10 de julio de 2017
En esta edición:
DESTINOS: World of Wine
ALBARIÑOS DEL MIÑO: Soalheiro
PROTAGONISTAS: Xavier Ausàs
ALBARIÑOS DEL MIÑO: La Val
DESTINOS: Ribeira Sacra a todo tren
EVENTOS: Encontros Martín Códax
BODEGAS: San Román de Toro
PERSONAJES: Carlos Moro, I+D
Y aperturas, estrenos de vino, eventos y otros...
Los secretos van saliendo de su boca cual sorbos de vino derramados con gotero. Muy poco a poco. A lentas e inesperadas cuentagotas que aceleran su ritmo a medida que la confianza gana terreno y la ilusión se desborda en un ejercicio de futuro que va revelando, también, el alma del vino.
Han pasado un par de años desde que concluyera su etapa como Director Técnico de Bodegas Vega Sicilia, un tiempo que ha servido a Xavier Ausàs de calma aparente para ir cristalizando los sueños que siempre tuvo para su vino. Ya tiene su pequeña bodeguita y, en silencio y con discreción, ha ido erigiendo las paredes del que será su primer vino propio, Ausàs, que se forja en la oscuridad para ver la luz y deleitar a partir de 2018.
Veinte años antes de esa fecha, en 1998, le tocó hacerse cargo de los vinos de esa célebre bodega de la Ribera del Duero, un período que le sirvió para crecer, relacionarse, aprender y perfeccionar la intuición que requiere un proyecto de vinos y a lo largo del cual desarrolló Alión, en Ribera del Duero, cuajó Pintia, en Toro, gestó Macán, en Rioja, y perfeccionó Oremus, en Hungría.
“Lo único que tengo es experiencia”, apunta con humildad, mientras presenta en primicia a Divinidades su nuevo proyecto de vinos.
Por eso lo que ha venido haciendo en esta nueva etapa ha sido precisamente compartir esa experiencia con proyectos varios de vino a través de toda España, una ruta de sabiduría que empieza ya a dejar huella en el rumbo de algunas de las bodegas para la que es consultor enológico.
“Alguien de afuera te ayuda a ver mejor”, afirma, haciendo hincapié en la dedicación que pone en cada uno de sus proyectos. “No estoy para hacer visitas breves, como otros enólogos consultores del mundo. Mi ética es atender a cada bodega con profundidad”.
Por eso su agenda rebosa entre lo suyo y las asesorías para otros que le llaman para que comparta su saber. En Castilla y León, la tierra a la que llegó de niño desde Cataluña cuando a su padre lo trasladaron para desarrollar el célebre proyecto quesero Flor de Esgueva en Ribera del Duero y en la que ha desarrollado gran parte de su carrera enológica, lo mejor de la tierra en tinto y blanco con Pago de Carraovejas, que ahora descartará las categorías Reserva y Gran Reserva para enfocarse en una sola etiqueta, y Ossian, un estuche de blancos verdejos de alta gama, muchos prefiloxéricos, que continuará con sus Quinta Luna, Ossian y Ossian Capitel. En Mallorca, Ánima Negra. Y en Rioja, otra zona que conoce bien, Marqués de Vargas, que ya empieza a revelar la finura y claridad con la que aspira a dotar a los tintos de esta bodega, gracias a un más milimétrico esquema de manejo de viña y vinificación en bodega.
Esta vendimia de 2017 se estrenará también en Tudela de Duero con Pago de la Oliva, una pequeña bodega que nace de una larguísima experiencia viticultora que surtió de uva a otra reconocida bodega de la zona y ahora aspira a verter en botella con un vino propio. Además será el consultor del nuevo proyecto que Grupo Torres desarrollará en Ribera del Duero, donde si bien ya tienen una bodega, aspiran a hacer otra nueva, enfocada en vinos realmente premium.
Pero su dedicación no se ha circunscrito a España pues su talento y conocimiento también le ha llevado al sur de Francia, donde asesora a Château Grand Boise, una bodega de la Provenza francesa que elabora rosados, blancos y tintos y con su ayuda desea potenciar estos últimos. “Creo que es importante que un español haga consultoría en Francia”, apunta, anticipando que es un momento de oportunidades para ello por el retiro de la escena vitivinícola francesa de algunos de los más importantes consultores enológicos del país galo. “Quiero y puedo elegir, porque busco personas y proyectos que me ilusionen y con los que tengo afinidad”, apunta, añadiendo que en el mundo del vino las cosas se hacen por pasión o interés y a él lo que la motiva es la pasión.
Esa misma pasión es la que infunde a su propio proyecto de vinos, donde espera aplicar esa regla de excelencia en la que sentencia haberse educado. Una excelencia que no se circunscribe a la elaboración, sino que también se transpira en la imagen, en el discurso, en el saber estar y en la gente con que uno se relaciona. “No estoy educado para hacer 16 millones de botellas, como tampoco para tres mil”, aclara.
Unas cuantas miles más de esa última cifra serán la base de la cosecha fundacional de Ausàs Bodegas y Viñedos, regido por la máxima de la excelencia de un único vino, tinto, moderno, muy esencia de Ribera, pero sin sobre extracciones, y que no será de precio alto, porque su autor aspira a que un amplio universo de consumidores pueda disfrutar de sus vinos en los sitios correctos de venta y consumo para su perfil.
Así, mientras iba asesorando a otros iba cuidadosamente forjando su propio proyecto de vinos, con una idea diáfanamente clara de lo que quiere y cómo hacerlo, en una función de hombre orquesta con mil tentáculos, muy diferente a cuando contaba con amplios equipos para cumplir las metas de otras empresas.
Estuvo primero en otra facilidad de elaboración, pero le surgió la oportunidad de entrar a un espacio que dejaba otra bodega y no se lo pensó dos veces. Se situó en Quintanilla de Onésimo, en una estructura con típica arquitectura castellana, que en su interior se abre de par en par para albergar una bodega nada pequeña, con áreas muy amplias y cómodas para trabajar que él poco a poco ha ido poniendo a punto, con limpieza, pintura, dedicación y una visión precisa. Por un costado, el área para recibir y procesar la uva en vendimia, y en el otro, depósitos no demasiado grandes de acero inoxidable y un huevo esférico de hormigón que recuerda el globo terráqueo, un privilegio que él tiene en exclusiva para toda España.
Saliendo de esa capilla de vinos, justo en frente, en otra estructura, la nave de barricas. Refrigerada, tentadora para el apabullante calor de estío, con ladrillos y silueta de cava subterránea y pulcra, muy pulcra, porque Ausás es obsesivo compulsivo con la limpieza, como debe ser, y se esfuerza por todos los medios que no caiga ni una gota de vino en las barricas.
Allí se van puliendo los vinos de la cosecha 2016, que protagoniza en exclusividad la tinto fino, pero que, lejos de ser de exclusiva procedencia de un viñedo singular, tan de moda, es una conjunción de terruños singulares cuyos vinos se van envejeciendo por separado para luego armar un rompecabezas que interprete la visión en botella que en su cabeza el enólogo tenia diseñada para el vino. Las uvas proceden de diversos puntos de la Ribera del Duero para aportar matices singulares al conjunto: calidad aromática, carácter frutal, redondez. A excepción de una de las viñas que se conduce en espaldera, todas las viñas de las que se surte la uva son viñas en vaso, con un mínimo de 30 años y algunas con más de cien, cultivadas en suelos diversos y algunas a mucha altitud. Toda la uva es comprada y alguna se vinifica con raspón.
Ferran Adrià empezó a trabajar en elBulli lavando platos. Xavier Ausàs comenzó en Vega Sicilia lavando cajas de uva en vendimia.
Para pulirla están las barricas, no en demasía, pero sí de diversos usos y tamaños. Mientras se van catando en primeur, se va descubriendo un carrusel de sensaciones que van anticipando la complejidad y elegancia que se perfila para el vino. Tonos florales, torrefactos, una danza de fruta que va de la roja madura a tonos más aciruelados de fruta oscura, fruta en abundancia, sensaciones de tierra, taninos domados, carnosidad, tinta china, café tostado, que desembocan en un simulacro de ensamblaje de lo que va rumbo a ser el vino final: un tinto muy moderno, con una plétora de fruta y violetas, que saldrá con contraetiqueta de la DO Ribera del Duero, pero sin sus criterios de envejecimiento.
Aunque tiene las manos llenas, aún tiene una aspiración sin cumplir, la de asesorar algún proyecto en Burdeos, la ciudad donde estudió, se siente muy a gusto y se mueve como pez en el agua. Aunque alguna cosa le han ofrecido allí, aún no da con ese proyecto que le entusiasme y que está convencido sería algo muy positivo.
De momento, mientras atiende lo mucho que ya hay, está pendiente del vino Ausàs, que ya se muestra bastante pulido y aterciopelado, aunque le falte mucho. ¿Mucho? Si la Navidad de 2018 estará aquí antes de que nos demos cuenta. Ya para entonces podremos brindar las fiestas con lo que se perfila será el gran vino de Xavier Ausàs.
Antaño muy empleado como envase, el castaño se está retomando para la elaboración de vino pues se diferencia poco de la barrica usada; su grano más grande que el roble permite una mayor oxigenación.
Es imposible no hacer buen vino con la magnética vista de las viña y el horizonte, un paisaje verde que hiptoniza y relaja mientras se abrazan Galicia y Portugal más hacia el interior. Las botellas tienen una característica forma renana pues a la familia le apasionan los vinos alemanes, austríacos y alsacianos. En total una colección de once etiquetas entre blancas, espumoso y una tinta, el Opacco, su capricho vinícola.
El vino es un asunto de familia que ha evolucionado con la bodega tan bien como sus vinos en el tiempo. Para los más añejos que construyen la historia de Soalheiro, un recoveco lleno de cajas con vinos antiguos. De la década de los noventa al presente su estilo ha evolucionado a lo largo del tiempo, algo que se constata de 1997 a 2016.
El primero, 1997, un estilo más próximo al Riesling, más dorado, con aromas que tienden a hidrocarburos, y luego van revelando recuerdos de melocotón, un punto de caramelo de flan, manzana de sidra dulce, trufa negra y dulce de manzana. En boca es envolvente, más salino que afrutado y muy persistente. A pesar de sus tres décadas se mantiene vivo, con una acidez presente aunque no chocante, dejando en evidencia el potencial gastronómico de guarda de la uva alvarinho y los Soalheiro, a pesar de estar vinificados únicamente en acero inoxidable. Su contraparte de 2016, un alvarinho muy gastronómico, va en la línea de los Sauvignon Blanc, y funde en nariz lo floral y lo mineral. Con una fragancia a flores, a abundantes anisados, recuerdos amoscatelados, a talco, piedra y a caramelo de eucalipto, su untuosidad se percibe desde la nariz, algo que se constata en el paladar donde es muy salino y envolvente. Fruto, en opinion de su autor, de uva de dos cosechas “perfectas”, la de 2015 y 2016.
La bodega surte su uva de unas 50 hectáreas de las que 10 son propias, cultivadas con agricultura biológica.
El Soalheiro clásico es la columna vertebral de la bodega, un monovarietal de alvarinho, fresco, untuoso y salino. Todos los vinos blancos de la bodega son monovarietales de alvarinho a excepción del Allo, un blanco más desenfadado y goloso que ensambla loureiro y alvarinho, y tiene mayor profusión de aromas con flores, humo fino, recuerdos a litchi y una boca muy directa, cítrica y salina.
Muy puro y natural, casi como mosto de uva es el Nature, una de las etiquetas más jóvenes que nace de uvas propias cultivadas con agricultura biológica, fermenta en inox y prescinde de sulfitos. Más bien muy discreto en aromas, el objetivo de este vino natural que se estrena con la cosecha 2016 es el de abrir una nueva puerta para los alvarinhos. La bodega elabora también un vino bajo en alcohol, Dócil.
Algo de madera en tonel y mucho más acero inoxidable se funden en el Primeiras Vinhas, elaborado con alvarinhos viejos de la primera parcela que plantó la bodega. Tres tiempos permiten descifrar su evolución. Su 2006 es de color dorado y en nariz aparecen recuerdos a hidrocarburos, puntos almendrados, melosos, que anteceden una boca fresca, salina, grande, con un final de almendra cruda y nuez, terminando largo y persistente a la usanza de los vinos dulces con recuerdos a mermelada de melocotón.
Su 2015 es muy floral, con un delicado punto meloso a melocotón. También con un punto cítrico y buena untuosidad en nariz, en boca es lineal y envolvente. Y el 2016, discurre por líneas más florales a rosas y puntos minerales, con una boca afrutada, con nota de juventud y un fin cítrico y amargo de toronja en boca.
A esta colección de blancos se añade un tinto, Oppaco, un ensamblaje de alvarinho y vinhão (sousón), que es floral, afrutado, con recuerdos a mora y frambuesa. Soalheiro elabora, además, un espumoso blanco y otro rosé, así como un aguardiente de orujo que envejece en roble nuevo y en barrica de vino de Oporto.
La fama más que consolidada de Soalheiro atrae a sus facilidades a un cada vez mayor número de visitantes para quienes se hizo un acogedor centro de catas y visitas con vistas a la ribera del Minho.
Si deseas visitar Soalheiro contáctanos: [email protected]
En el lado español de la ribera del Miño, sorprende hallar una alfombra de cantos rodados debajo de parrales de albariño, un vestigio sin duda de la proximidad de la finca Arantei a ese río que enlaza a España y Portugal, que se ve desde la distancia desde esa parcela tan única de Bodegas La Val.
Es un signo de distinción. No solo de esa finca sino de la bodega al completo, uno de los pocos enclaves de las Rías Baixas que puede preciarse de tener casi un suelo rodanés en territorio granítico.
Podría tropezarse entre tanta piedras, pero lo cierto es que quien sabe bien el camino del albariño, lejos de caerse entre ellas, ha sabido construir a largo plazo un sendero de vino con botellas de albariño que hoy encantan por todo el mundo.
Nacida en 1985, La Val siempre fue la niña bonita de José Limeres, un gallego emigrante a Madrid donde tenia exitosos negocios de restauración. Aún teniendo con ellos las manos bien ocupadas, no desoyó el fuerte llamado de su tierra, donde deseaba invertir, identificando en el vino una sabia oportunidad de hacerlo, visto el gran consumo de albariño en sus restaurantes y lo difícil que era surtirse de estas botellas blancas en la capital española. Por ello vislumbró en la subzona de O Rosal en Rías Baixas un destino de interés y allí compró la finca La Val, para montar una bodega que hiciera la función de autosuministrar de vino a sus locales gastronómicos.
Casi coincidía aquello con la constitución del Consejo Regulador de la DO Rías Baixas, de la cual aquella Bodegas La Val fue una de los primeros adherentes. Fue una época de modernización del sector enológico en España, una revolución impulsada con la creación de la denominación de origen, y en ella La Val fue una de las primeras bodegas modernas del país.
Empezaron a elaborar vino con uva de aquella finca La Val y la que compraban a otros viticultores y poco a poco fueron expandiendo su quehacer y saber vinícola. Pero tras la prohibición de los alambiqueros ambulantes en 1988, Limeres creyó ver otra oportunidad para desarrollar una destilería de aguardientes, para lo que en 1989 adquirió una finca de 35 hectáreas, todo un hito en tierra de minifundios, en la subzona de O Condado, en la frontera en que el río Miño hace de lindero entre Galicia y el Norte de Portugal. No fue tan acertado el instinto esa ocasión y al poco de haber creado el negocio se percató de su poca viabilidad, con lo que quiso desligarse del mismo, algo que terminó por llevarle a adquirir de sus socios sus respectivas partes, lo que desembocó en la detención del proyecto que llegó a tener 48 hectáreas de viña entre las fincas propias ahí en O Condado y las de O Rosal.
Por ellas, tras un largo paréntesis el proyecto se retomó en 2003, reconstruyendo el edificio de la destilería para reconvertirlo en una bodega, amplia y cómoda para trabajar. Con ello se cerró la bodega de O Rosal, aunque de la viña de allí se desharían tiempo después.
Pero fue realmente a partir de 2010, tras un cambio en el accionariado, que La Val tomó un rumbo renovado al timón propietario de Fernando Bandeira, creando para la bodega una nueva etapa que también ha sabido seguir la visión de su romántico fundador para el vino.
Cuarta generación en una familia de bodegueros dedicados a la elaboración de vinos al estilo de Oporto, primero en esa ciudad, y luego en Galicia, Bandeira aportó a La Val una dilatada experiencia gerencial y comercial en otras bodegas de Rías Baixas y el sector conservero, así como un preámbulo administrativo en la propia bodega.
Con esa metamorfosis se adquirió la estructura de la bodega, las marcas y varias viñas en O Condado, aunque se abandonaron las de O Rosal. Para estar pendiente de ellas y de los vinos de la bodega se incorporó a tiempo completo a un enólogo, José María Ureta, que desarrolla los vinos a partir de una filosofía de calidad máxima y la determinación de Bandeira y Limeres de elaborar vino únicamente de viñedos propios cuya calidad pueden controlar con rigor, incluso cuando esto haya representado una reducción en la producción total de botellas de la bodega, ya que antaño la bodega sí compraba mucha más uva a viticultores externos. De aquellos, hoy tan solo trabajan con dos, que se someten a un minucioso control por parte de la bodega.
El hincapié que La Val hace en la calidad de su uva se refleja en los trabajos de investigación que hacen para mejorar el desempeño de la viña. Uno de sus proyectos actuales de investigación de viña emplea la nanotecnología para combatir enfermedades de la madera, como la yesca, un hongo anualmente responsable de la mortandad de un 2% de las plantas de vid en Rías Baixas.
Las viñas se esparcen por la subzona de O Condado, gran parte de ellas a estrecha proximidad de la bodega lo que permite que haya una constante entrada de uva recién vendimiada al momento de la recolección. Defensores de las parras, todos los viñedos de La Val se conducen en este formato, tanto las viñas más añejas como las de más reciente plantación. A excepción de una de las fincas más cercanas a la bodega, donde hay plantadas también loureiro y treixadura, la albariño es la reina de las viñas en La Val.
La estructura de la bodega es de espacios amplios y abiertos, cómoda para el trabajo y cómoda para la limpieza, con prevalencia de depósitos de acero inoxidable y algunas barricas usadas donde se envejece uno de sus vinos.
El flujo de uva es constante en vendimia, y una vez en bodega, la uva se enfría un poco luego de despalillarse, sometiéndose casi toda a maceración antes de prensarse. En la parte inferior se encuentran los depósitos de recepción de mosto, y continúa un proceso de trazabilidad en la vinificación. La bodega no acostumbra a hacer maloláctica. Hay algunas áreas refrigeradas, como la del almacén, una de las exigencias con las que tuvo que cumplir para obtener la certificación A de BRC Global Standards, una norma de calidad inglesa líder en la protección de marcas y consumidores, con requisitos aún más puntillosos que las normas ISO, ya que garantizan la estandarización de los criteros de calidad, seguridad y operaciones, asegurando que los manufactureros cumplan sus obligaciones legales ofreciendo protección al consumidor.
La bodega elabora cinco etiquetas de vino, una colección que va in crescendo como las escalas de un pentagrama que comienza con lo desenfadado y divertido para consumidores más jóvenes y discurre por una ruta que revela a la albariño como una variedad de uva camaleónica que permite hacer también grandes blancos de larga crianza y guarda, buscando siempre consistencia de añada en añada, algo que es posible gracias al profundo conocimiento y control que tiene de sus viñedos.
La más joven de esas etiquetas es Más que 2, un blanco que funde albariño, loureiro y treixadura, un ensamblaje de variedades típico de la subzona de O Condado, que pretende llegar a los consumidores más jóvenes, mostrando otra cara de Rías Baixas en la que los rostros de la etiqueta pretenden reflejar las uvas que compongan el vino cada añada. Domina la albariño en ese cóctel de uvas de la cosecha 2016, un vino sin complicaciones, fresco, con marcados recuerdos a eucalipto y piedra mojada, y tonos muy cítricos a limón y toronja en nariz, dando paso a una boca fresca, de estructura ligera y envolvente.
La Val es la etiqueta bandera de la bodega, un monovarietal de albariño que ensambla uvas de diferentes viñedos y que es el único de la bodega que no pasa tiempo con contacto con sus lías y apenas una parte se macera antes de fermentar. A pesar de ello, en su añada 2016 se percibe un buen volumen en nariz donde vuelven a remarcarse los tonos cítricos y a eucalipto, abundan las notas anisadas y hay un recuerdo a piedra, antecediendo una boca muy lineal y mineral, con frescura y mucha salinidad para concluir largo y persistente en el paladar.
De la finca justo en frente a la bodega nace Finca Arantei, un albariño de pago marcado por el suelo de cantos rodados que hay en la viña, y que sí se somete a maceración y luego pasa tres meses de contacto con sus lías. Su añada 2015 manifiesta mayor madurez en nariz, con tonos anisados, a hinojo, delicado humo, piedra mojada, una explosion de eucalipto y una pizca de jalea de manzana. El vino es goloso, fino y elegante, con un pase por boca potente, casi masticable y muy persistente, donde se remarcan los matices cítricos y salinos, y aparecen incluso algún punto especiado a jengibre y un sutil aire almendrado incluso sin haber tenido contacto con la madera.
La cuarta etiqueta es La Val Sobre Lías, un vino muy especial, de pago, que luego de vinificarse se somete a una larga crianza de tres años, primero con las lías del vino y luego con las lías de las dos siguientes vendimias, tras lo cual reposa un año más en depósito y otro en botella. Un vino que no esconde su madurez en nariz, donde aparecen notas a compota de manzana, una tenue nota de caramelo y tonos a cáscara de naranja, pero en boca sublima con su sobresaliente frescura que sorprende siendo un vino de 2010, que mantiene salinidad y volumen, y concluye con una pizca especiada a jengibre en lengua.
En esa alta gama está también La Val Fermentado en Barrica, un vino muy elegante que, como bien describe su nombre, se fermenta en roble y luego reposa seis meses sobre sus lías. Su añada 2012 muestra una magnífica integración de la madera con apenas sutiles toques a almendra y tostados, y prevalencia de los matices balsámicos a laurel y eucalipto, fino humo, y matices de naranja, membrillo, jalea de manzana y albaricoque en un vino limpio en nariz y con una boca grande y penetrante.
La producción de alrededor de medio millón de botellas se destina en un 30% al mercado español y el restante viaja a 40 mercados internacionales en Europa, América, Australia y algún país asiático. Con el bagazo de las uvas producen también aguardientes de orujo, aunque, por el momento, no en destilería propia.
Son una cápsula del tiempo, una forma dinámica de envasarlo. Poseen el don de la perdurabilidad, de traspasar generaciones y dejar encriptados a los más jóvenes lo que quisieron decir los antiguos sobre un momento en el universo sobre el clima que imperó, sobre el estilo de hacer las cosas. Es uno de los privilegios que concede el vino y, entre vinos, probablemente ningunos como los de Oporto para atestiguar esa capacidad de vida prolongada, de ir relatando una historia desde el silencio de un envase preservado en la oscuridad de una bodega.
Más de tres siglos se condensaron entre Oportos de Ensueño, un encuentro glorioso que, como parte de la agenda privada de Essência do Vinho, citó en el Instituto de Vinos de Douro y Oporto a catadores obnubilados y a los representantes de las bodegas que preservaron esos tesoros especiales y exclusivos en botella que se vertieron de manera excepcional en las copas, para admirarse del potencial de viveza, longevidad y matices que el vino de Oporto es capaz de desarrollar en el tiempo, avalando un prestigio como uno de los grandes vinos del mundo.
Esta especial colección de botellas se fue forjando al amparo de momentos únicos para la historia de las bodegas, muchas verdaderas dinastías de vino que han ido transfiriendo saber por generaciones. Unos conmemoran efemérides propias y otros ajenas, que una a una se fueron desgranando en la degustación, encabezada por Bento Amaral, del Instituto, y uno de las autoridades del vino de Oporto en el mundo.
Con entre decenas de años de vejez y precios que llegaron hasta los 3,500 euros por botella, los vinos, lejos de en decadencia, como conjunto se mostraron muy vivos, con buen equilibrio entre azúcar y acidez e impresionante riqueza de matices organolépticos, que hizo de la cata una sesión excepcional, invaluable y sublime, no solo por las cualidades de los vinos en copa, sino por lo que cada etiqueta representa para el Douro y cada una de sus casas productoras. Simplemente un antiguo testamento vivo sobre la grandeza del trabajo que esta región demarcada y reglamentada en 1756 ha venido haciendo por siglos y se siente cada vez más inspirada a proseguir realizando.
Ramos Pinto 40 Yr. Old Tawny
Adriano Ramos Pinto fue un empresario del vino de avanzada. En el museo a orillas del Douro de esta bodega de Oporto hay testimonios de su vocación innovadora con carteles arriesgados, que reflejan su alma publicitaria, que le llevó a hacer una apuesta importante por la promoción, así como por la exportación, que convirtió a los suyos en unos de los vinos de Portugal de mayor repercusión en Brasil.
Esto podría parecer normal en cualquier empresa de hoy día, pero no lo era tanto en una que como Ramos Pinto, se fundara en 1880 como empresa familiar aunque hoy pertenezca al grupo francés de champán Louis Roederer.
Este Oporto de color castaño claro en nariz reveló notas de almendra, abundante naranja, pasas sultanas y posteriormente caramelos y algo de higo, que también proliferó en boca junto con matices a chocolate y ciruela pasa. Tiene buena acidez en el paladar, por donde se desliza aterciopelado, con buen equilibrio, dejando un buen retrogusto y una persistencia larga y profunda. Una producción de apenas 320 botellas que se recomiendan servir un poco frías para minimizar las sensaciones de acidez volátil que pueden dejar algunos Oportos muy viejos.
La bodega, casi siempre añeja sus vinos en roble aunque, como otras, ocasionalmente lo hace en castaño y otras maderas exóticas.
Quinta do Vallado ABF Very Old Tawny Porto 1888.
Las iniciales ABF responden a Antonio Bernardo Ferreira, hijo de Antónia Adelaide Ferreira, la gran dama de vino del Douro, y este fue un vino que se embotelló en 2016, con más de un siglo, para celebrar el aniversario de la casa.
Un vino de Oporto concentrado, de color cobrizo intenso, con una nariz fina y delicada, con recuerdos a vainilla, naranja y almendra, y también un punto de acidez volátil, ese “vinagrinho” del que tanto se habla en los vinos de Oporto. En boca fue envolvente, con una fina persistencia y un retrogusto con tonos de cascarilla de cacao y caramelo.
Porto Carvalhas Circa 1867. Real Companhia Velha.
Un Oporto muy viejo de una de las casas más antiguas de Oporto, lleno de recuerdos y etapas en la bodega. Parco en aromas, fue en boca que hipnotizó con su cuerpo denso y voluptuoso pero gran elegancia, en un vino sorprendentemente vivo y salino, con algún punto de caramelo, chocolate fino y cascarilla de cacao, todo colocado con delicadeza. Una joya. Costo: 3,600 euros.
Anota en tu agenda: desde 2014 el 10 de septiembre se instauró como Día del vino de Oporto.
Divinidades y Viajes & Vinos agradecen muy sinceramente a Essência do Vinho su invitación a formar parte del panel de jueces internacionales de la selección de los diez mejores vinos de Portugal, que tuvo el privilegio de participar en esta cata de Oportos muy viejos.
Se aguarda con ansia el estío de 2020, fecha para la que se programa la apertura de World of Wine, una nueva ciudad del vino que tranformará íntegramente el centro histórico de Vila Nova de Gaia, destino por excelencia de las bodegas de vino de Oporto.
Es una iniciativa de The Fladgate Partnership, propietaria de varias de las más importantes marcas de vino de Oporto, así como de los hoteles de lujo Vintage House, The Yeatman e Infante Sagres, que ha decidido revitalizar una serie de almacenes en desuso para convertirlos en un verdadero centro de cultura, ocio y educación sobre vinos de Portugal y el mundo con el objetivo de crear un nuevo atractivo turístico que apele al visitante premium, elevando el nivel de Gaia como destino urbano del vino.
Esto se logrará revitalizando esos espacios creando un sinnúmero de experiencias que desestacionalicen el turismo y atraiga a un nuevo de visitante a la ciudad y a los treinta mil metros cuadrados del complejo cultural, enológico y gastronómico que contará con una inversión inicial de 100 millones de euros.
Cinco museos con experiencias culturales y educativas, espacios gastronómicos y para eventos, una escuela del vino, estacionamiento, tiendas, incluyendo de artesanías locales, y nuevo accesos, todo con un diseño integrado con la arquitectura de la zona. Vino, corcho, envases, la historia de Oporto y el norte de Portugal, y la moda y diseño de ese territorio serán los grandes protagonistas de las experiencias de World of Wine.
Taylor’s, Croft, Fonsecay Krohn son las marcas de Oporto bajo el paraguas de excelencia de The Fladgate Partnership.
El río Miño ha sabido encuadrarse con su mejor ángulo entre bancales para que no importa desde donde se admire reluzca un paisaje de ensueño en el impávido espejo de sus aguas, una pose plácida e imponente en una de las zonas más secretas y maravillosamente hermosas de la Ribeira Sacra.
En las riberas del río ha cobrado nueva vida a lo largo de la última década un pueblo fantasma poblado por la pizarra milenaria, bancales abandonados, rústicas casas casi derrudias y algunas pocas uvas con edad. Entre lo viejo y lo nuevo, entre lo olvidado y lo recobrado se ha completado una obra titánica de recuperación y restauración que ha insuflado de vida a la antigua aldea de la Míllara, renacida alrededor de una bodega.
Con las casas de piedra convive casi un anfiteatro de bancales, unos recuperados, otros erigidos en una obra faraónica que puso a punto la viña de la finca, de la que íntegramente la bodega surte su uva y que, casi en el ecuador del ciclo vegetativo exhibe racimos bien formados entre hileras de cepas sin fin: un habitáculo de sousones, mencías y otras cepas autóctonas del noroeste atlántico ibérico, erguidas entre una alfombra de lavanda, margaritas, frutales y olivos que bordean las curvas sinuosas de la viña.
En los últimos años, ese cuidado jardín de viña ha ido cobrando una nueva perspectiva en botella, tras la incorporación de Raúl Pérez y José Alfono “Cuco” Luna al equipo enológico de Finca Míllara, que de un trio de vinos de finca ha pasado a una colección más amplia de etiquetas que abarca desde vinos más jóvenes a vinos de larga crianza y guarda.
El cambio es notable en bodega, pero, más que todo, en la viña. Los bancales han seguido su ascenso a la cima recubriendo las laderas del monte de un contraste de verde y piedra. Casi cruje la pizarra que hiere el paisaje con sus vetas abiertas de suelo mineral entre viñas zigzagueantes con sazones de árboles que van a ir dando nombre a algunas de las etiquetas que allí se elaboran: olivos que dan sombra a las viñas, naranjos que casi se zambullen en el río, algún alcornoque escondido, todo en conjunción de espacios enlazados por el bosque donde abunda el verde, un ensamblaje de microclimas en un cuidado paraje de contrastes y quietud, entre lo cuidado y lo salvaje retratado en el río, que hace del conjunto natural y las vistas de Finca Míllara probablemente unas de la más seductoras de toda la Ribeira Sacra.
De esas 21 hectáreas de viña propia nacen más de una decena de etiquetas, un aceite de oliva y un vermut. La antigua nave de elaboración ha dado paso a una habitación de barricas, que cedieron su espacio a una sala de vinificación donde conviven depósitos de acero inoxidable y grandes tinos de madera. El viñedo se beneficia de una diversidad de altitudes y orientaciones, lo que va confiriendo personalidades singulares a distintas parcelas que se vinifican por separado y, a veces, se embotellan también.
Al vino original de la bodega, Finca Míllara, un tinto mencía con crianza, se añadieron otras dos etiquetas, Lagariza y Beterna. Beterna tiene una corta crianza en barrica mientras que la de Finca Míllara se extiende por cerca de un año. La bodega juega con barricas de diferentes tamaños y usos para pulir sus vinos y en ocasiones sorprende la evidencia de contrastes entre un mismo vino, de una misma parcela, expresando matices diversos según la dimensión de la barrica que le contiene, incluso siendo de la misma tonelería.
A la par que se evalúa la evolución de los racimos de la cosecha 2017 en la viña se repasa el devenir de los vinos de la cosecha 2016 que reposan en barrica, muchos a mitad de camino de su terminación, y que revelan mucha fruta y frescura tanto en blanco como en tinto. Los hay fermentados con raspón y despalillados, de parcelas más jóvenes, de otras mucho más viejas, con tonos de mayor o menos crianza en madera, pero siempre con transpiración de sensaciones que evocan tonalidades del suelo donde se gestan las uvas.
Entre las barrricas tintas se desliza un blanco, una de las incorporaciones de años más recientes que extrae de la blanca godello un perfil de elegancia en Ribeira Sacra. Es El Prohibido, uno de los vinos que nació con la incorporación a la bodega de Raúl Pérez, uno de los enólogos más prolíficos y con mayor repercusión mediática de España.
Su blanca añada 2016 anticipa un vino con buena tipicidad de la uva, fino, sin demasiado volumen en boca, pero una buena persistencia en el paladar. Es una delicadeza que se constata con el vino terminado de la cosecha 2015, que culminó un envejecimiento de nueve meses en barricas nuevas y usadas de roble, que entregaron delicadas notas a humo, hojas de naranjo, flores blancas y algún tono almendrado y tenue especiado a jengibre, en un vino con un punto algo cítrico en boca, salinidad, buen volumen buena persistencia y mucha elegancia. Nace de cepas viejas cultivadas en suelo de pizarra, y sale al mercado al desamparo del Consejo Regulador es decir, como vino de mesa. El Prohibido Godello tiene un contraparte tinto de mencía y sousón, con una corta crianza de cuatro meses que en su cosecha 2014 revela tonos a lavanda, pimienta negra, grafito, una pizca de cuero, un velo de ciruela madura y tonos especiados en un vino con un pase aterciopelado por el paladar, con mucha fruta y persistencia.
Junto con este dúo Pérez elabora un trío cimentado en la procedencia de la uva en la viña, en que la mencía tiene un rol protagónico pero no exclusivo. Bancales de los Alcornoques 2015, mencía y sousón, destaca por su fruta y frescura aunque tiene aún por pulir. Más pulido pero con similares caracteríticas es el Ribera de los Naranjos, mientras que el Cuesta de los Olivos, ya en su cosecha 2016, incorpora incluso uva blanca en su ensamblaje que entrega un vino super fresco, ligero, facilísimo y pulido, con buena fruta, tonos a pimiento negra, balsámicos y a punta de lápiz.
Además de una etiqueta designada El Prohibido, Pérez ha estrenado este año Jvlivs, un mencía premium de cepas viejas que se fermenta sin despalillar en depósitos troncocónicos y luego pasa entre 9 y 12 meses en barrica de 500 litros. Su cosecha 2016, aún en barrica, junto con su fruta roja arrastra alguna nota de cuero, graffito y especias. La de 2015, la primera de esta etiqueta, que recién sale al mercado, requiere oxigenación para irse revelando en un vino fresco, potente y muy fino.
En la línea premium del Jvlivs hay otros vinos de producción limitada y la exclusiva factura de José Luna, bodeguero y también elaborador de Finca Míllara, quien, como Pérez, trajo a la Ribeira Sacra su savoir faire con las mencías del Bierzo, que considera tienen un menor potencial de guarda que las de la denominación gallega. No es la mencía la que distingue a los vinos de Luna sino más bien la sousón, otra cepa autóctona gallega que protagoniza sus vinos, El Nido del Cuco y VS Cuco.
El VS Cuco tiene un porcentaje mayoritario de sousón y su cosecha 2016, que reposa en barrica grande, destaca más por su golosidad, tonos florales, de fruta morada, puntos ahumados y sensaciones minerales a tierra. Vino terminado de la cosecha 2015 sostiene la prominencia de la sousón en un vino de intenso color, super floral, con aromas a lavanda, piedra mojada, regaliz y mora madura con puntos ahumados. El vino, que se elabora con uva de las parcelas más altas de la viña, tiene mucho carácter y rotundidad, así como golosidad y untuosidad en boca, donde es casi masticable. Más fresco y también afrutado es El Nido del Cuco, conjunción también de sousón y mencía que pasa once meses en barrica.
Ese carácter opulento está más presente en el Finca Millara 2008, del que se ha hecho una edición vintage, retrato de los inicios de la bodega que refleja la buena aptitud de guarda de la mencía. Monovarietal de esta variedad de uva, tuvo tonos de fruta madura, guindas en licor, notas balsámicas, un velo de talco, así como un paladar untuoso y aterciopelado, en un vino aún vivo, con amable acidez y tonos tostados de su crianza, un regreso al pasado para vislumbrar el porvenir.
Siempre en acción, la bodega contempla expandir su viña recuperando para el cultivo una zona boscosa que tiene viejos bancales testigos del pasado vinícola de la aldea. Además, se planifica la adición de una tienda y una sala de catas, además de un área de embarcadero, para llegar por tierra o río a disfrutar de su entorno, mágico, y de los vinos que nacen de él.
Hay que ir a la Ribeira Sacra a espantar los malos espíritus. No puede sino haber buenos duendes colgados de los bancales cuidando de las viñas imposibles, sino que en caso que alguno tribilín se escape, el conjuro de la queimada acabará con el hechizo de las malas hierbas dejando a quien vea brotar fuego del aguardiente hechizado con la magia del territorio y la experiencia de recorrerlo en tren.
Cada año se pone en marcha entre verano y otoño para llevar a un privilegiado grupo de viajeros a recorrer la más pura esencia de este territorio del vino. Se trata del tren turístico al que vale la pena subirse nada más como antídoto del calor estival para admirar esas montañas de granito y pizarra pintadas de mil tonos verdes y pinceladas de sol que calientan las viñas y sus uvas para rindan los mejores vinos.
Divinidades y Viajes & Vinos agradecen a Renfe su invitación a ser parte de este recorrido.
Todos abordo llegan en el tren casi hasta Monforte de Lemos para iniciar por carretera un recorrido a Sober, donde el transporte cambia a un coqueto trenecillo que desciende lentamente por las curvas sinuosas del Cañón del Sil para admirar su majestuosidad en las inclinadísimas viñas de Amandi, un lugar que como su nombre define, es digno de ser amado. En la cima de una de ellas se divisa la escultura granítica que homenajea al carreteiro, un héroe que por esas pendientes subía cestos de entre 30 y 40 kilos de uva, una interrogante al ver pendientes de hasta casi 80 grados que quien sabe si halla respuesta en los 18 monasterios y más de 200 iglesias que pueblan ese territorio grande que contiene 2,500 hectáreas de viñedos, no en balde la Ribeira Sacra aspira a convertirse en patrimonio de la UNESCO.
Las viñas que se han visto en declive cobran una nueva perspectiva desde la altura de la bodega Regina Viarum, donde se realiza una parada para admirar el paisaje, conocer un poco de vinificación y probar uno de los vinos que allí se elaboran. De Amandi se llega a Monforte por una ruta rural donde vacas robustas y tiernas ovejas se cruzan en el paisaje, viviendo en amplitud ese territorio que se explica en el Centro de Interpretación del Vino, un antiquísimo hospital que tuvo diversos usos hasta convertirse en 2009 en un eje de conocimiento y venta, pues su tienda cuenta con uno de los más vastos inventarios de vinos de la Ribeira Sacra, además de algunos de los aceites que se elaboran en la zona.
Luego de comer los viajeros se preparan para una tarde de leyenda. Van en busca de esos seres mitad hombre, mitad pez que se dice habitan en las tremendas profundidades del río Sil, por sobre cuyas impávidas aguas se desliza un catamarán, dejando un rosel en las aguas, fragmentadas en tonos azules o verdes, según se refleja en ellas el Cañón donde confluyen los climas atlántico y mediterráneo, según la orientación.
El río Sil cinceló esas piedras abrumadoras y las abrió en dos como Moisés al Mar Muerto, con costados por donde estallan granito y a veces pizarra, que a veces salpican viñas a las que solo puede accederse por el río y hacen cuestionar si es pasión o locura lo que puede llevar a alguien a cultiva uva en espacios tan inhóspitos e inaccesibles.
El vaivén de experiencias pasa de lo bajo del Cañón a lo alto de las montañas circundantes hasta llegar al Monasterio de Santo Estevo, hoy convertido en hotel de lujo, en el que un druida cuenta su historia monacal en una visita teatralizada que se pinta con el arcoiris de colores del reflejo de los vitrales sobre la vieja piedra, y corona el día con una modernizada queimada de orujo para espantar los malos espíritus. Todo antes de volver al tren, que tras una pausa en el Museo del Ferrocarril de Os Peares, un espacio nostálgico con muchos recuerdos de antiguos viajes de tren, retorna a Orense, para concluir el viaje admirando la rica vegetación, las iglesias románicas, la flora y fauna local en un completísimo recorrido que ya han hecho viajeros de 15 nacionalidades y es una buena plataforma para introducirse a las maravillas de la Ribeira Sacra.
El verano es la época ideal para disfrutar de esta fascinante programación de ocio, que permite prescindir del automóvil y ofrece multiplicidad de rutas de uno o pocos días de duración, para las que se han rescatado del baúl de los recuerdos vagones históricos que se han redecorado para convertirlos en eje de recorridos planificados para conocer lugares inolvidables. La Red Nacional de Ferrocarriles Españoles (RENFE) realiza las rutas de los trenes turísticos en conjunto de Turismo de Galicia, en un esfuerzo por potenciar la oferta de sus respectivos territorios.
Festival del Vino de la Ribeira Sacra
Del 14 al 16 de julio la ciudad de Monforte de Lemos acogerá el 1er Festival del Vino de la Ribeira Sacra, una celebración colectiva a los vinos de esta denominación de origen que este 2017 celebra el 25 aniversario de los inicios de su andadura. El evento, que pretende convertirse en una cita de referencia en el porvenir, se realizará en el Paseo del Malecón de Monforte, a orillas del río Cabe.
Más de 20 bodegas darán a degustar sus vinos, que se complementarán con otros sabores de la tierra y la artesanía tradicional de la zona, actividades para niños y espectáculos musicales. Los días 15 y 16 se programarán rutas turísticas con guías especializados por los ríos Miño y Sil, con visitas a bodegas. De 30 bodegas iniciales, hoy son 90.
La denominación de origen Ribeira Sacra comenzó en 1991 forjada con la ilusión de poner en valor un territorio para el que también pretendieron que se recuperara la viticultura como modo de vida a fin de estimular a la gente a permanecer y vivir en la región. En ese año los bodegueros iniciaron las primeras gestiones para lograr em 1993 el reconocimiento de Vinos de la Terra de Ribeira Sacra, con la aprobación de su reglamento en 1996. Esto supuso poder certificar el origen del producto, garantizar su calidad y promover los vinos producidos bajo la denominación.
Además de vino, gastronomía y paisaje, Ribeira Sacra es también un enclave cultural, con una prolija oferta de arte románico, lo que la hace un destino turístico idóneo.
Nueva casa para Perelada
Sus cavas rosados eran los que apasionaban a Salvador Dalí. Si el genio del arte aún viviera probablemente dejaría su impronta en la nueva bodega que Peralada va a construir en el Ampurdán catalán para perseverar en la excelencia de sus vinos y llevar su marca y la de la DO Empordà a una posición de referencia tanto dentro como fuera de España.
Treinta millones de euros se invertirán en este nuevo proyecto, que ha sido comisionado a RCR, arquitectos olotenses premiados con el prestigioso premio Pritzker de arquitectura, quienes han concebido para la bodega de Peralada un edificio singular, totalmente integrado en el entorno, y pionero en Europa en términos de sostenibilidad. Se espera que las nuevas instalaciones se completen en 2019, dotando a la bodega de una capacidad de producción que superará anualmente dos millones de botellas de vino.
La decisión de construir una nueva bodega responde a los valores que han sido los pilares de la empresa desde los orígenes: la vocación de hacer grandes vinos de calidad y la convicción de apostar por la experimentación y la innovación. También es la culminación de una historia de amor que desde hace un siglo une a la familia propietaria de la compañía, y al Ampurdán.
El proceso de concepción de la nueva bodega dio comienzo cuando la familia Suqué-Mateu – propietarios de Perelada– confió en la intuición del estudio RCR y la pureza de su arquitectura, basada en el respeto por el paisaje preexistente y en conferir prioridad a la vertiente emocional y experiencial del espacio resultante.
El estudio olotense, integrado por Rafael Aranda, Carme Pigem y Ramon Vilalta, ha ideado un proyecto guiado por la voluntad de integración plena en el entorno y de crear un edificio atemporal y, a la vez, dotado de una fuerte personalidad. La nueva bodega de Castell de Perelada entrará en funcionamiento en 2019 y pretende ser la primera de Europa en contar con la certificación ambiental y energética LEED® BD + C, un sello desarrollado por el US Green Building Council que acreditará la sostenibilidad y alta eficiencia de su diseño y construcción.
LEED® (Leadership in Energy & Environmental Design) es un sistema de certificación de edificios sostenibles, desarrollado por el U.S. Green Building Council, que se basa al incorporar en los proyectos aspectos relacionados con la eficiencia energética, el uso de energías alternativas, la mejora de la calidad ambiental interior, la eficiencia del consumo de agua, el desarrollo sostenible de los espacios exteriores y la selección de materiales. Esta certificación, de uso voluntario, tiene como objetivo avanzar en la utilización de estrategias que permitan una mejora global en el impacto medioambiental de la industria de la construcción.
Desde su fundación, la ambición de Perelada Vins i Caves ha sido reflejar la personalidad, la heterogeneidad y el enorme potencial vitivinícola de su tierra. El principal motivo del éxito de los vinos de Perelada, bodega líder de la DO Empordà, ha sido precisamente esta aspiración de extraer el máximo potencial del territorio donde se encuentra y sus condiciones geoclimáticas, consiguiendo una gama equilibrada y completa de vinos con un carácter muy definido que son capaces de transmitir desde la copa el paisaje que les ha visto nacer.
El Ampurdán concentra una variedad de suelos que se da en muy pocos lugares del mundo: laderas de pizarra, valles de arena, sedimentos de origen fluvial, tierras ricas en limos y arcillas y suelos de grava, contrastes que permiten a Peralada obtener uvas con una amplísima gama de matices."
En las últimas décadas la tradición vitivinícola de Perelada se ha revitalizado incorporando la más moderna tecnología y dando una gran importancia a la experimentación. Sin embargo, la bodega de nueva construcción reforzará la apuesta de Perelada por los vinos de alto nivel y supondrá un impulso necesario para hacer de la DO Empordà una denominación de origen reconocida internacionalmente.
La bodega dará cabida a diferentes ambientes y ha sido diseñada para propiciar que su recorrido siga el flujo de trabajo, consiguiendo que durante la visita a Perelada se pueda apreciar con todo detalle el proceso de elaboración. En el área de producción se encontrarán tres bodegas diferenciadas: la de los vinos blancos y tintos, la de vino de fincas y la dedicada al vino de la finca Garbet y los vinos experimentales, donde todo el proceso tendrá un cariz más artesanal.
Perelada Vins i Caves nació en 1923, cuando Miquel Mateu adquirió el conjunto monumental del Castillo de Peralada, del siglo XIV, y revitalizó la tradicional industria vitivinícola del Empordà con la fundación de Perelada Vins i Caves en una cava donde la Edad Media ya se producía vino. Hoy, a poco más de cinco años de cumplir el centenario de su fundación, Perelada se encuentra en uno de los momentos más significativos de su historia, todo un hito para el que se considera la bodega con más peso en la DO Empordà.
El Jamuz es una zona vitivinícola cercana a la provincia de León con tradición vinícola para consumo propio, cuya producción se guardaba en cuevas junto a la rivera del río Jamuz. Hace unos cuatro años la bodega Fuentes del Silencio determinó recuperar esa tradición elaboradora con un proyecto nacido con el objetivo de recobrar el saber hacer tradicional y las cepas autóctonas de esta zona histórica. Desde entonces, Fuentes del Silencio trabaja con viñedos viejos de más de 100 años ---algunos prefiloxéricos--- de las variedades autóctonas mencía y prieto picudo para revalorizar la viticultura de la zona elaborando vinos singulares de producción muy limitada.
Fuentes del Silencio se ubica en el municipio de Herreros del Jamuz, zona singular desde el punto de vista climático y geológico, cuya gran cantidad de reservas de agua provocan que fuese conocido en el pasado como “el pueblo de las fuentes”, legado popular que inspiró el nombre de la bodega. Sus instalaciones se encuentran en el casco antiguo del municipio, en unas casas que se han rehabilitado respetando el adobe y la piedra original. La adaptación a su nuevo uso vitícola se ha desarrollado siguiendo la misma filosofía que para la elaboración de los vinos: de forma artesanal, arriesgada y con poca intervención. Además de esta propiedad, Fuentes del Silencio también dispone de una bodega tradicional leonesa esculpida en la roca y en medio de sus viñedos, un espacio recuperado y dispuesto para catas y encuentros.
La enóloga Marta Ramas encabeza este proyecto que cuenta on la asesoría enológica de Raúl Pérez, un maestro de la mencía y la prieto picudo. Miguel Ángel Alonso y su mujer, María José Galera impulsan el proyecto que trabaja para recrear la esencia del territorio buscando la máxima expresión de cada una de sus pequeñas parcelas, practicando una viticultura integrada y potenciando al máximo los métodos tradicionales para convertirse en un testimonio vivo de la historia vitícola de los viñedos de la frontera del noroeste de España.
La bodega cuenta con tres vinos: Fuentes del Silencio, Fuentes del Silencio Cepas Viejas y Fuentes del Silencio Rosado, siendo Fuentes del Silencio Cepas Viejas, su vino bandera. Ensamblaje de mencía, garnacha tintorera (alicante bouschet) y prieto picudo, su añada 2015 es de denso color morado y en nariz se manifiesta opulento en nariz donde es muy mineral, con recuerdos a grafito, a hierro y a trufa negra, además de afrutado a arándanos, grosellas y cerezas oscuras, y muy floral, con matices a abundante violeta, lavanda y aceite de oliva, enebro, romero y aceituna. De cuerpo medio, no es en exceso untuoso en el paladar donde se remarcan sus tonos tostados, a cedro, tabaco, chocolate y taninos pulidos, prolongándose en un final goloso y especiado. El vino sale con contraetiqueta de Vino de la Tierra de Castilla y León.
En 1898, “Vino del Condado de la Fillaboa” fue uno de los primeros albariños de Rías Baixas en cruzar el Atlántico a bordo de un velero rumbo a Cuba. El vino era obra de Bodegas Fillaboa, situada en una finca homónima que data del siglo XIX y que cobró su nombre de la heredera, “filla boa”, la buena hija que recibió las mejores tierras de las que disponía su padre, un conde que tenía otras hijas que envidiaban a la hermosa chica y le prodigaban toda suerte de humillaciones. Desde entonces, las tierras de la heredera se conocen como las “terras fartas da Fillaboa”.
Para conmemorar ese viaje transatlántico Bodegas Fillaboa concibió un excepcional albariño de larga crianza concebido a partir de las mejores uvas de las ocho parcelas con que se forja el ensamblaje de Fillaboa. Estas parcelas se caracterizan por suelos de textura franco-arenosa, buen drenaje, abundancia de cantos rodados muy adecuados para el cultivo del viñedo de calidad.
El vino, un monovarietal de albariño, procede de la cosecha 2010 y permaneció seis años de crianza en depósito de acero inoxidable sobre lías finas, sometiéndosele a bâtonnages para mantener las lías en suspensión y, de esta forma, evitar oxidaciones y obtener mayor volumen y redondez en boca.
El vino es, indudablemente, un gran blanco de la DO Rías Baixas, con tonos dorados y una fabulosa complejidad aromática que arrastra matices a piel de melocotón, un punto de manzana asada y mirabeles en almíbar que luego van dando paso a flores blancas, recuerdos balsámicos a eucalipto, un velo de humo, un tono de piedra, laurel ahumado, sutilísima vainilla y casi imperceptible toffee.
A pesar de sus casi siete años el vino fascina por su frescura y nítida acidez, todo en el justo punto y chispeante, con un final de boca cítrico con conjunción de limón y una pizca del amargor de la toronja, sazonados con una sensación delicada de jengibre y un buen volumen en boca, donde es envolvente y aterciopelado. Todo es una pizca en este vino, todo en la justa medida y equilibrio, y todo sin enmascarar ni un ápice su tipicidad varietal de albariño. Un vino complejo y elegantísimo, con la frescura de los albariños jóvenes y la seriedad y moderación de los grandes vinos blancos del mundo.
Legislación:
Nuevos viñedos singulares y espumosos en Rioja
El Consejo Regulador de la DOCa Rioja aprobó la inclusion en su reglamento de la nueva categoría de viñedos singulares por la que habían luchado muchos bodegueros del sector. Esta clasificación permitirá indicar en las etiquetas la zona de procedencia de las uvas con que se elaboró el vino, como una forma de destacar el reconocimiento a terruños excepcionales para el cultivo de la uva, colocando esta categoría en la cima de la pirámide de calidad.
La clasificación de “viñedos singulares” se añadirá a las categorías de envejeciento de Crianza, Reserva y Gran Reserva, también cuestionada por muchos. Los viticultores deberán justificar los lindes naturales del viñedo y asegurarse que su rendimiento sea un 20% menor al permitido por el CRDOCa.
De igual forma también se añadirán por primera vez al reglamento la categoría de vinos espumosos que también estén disponibles en el mercado. Bajo esta nueva categoría los vinos deberán elaborarse con el método tradicional de segunda fermentación en botella y conservarse a partir por un mínimo de 15 meses o incluso 36 para espumosos riojanos de mayor postín.
Premiado Viña Ardanza Solidario
Tras más de diez años de andadura, el programa de cooperación con países del Tercer Mundo de la bodega La Rioja Alta, S.A. recibió el prestigioso Premio Empresa Social 2017 que concede anualmente la Fundación Mundo Ciudad en la categoría ‘Mejor Proyecto RSC en Bodegas Elaboradoras de Vino’. Este 2017 el programa ha pasado a llamarse ‘Viña Ardanza Solidario’, aumentando la aportación del 0,7% al 1% de sus beneficios con un mínimo de 100.000€-
El jurado destacó la extraordinaria labor social desarrollada por La Rioja Alta, S.A. desde que, en 2007, se convirtiera en la primera bodega de España, y una de las pocas compañías españolas, en donar anualmente parte de sus beneficios a causas filantrópicas relacionadas con su actividad, en este caso, la agricultura. Desde entonces, la bodega de Haro ha destinado ya más de 710.000€ a proyectos de cooperación internacional.
Este galardón fue conferido pocas semanas despues de La Rioja Alta, S.A. haber desvelado los proyectos de cooperación seleccionados para recibir su apoyo económico durante este año. Tras el riguroso y exigente estudio de las candidaturas y propuestas recibidas, han sido cuatro las ONG que recibirán la financiación total o parcial de sus iniciativas gracias no sólo al beneficio neto de la bodega sino también a las aportaciones personales realizadas por Consejeros, accionistas, personal de bodega, empresas, entre otros.
Se trata de Acción contra el Hambre y su proyecto ‘Pastos de Vida’ para la mejorar la seguridad alimentaria, nutricional y económica de tres poblaciones pastorales en Mali, de ONGAWA con el programa ‘Fortalecimiento de la asociación Shenguena Agricultural and Marketing Network’ en Tanzania, de Derandein con la Fundación Pablo Horstmann y su proyecto de huertas sostenibles para garantizar la seguridad alimentaria en el orfanato y clínica pediátrica de Etiopía y, por último, de ICLI-Ingeniería para la Cooperación con un proyecto educativo y de producción en la R.D. Congo. Al igual que sucede desde 2007 todos estos proyectos serán evaluados periódicamente, auditados y controlados por el comité ‘Viña Ardanza Solidario’ para que los accionistas tengan total seguridad del buen empleo de sus fondos.
El Grupo La Rioja Alta, S.A., tiene su origen en la bodega del mismo nombre fundada en 1890 en el Barrio de la Estación de Haro (La Rioja) y es uno de los grandes productores de vinos de calidad de España con viñedos y bodegas propias en las DDOO Rioja, Ribera del Duero y Rías Baixas.
se estrena en el mercado caribeño
Conoces de ellos otros productos como el arroz o las bebidas Ready-To-Drink como combustible de un negocio que ahora se expande al de los vinos y bebidas espirituosas, Pan American Wine & Spirits, una apuesta arriesgada en un mercado con muchos retos, pero que sacará partido de la sólida red de distribución de la empresa.
Para estrenar esa división dedicada a la importación y distribución de vinos y licores en el mercado de Puerto Rico, Pan American Wine & Spirits recibió la visita de Pablo Cruz, Gerente Regional de la prestigiosa bodega chilena Luis Felipe Edwards.
Ubicada en el Valle de Colchagua, en el centro de Chile, la bodega se fundó en 1976 cuando Luis Felipe Edwards, Sr. adquirió un terreno con viña cultivada con variedades bordelesas, que comenzó a exportar sus vinos en 1995. Hoy, además de éstas, se cultivan también uvas de Borgoña o el Ródano como la Pinot Noir, la Rousanne o la Viognier para elaborar una verdadera amplia gama de etiquetas, casi todas monovarietales, y una estrella, Doña Bernarda, un vino en honor a la esposa de Edwards, y que anualmente varía su ensamblaje según los mejores vinos de cada añada.
Ha cambiado mucho Maurodos en el último lustro, tanto en forma como en contenido. No es que se haya creado un nuevo concepto de vino sino que para hacer los vinos de San Román cada vez más pulidos y elegantes e incluso sacar una nueva etiqueta premium se ha ido acicalando el estuche donde se hace el vino con una renovación que no solo hizo ajustes estéticos, sino que puso en mayor orden las áreas de trabajo con el objetivo de hallar un mejor fin para el contenio en botella.
Si por algo pueden preciarse los tres tintos de Toro que se elaboran en esta bodega castellana es porque son cada vez más finos y transparentes de su terroir de origen, con inconfundibles matices florales y minerales que les confieren identidad y personalidad.
Se han cambiado muchos depósitos de acero inoxidable, y también han aparecido grandes fudres y envases de madera para pulir los vinos. Es el caso del Prima, la etiqueta más juvenil de la bodega que ahora se envejece en estos grandes toneles que favorecen que sean vinos más refinados.
Lo constata su Prima 2015, un ensamblaje de tinta de Toro y garnacha, que es, sin duda, una de las grandes relaciones precio-placer del mercado en vinos tintos. Terminado exhibe una abundante fruta roja envuelta con toques ahumados, a enebro y eucalipto, enrollados con un toque comedidamente tostado en un vino con tonos tan minerales a tierra, como florales a lavanda. Aparecen también en su bouquet matices a pimienta negra, suave vainilla y algo de toffee, en sorbos que no son excesivamente envolventes, pero sí con carácter, pulidos, frescos, delicados y largos en boca.
La del 2016, una cosecha abundante y excelente, aún envejece en barrica y va revelando en algunas de sus zonas de origen esa cristalina mineralidad y tonos ahumados y afrutados más intensos. Las garnachas de esa cosecha destacan también por su sustancia y elegancia, con notas florales y notable redondez.
Pero quizás lo más importante es que a su San Román, un vino opulento y racial, ícono de la denominación de origen Toro y su uva tinta, le ha salido un hermano mayor, Cartago, un vino de paraje, el de El Pozo, que se estrenó con 1900 botellas de la cosecha 2012 y pretende expresar un matiz mucho más fino de la a veces vilipendiada tinta de Toro, una uva estereotipada como rústica y potente.
No es así como se expresa en los vinos en proceso de El Pozo, tintos que además de esta variedad pueden llevar algo de blanca malvasía vieja de Toro, y que si más o menos aromáticos según la barrica en que se pulen, nueva o usada a lo largo de tres años, sí tienen una gran finura en boca, donde son afrutados, con matices a fruta en sus cosechas más jóvenes y con tonos más especiados y torrefactos a curry y chocolate en la de la cosecha 2014.
Paraje del Pozo es una finca de cinco hectáreas plantadas con tinta de Toro de unos 45 años en promedio, en suelos muy arenosos, arcilla profunda y poca materia orgánica. No es la única parcela con vinos tan singulares que merecen embotellarse por separado, y la bodega no descarta sacarle también partido en botella a esas particularidades.
No obstante, sigue siendo San Román la bandera de la bodega, un tinta de Toro con mucho carácter, complejidad y opulencia que en su cosecha 2014 revela matices de mayor madurez, con frutas más oscuras como la ciruela, tonos a enebro y regaliz, recuerdos a tabaco, aceite de oliva y aceituna negra, manteniendo esa ecuación deliciosa que resalta sus puntos florales y sensaciones minerales a tierra, con recuerdos, además, a chocolate, y cada vez más pulido.
Continuamos la serie Divinidades en Tierra de Sabor con un tercer capítulo en que visitamos Toro para descubrir más que tempranillos, sus sabores lácteos, los de Quesería Chillón.
Tierra de Sabor es la marca de calidad que Castilla y León emplea para divulgar y comercializar sus productos agroalimentarios, su origen y autenticidad, pero también su historia y tradición, y la artesanía de la elaboración de muchos.
Divinidades en Tierra de Sabor divulga entre nuestros lectores nuevos productos menos conocidos del territorio y, con mayor profundidad, algunos de sus vinos predilectos.
En el primer capítulo descubrimos los secretos de la bodega Pago de los Capellanes y la cerveza artesanal Bizarra y en el segundo nos zambullimos en las profundidades de los vinos de Protos y conocimos más sobre los de Bodegas Resalte en Ribera del Duero. A través de las próximas ediciones los lectores podrán introducirse en algunas bodegas de varias denominaciones de origen de la Tierra de Sabor, pero también en la producción de otros sabrosos productos con esta procedencia.
Esta serie se realiza con la colaboración del Área Promoción Internacional de la Agencia de Inovación, Financiación e Internacionalización Empresarial de la Junta de Castilla y León.
Chillón: el verbo del queso
Con versos y trovas nació Chillón. Más que chillando, sin chillar. Con lógica y durísimo trabajo que en tránsitos entre Galicia y Castilla hizo que, además de por sus tintas uvas, a Toro también se le recordase por la leche de sus ovejas transformadas en queso castellano de calidad.
Cae el sol de tarde en Toro, un pueblo del vino en que hacen queso. Hasta allí llegaron los Chillón en 1999 desde Pinilla de Toro, origen de la familia que a fines de siglo XIX empezó a elaborar queso como un complemento de subsistencia. Lo hacía de poquito en poquito cuatro generaciones atrás Manuel Chillón, comerciante que se casó por poderes con su mujer y fue capaz de constituir con ella una familia que ha perdurado varias generaciones como el arte de del queso que él les enseñó a hacer.
Comerciante de todo un poco, de aquí para allá, en carros y mulas, fríos y distancia, e incluso noches a la intemperie, Manuel hizo del queso el protagonista de sus ventas de feriante, además de convertirlo en una moneda de cambio que permitía traer de vuelta a Castilla otros alimentos de las tierras gallegas que eran la ruta principal de su negocio. Construyó así un negocio en que compraba quesos a pastores y los vendía donde ellos no alcanzaban llegar con su producto.
Pero, además de comprar queso, compraba también leche para fabricarlos. Hasta seis quesos diarios llegaron a hacerse en su casa, que luego vendía en sus numerosos viajes a los que pronto comenzó a acompañarle su hijo Valentín, quien pronto aprendió todo del negocio y, por supuesto, del queso.
Y así fue como poco a poco fue dejando de viajar hasta un día que determinó no hacerlo más para quedarse en casa haciendo lo que más le gustaba: queso. Fue así como en 1943 su vástago Valentín fundó la firma comercial “Quesos Chillón”, basada en comprar queso ya fabricado por productores para venderlo, pero alternando la venta con la fabricación propia y manteniendo la tradición y esencia que había conocido, pero siempre con los avances de elaboración.
Toda la historia familiar, así como de la elaboración del queso puede disfrutarse en un museo del queso anejo a la quesería, hoy en Toro, un destino gastronómico que permite conocer el itinerario del queso, su proceso de elaboración y también la historia familiar de los Chillón, desde sus orígenes como productores de queso a fines del siglo XIX hasta hoy. Desde ropa o útiles para viajar, hasta la ruta de la leche, los recipientes, moldes y otros aditamentos, el Museo Chillón complementa la fábrica de donde surgen.
Los quesos de Chillón
Chillón elabora una amplia gama de quesos de oveja con mayor o menor curación, pero también con toques especiales que los hacen muy bandera de la casa. Siempre con leche pura de oveja para, seleccionada en Toro.
Las maduraciones aportan textura y mayor intensidad en boca y el retrogusto. El queso curado se añeja durante cinco meses, el viejo por diez, y el reserva por un período superior a los 12.
El queso tradicional elaborado con leche cruda seleccionada de Zamora es un queso sin corteza recubierto de aceite. También con leche cruda se elabora el queso de oveja con manteca de cerdo ibérico, que se madura con aceite y volteos hasta los ocho meses, tras los que se sumerge en la manteca del cerdo, en la que se macera seis meses más. Es un queso con mucha textura en el paladar, ya que la manteca de cerdo, más evidente en boca que en nariz, aporta cremosidad y conservación.
Con vino de Toro se confecciona el queso de vino de Toro, un producto patentado que se produce con queso tierno de oveja que se macera en vino, que permanece casi como un suave velo en la boca. Y con pimentón un queso rojo, que se cura por diez meses y medio y que tiene una textura más consistente y mayor intensidad en el paladar con una delicada pizca picante. Además la quesería tiene un queso curado durante cinco meses en aceite de oliva, con matices menos marcados en nariz y boca, donde destaca un punto picante y un retrogusto retardado, pero también picantón.
Además de éstos, convierten el queso en una serie de productos emlsionados untables, también con distintos sabores como el Chillón con miel y aceite de oliva, una emulsion de queso a partir del reserva de 20 meses, que entra dulce en boca donde se deshace como arenisca. En este conjunto está también el Chillón picante, que también nace del queso reserva de 20 meses y tiene una nariz más marcada a pimentón, aceite y queso, con intensidad, textura grumosa y un final picante en el retrogusto, que casi recuerda al chorizo. Hay, además, una emulsion untable del queso reserva con dos años de maduración. Todos, pretendiendo transfundir al queso los valores esenciales de respeto y reconocimiento a los mayores.
La quesería está empezando a exportar sus productos y, aunque cuentan con el certificado de la Food & Drug Administration estadounidense, aún no tiene presencia en el país. Pero tan valorados son sus quesos que muchos seguidores incluso hacen pedidos especiales, que se despachan directamente desde España.
En el futuro contemplan concebir nuevas experiencias lúdicas para el Museo, que incluyan que los visitantes grupales puedan elaborar también sus Quesos Chillón.
Encontros Códax: dar en el blanco
Un encuentro. Un contacto. Una forma siempre distinta de aproximarse al vino y a los suyos. Con la brisa atlántica como telón de fondo, se encuentran las uvas, las tierras, el sol, la gente y el vino. Un cruce de profesionales que saben precisamente que les falta aún mucho por saber y para ello intentan aprender algo de los que saben más. De los que hacen el vino, de aquéllos que buscan formas creativas de armonizarlo y de quienes tienen una perspectiva amplia de su mundo, porque lo recorren catando, educando y conociendo los pormenores de esta bebida cada vez más universal.
Con esa vocación de sinergia Bodegas Martín Códax en Rías Baixas añadió a su programa anual de actividades sus Encuentros, un evento con mayúscula alrededor del vino que complementa otras acciones como sus más lúdicos jueves de fiesta estival, y que si en 2016 protagonizaron demostraciones culinarias con reputados cocineros, este 2016 tuvieron a dos maestros del vino como estrellas de dos Encontros de Códax, encuentros de ideas, copas, conocimiento y amistad.
Es la visión de la bodega que con estas dos jornadas, más que promover sus vinos, quiso que los asistentes conocieran vinos blancos del mundo para ponerse al corriente de tendencias, pero también constatar el nivel que tienen los albariños de Rías Baixas como exponentes de lo contemporáneo en el vino actual, remarcando también el potencial del trabajo colectivo que se nutre y enriquece de diversos puntos de vista.
Para ello la bodega invitó a dos Masters of Wine, uno de ellos también elaborador, a fin de que compartiesen su saber a través de seis copas de vino, cinco del mundo y uno de los Martín Códax. La primera Sarah Jane Evans, hasta el año pasado presidenta del Instituto de Masters of Wine, y el segundo, Norrel Robertson, el escocés volante, también Master of Wine y enólogo. El de Masters of Wine es probablemente la más rigurosa y exigente de las titulaciones del vino del mundo, un pináculo de reconocimiento al que solo se accede tras un exigente recorrido de catas, contacto con el mundo del vino y complejas pruebas teóricas y prácticas.
Para el primero de los Encontros, Evans, quien co preside los Decanter Wine World Awards, el certamen de vinos más importante del mundo, hizo una selección de vinos blancos muy contemporáneos que recorrió los cuatro puntos cardinales descubriendo nuevas zonas productoras o nuevos haceres en zonas con tradición. De lo floral a lo volcánico, de lo trufado a lo salino, de la piedra a lo tostado, este fascinante viaje de vinos expuso tendencias y novedades, especialmente para el mercado español. “Los vinos deben de beberse sin prejuicios”, afirmó, una máxima que sigue a pie juntillas.
De las mágicas altitudes salteñas en Argentina, presentó el Colomé Torrontés 2016, uno de los blancos elaborados a una de las mayores altitudes del mundo. Destacaron sus matices minerales a talco y humo, así como los florales a rosas, con tonos amoscatelados y a litchi en un vino fresco, seco y que en copa intensifica su perfil floral y su untuosidad que le hace un vino de buen volumen en boca.
Los vinos griegos están de moda, al igual que su cepa assyrtiko, más si procede de un terruño volcánico, también en boga, como el de Santorini. Por eso Evans escogió un Hatzidakis 2015, elaborado con vides prefiloxéricas de esta cepa, que se expresaron con tonos azufrados y a carbón ahumado en nariz, pero una boca exquisita, afrutada, tonos cítricos, con acidez muy marcada, un buen volumen en boca y un final seco y persistente.
También renaciendo los vinos neozelandeses, algo que la Master of Wine atribuyó a la llegada de inmigrantes croatas al país. Si Nueva Zelanda es célebre por sus sauvignon blanc, la variedad que empieza a coger impulso es la chardonnay, de la que presentó Kumeu River 2015, un vino de la región de Auckland, que destacó más bien por su frescura y notas cítricas y minerales que por su exuberancia de aromas. Blanco, además equilibrado, con un trabajo de madera bien integrado.
Australia, y su Clare Valley ponen nuevo espíritu a la variedad riesling, popular en el país, que en el Alea 2014 de Grosset destacó por sus tonos mentolados, salinidad y persistencia. Y como los espumosos ingleses dan cada vez más que hablar no pudo faltar en la cata el Nyetimber NV, un vino de la zona de West Sussex que plantea muchas analogías con la zona francesa de Champagne, como suelos calizos, y el ensamblaje de las mismas variedades empleadas en Francia: chardonnay, pinot meunier y pinot noir. Este espumoso de larga crianza (36 meses) sorprendió por su bouquet camaleónico donde prevalecieron tonos a chocolate blanco y una persistente trufa blanca, que antecedieron a un burbujeante con marcada acidez y salinidad en boca, finisima burbuja, delicados tonos cítricos e incluso un delicado matiz ajerezado verdaderamente fascinante.
Vindel 2013, un albariño premium de Bodegas Martín Códax en Rías Baixas, fue el puente que enlazó las catas de Evans y Robertson. Un vino con igual postín que otros grandes blancos del mundo y que se elabora con uvas tan maduras que adquieren un color rosado, y luego se somete a un contacto con barrica sin tostar. Esta ecuación da un vino mineral, con un anticipo de volumen en nariz por donde se registran pizcas de fósforo, humo, piedra y pizarra, tonos a eucalipto y algún discreto toffee que regala un vino con gran complejidad organoléptica que luego va revelando matices más conocidos de la albariño como manzanas y flores, y en boca es graso, untuoso, complejo y elegante.
Norrel Robertson hizo al “Viejo” Mundo protagonista de su selección de vinos, de los que presentó los más nuevos del “viejo”, y una “excepción” australiana, aunque con los avances en el surgimiento de nuevas zonas productoras se plantea la interrogante de si Australia pertenece al viejo o nuevo mundo del vino.
De Francia vertió en copa Domaine Jones, de la zona del Languedoc, elaborado con garnacha gris cultivada en suelos de pizarra. La Riesling revalidó entre las blancas, aunque con un “Wunderwerk” de zona del Rin, al igual que la Assyrtiko de Santorini, con un vino homónimo. El Alentejo portugués, cada vez más de moda, se presentó con un vino de una de sus bodegas más emblemáticas, Herdade do Esporão y un ensamblaje en que predominaron castas portuguesas. Cerró la ronda un blanco de bodegas Brokenwood del Valle de Hunter australiano.
Juan Vázquez, Director de Martín Códax, y Katia Álvarez, una de las enólogas de la bodega, complementaron con sus comentarios las presentaciones de ambos Masters of Wine.
Premio a Miguel Torres
Miguel Torres ha sido el recipiente del Premio a Toda una Vida 2017 concedido por el prestigioso Instituto de Masters of Wine, una distinción de carácter bienal que reconoce a los individuos inspiradores y sobresalientes, con un toda una vida comprometida a la excelencia en el vino.
El premio se entregó en la pasada edición de Vinexpo, celebrada este junio en la ciudad francesa de Burdeos.
Torres se incorporó al negocio familiar en 1962, luego de haberse especializado en viticultura y enología en las universidades de Barcelona y Dijon. Ha publicado varios libros y ha sido uno un prionero en prestar atención al cambio climático en la viña. Bajo su liderazgo, Grupo Torres se convirtió en uno de los grandes emporios de vino del mundo, estableciendo incluso una bodega en Chile.
Air France y su menú 24/7
Air France ha estrenado un programa de meditación a bordo de sus aviones, apto tanto para niños como para adultos, que podrán descubrir las distintas opciones para relajarse durante el viaje con el programa disponible en las pantallas individuales de los vuelos de larga distancia, gracias al programa de la aplicación Mind. Desde junio, jóvenes y mayores podrán beneficiarse de sesiones de meditación en español, francés, inglés y portugués, que encontrarán en la nueva sección de «Meditación» en las pantallas individuales de los aviones de Air France. Cada programa, compuesto de una pista de audio y de un vídeo adaptado, ofrece un contenido único, para familiarizarse con la conciencia plena y sentirse en armonía con un entorno tan particular como es el universo aéreo y los viajes en avión, un momento para invertir tiempo en uno mismo, descansando, leyendo, disfrutando un filme o meditando para también perder miedo al vuelo.
Además de relajar la mente Air France y KLM han lanzado una nueva opción de comida a bordo para las clases Business. El “Servicio de mesa” de Air France y “Siempre a su disposición” de KLM son nuevas alternativas al menú tradicional con las que los clientes de ambas compañías pueden disfrutar de una comida servida como en un gran restaurante. El próximo 1 de julio, KLM Real Compañía Holandesa de Aviación, lanzará el servicio “Siempre a su disposición” (“Anytime for you”) en sus vuelos entre Ámsterdam y Johannesburgo, que se prepara y sirve durante el vuelo, ofreciendo una alternativa al menú tradicional y una mayor variedad de comidas a los pasajeros de su clase ejecutiva. Este nuevo servicio brinda a los pasajeros una mayor oferta y un mayor control, permitiéndoles decidir qué y cuándo desean comer durante el vuelo.
Al principio del vuelo, los pasajeros de la World Business Class recibirán un nuevo menú. Además de las habituales opciones de cena o almuerzo compuestas por tres platos, el menú también incluirá una variedad “Siempre a su disposición”, la cual consiste en ocho platos diferentes, frío o caliente, dulce o salado, alimentos saludables y “caprichos especiales”. Los pasajeros pueden optar por el habitual menú de tres platos o saltárselo por completo. Tras el servicio de comida estándar, los pasajeros podrán pedir el menú “Siempre a su disposición”, que se puede preparar, servir y comer a lo largo del vuelo.
Por su parte, Air France ofrecerá también a sus clientes el “Servicio de mesa”, gracias al cual, y como en la mesa de un gran restaurante, los clientes que viajan en la clase Business de algunos vuelos de largo alcance pueden pedir a los tripulantes de cabina su comida caliente, servida en plato y en el momento, por los miembros de la tripulación que están formados especialmente para poner en valor cada plato. Estos platos, dignos de los grandes restaurantes, son servidos directamente sobre el mantel que está colocado en la mesita, dispuesta siguiendo las reglas de las artes de la mesa. La bandeja de comida desaparece.
Además, en los vuelos de largo alcance más cortos, como a Nueva York, cada cliente de la clase Business que quiera desayunar, puede, si lo desea, pedirlo hasta 1hora y 15 minutos antes del aterrizaje. Para aquellos pasajeros que prefieren descansar, se ofrecen hasta 30 minutos antes del aterrizaje bebidas calientes y bollería. A bordo de los vuelos muy largos, los clientes pueden disfrutar de una mejor oferta a la carta entre dos comidas; se sirven a los pasajeros en su asiento comidas frías, calientes, saladas y dulces. Este servicio está ya disponible en los vuelos hacia Singapur, Tokio-Haneda, Tokio Narita, así como Nueva York-JFK desde París-Charles de Gaulle.
Para ofrecer este nuevo servicio a los clientes de Business, 1900 tripulantes de cabina de Air France han recibido formación específica. Han sido iniciados durante dos días en el “saber hacer” de la hostelería en colaboración con el Instituto Paul Bocuse, una referencia en términos de excelencia y de servicio a la francesa.
LO NUEVO DEL BIERZO