas a eucalipto. Con 18 meses de barrica francesa, en boca es vibrante y electrifica en nariz. El vino es suave y desciende por boca como seda para dejar un final persistente y potente, con notas especiadas. Un vino para beber ya, pero que se engalanará más con mayor madurez.
Francis Ford Coppola, con los Vinos Alicante
La visita de Francis Ford Coppola a Alicante, donde ha estado rodando parte de su última película, estuvo plagada de referencias al cine y al vino; sobre todo por su afición a los Vinos Alicante de lo que no ha escatimado elogios en cuantas intervenciones ha realizado.
En la Clase Magistral que el director impartió, comentó la importancia de los actores y el trabajo de ensayos, como parte vital “para realizar una película personal”. Pero también habló de lo que el mundo del vino le aporta, tanto como elaborador como por su afición. Bodegueros alicantinos hicieron entrega a Coppola de un libro sobre el Fondillón alicantino.
La 8va. edición de esta Feria de Vinos argentina se presentó con algunos cambios con respecto a eventos anteriores. La feria en general fue buena, y sigue siendo la mayor de Latinoamérica en su tipo. Con más de 120 expositores presentes, incluyendo bodegas grandes y chicas, sigue siendo el escaparate ideal para la presentación de vinos y estrategias para todas las marcas. 42 mil asistentes en cuatro días degustaron más de mil etiquetas presentes en este salón.
Muchas de las bodegas pequeñas pueden presentarse en esta feria gracias al apoyo de sus respectivas provincias, las que estuvieron representadas en forma institucional. Gracias al apoyo al sector de la provincia de Salta, se pudieron degustar los vinos de la Bodegas Colome, Davalos, y Humanao. Colome, del grupo Hess, presentó el Amalaya, un muy sabroso blend de vinos de altura, y el muy premiado Torrontés de la bodega.
Este año la Feria dispuso de un pequeño espacio destinado a los vinos de alta gama. No obstante, se extrañó la presencia de muchas bodegas importantes que perdieron la ocasión de presentar sus productos y acercarlos al público.
Entre los estrenos de la edición 2008 de Vinos & Bodegas, la participación de Bodegas Séptima del Grupo Codorníu, que contó por primera vez con un gran stand para degustar sus líneas de vinos y espumantes, entre los que se destacaron dos vinos de su línea premium, el Séptima Noche, un pinot noir 100% con 8 meses de barrica americana, y el Séptima Gran Reserva, un ensamblaje de malbec, cabernet sauvignon y tannat, con 12 meses de barrica, resultando en un vino complejo y balanceado.
Otro estreno fue el de la bodega Esmeralda del grupo Catena, que se presentó por primera vez en la Feria, para reafirmar entre el público su línea Estiba 1 y presentar la colección Esmeralda Gran Reserva.
Sobre ediciones pasadas de Divinidades dicen:
Me ha gustado mucho el boletín sobre Vizcaya/Bizkaia, especialmente la mención al restaurante Azurmendi. El restaurante es una maravilla”.
Soraya Zaoudi, Turespaña (Miami, FL)
Aunque de éstos se hizo cargo en 2001, Bodegas Luna Beberide se fundó en 1986. De esos tiempos pasados del vino quedan recuerdos en su histórica casa familiar de Villafranca del Bierzo, donde su padre, Bernardo, puso los cimientos de la bodega. Un patio lleno de depósitos y mangueras, una embotelladora donde se hacía todo manual y en familia, con poca relevancia comercial, y donde todavía impresiona una pesadísima viga de nogal en prensa, o antiguas despalilladoras.
Pero es más allá de Villafranca y más próximo a Cacabelos, entre 450 y 900 metros de altitud, por donde se desparraman las 75 hectáreas de viña de la bodega. Una colección de mencías, algunas cepas muy viejas, cabernet sauvignon, merlot, godellos, chardonnay o gewurtztraminer, y un jardín de viña experimental adyacente a la estructura principal, donde se estudia la aclimatación de cepas como la cabernet franc, la pinot noir, o la albariño al terreno berciano. La filosofía de la bodega descansa en la producción de calidad de manera respetuosa con la tierra y el ambiente. Tras los pasos del hijo en pos de la bodega, su padre, Bernardo, en un recorrido por las viñedos en algunos de los que aún no se ha culminado la cosecha.
Cuidadosa selección en viña y fermentación individual de cada cepa. Así, como si se tratara de un anfitrión que va enseñando cada dependencia de su hogar mientras entrega su confianza al huésped, se recorre con Alejandro el vasto inventario de depósitos, a fin de catar cada mosto o cada vino, que irá revelando etapas distintas de su proceso de vinificación. “Esto no se lo doy a probar a todo el mundo”.
El resto de las blancas godellos ya entró en bodega y está en depósito, no así las mencías, o las garnachas o la tempranillo. Y otras cepas autóctonas que volverán a recolectarse en 2008, y que, de cosechas anteriores, descansan en barrica sorpresas que pronto verán la luz. Cata en primeur. Assemblage de vino con barrica y sin barrica, delicado, pero potente.
Más catas en lo alto de la bodega mientras se identifican puntos en el horizonte. Un godello joven sin crianza en lías, curiosamente terpénico, con notas a piña, una estructura mineral y persistente en boca. Otro del pago Pedrazais fermentado en barrica, con discreta madera y muy buen assemblage. Un mencía joven sin barrica, con intensa fruta y notas florales y otro de Pedrazais criado en barrica, con fruta, estructura y muchísima personalidad. Y un potentísimo garnacha sin madera, de cepas muy viejas y viñas pobres, muy escogida, casi sobre madurada, para que dé el grado que tanto cuesta alcanzar a esta cepa.
Pausa inquebrantable en la recolección, a la una, pero trabajo incesante en bodega. Y para Sebio, ninguna. Buen momento para el recorrido diario por las parcelas sin concluir, que antes de darse uno cuenta, se convierte en un verdadero safari gracias a la diversidad los suelos y altitudes de las viñas.
Desde su fundación en 1978, la bodega María Alvarez Serrano (Coto de Gomariz) ha ido recuperando fincas a diversa altitud, para ir agrupando pagos en lo que se ha convertido en uno de los proyectos más interesantes de la vitivinicultura gallega.
Los pagos de Gomariz descansan sobre suelos graníticos, más compactos o más meteorizados. El curso del río Avia dejó también subsuelos arcillosos y sábregos, más típicos de la zona, fragmentando las viñas en un lateral de estos últimos y otro de esquistos (xistos), que imparten características de una mineralidad muy singular. “Pizarra hay mucha, pero xisto hay poco y es de identidad muy nuestra. Hay xisto en Santiago de Compostela, en la muralla de Lugo y también en el Douro. El xisto es más drenante que la pizarra, y aporta una mineralidad diferente. A las vides les cuesta mucho crecer en xisto, con lo que la habilidad para plantar dependerá de la posición de la veta de la piedra”.
El esquisto es la base para el Gomariz X, un albariño con un 5% de treixadura que es más dorado de lo habitual para su edad y un juego de aromas en evolución. Un estreno de frescura frutal a manzana y evocaciones a piña y flores blancas va revelando tizas, talcos, incluso alguna nota de picor especiado, para regresar al frescor que navega luego por lejanas evocaciones a almendras o polvos de café instantáneo. En boca es graso e impresiona por su volumen, lejos del estereotipo de un típico albariño del año en Rías Baixas.
Nadie mejor que él para saber cuánto se prolongan los horarios en vendimia. Apenas un par de horas de descanso entre una jornada y otra. No son las once de la mañana y ya está de vuelta a viña y bodega a pesar de haberlas abandonado pasadas las cuatro de la madrugada. Prensando uva.
Es entre éstas donde se mueve más a su aire. Porque ¿quién es Sebio? Uno de los grandes talentos de la nueva generación de enólogos españoles pero, ante todo, un vigneron. Uno, que a pesar de venir de la zona urbana de Rías Baixas, ha hallado en el Ribeiro un lugar para manejar la vid como encantador de serpientes. “Entender el terroir es lo que permite hacer vinos con alma”. Y Ribeiro, según él, es un espejo de dos grandes mundos. “Ribeiro es el que más se parece a Borgoña en el sentido de los crus, con muchas parcelas y microclimas. También posee una riqueza vitícola autóctona, lo que lo asemeja a Italia”.
Arriba, toneles en la bodega. Abajo, parte de los depósitos se encuentra al aire libre
www.viajesyvinos.com
(C) Todos los derechos reservados
Si usted tiene dificultad para descargar las imágenes, presione el botón verde de Refresh / Refrescar en el navegador de su programa de Internet o solicítenos la versión .pdf.