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Día Internacional del Vino de Oporto 2018:

Una Regata por el vino de Oporto

 

 

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La navegación siempre ha estado indisolublemente ligada al vino de Oporto, joya en botella que debe precisamente su concepto fortificado al vertido de aguardiente en el vino para preservar su vida en las largas travesías por mar. Un viaje de ida y vuelta, pues no solo salió el vino desde Portugal al mundo, sino que su tentador magnetismo comenzó a atraer hacia Oporto a gentes que se fueron afincando en la ciudad y en la región duriense, primero como comerciantes de vino y luego como elaboradores que echaron raíces en el territorio, persistiendo por generaciones como verdaderas dinastías de vino fortificado que hicieron célebres a sus apellidos desde las etiquetas de las botellas.

 

En el día grande del vino de Oporto algunos de ellos tomaron el timón de las naos de vino, en las que el equilibrio fue más que requerido para sobrevivir entre las acrobacias a las que obliga el vaivén ocasional del rabelo en el río. 

Capitán de la casa Fonseca y su emblemática Quinta do Panascal, heredero de una dinastía de vino, toda una institución en el sector y Copero Mayor de la Cofradía del Vino de Oporto, David Guimaraens asumió también el timón de anfitrión de la embajada flotante de uno de los más renombrados vinos de Oporto.

 

Porto Tonic de bienvenida, elaborado con Fonseca Siroco blanco, y armonizado con rissóis de camarão, bolinhos de bacalhau, presunto, petiscos abundantes, dulces y salados para sazonar el viaje, el condimento principal lo puso Guimaraens, experimentado también en lides de navegación. Al momento indicado dirigió el alzamiento de la vela que se reposaba sobre los toneles de su histórico navío de vino, que fue irguiéndose con cadencia y sensualidad, contorneándose al subir hasta desplegarse imponente sobre el rabelo y las aguas del río Douro. 

Negra como las de los piratas, negra como las etiquetas de los laureados Fonsecas, la vela delineó una silueta ancestral al rabelo y al desfile de rabelos de otras casas vinícolas con reminiscencias a las escuadras de carabelas de las expediciones descubridoras de los siglos XV y XVI. Una competencia amistosa y lúdica, con una inequívoca brújula de vino de Oporto como principal sentido de dirección y una impecable colección de botellas como mástiles en la travesía.

 

Espera desesperante por la falta de viento que permitió a Captain David compartir un relato histórico sobre los rabelos en el río. Antaño eran menos lúdicos y con mayor tonelaje, hasta 80 pipas de vino, con las que se descendía río abajo hasta llegar a Vilanova de Gaia, para dejar allí una carga por envejecer y pulir, al arrullo del clima fresco y más húmedo de la desembocadura Atlántica del Douro.

 

Eran unas condiciones de navegación muy diversas a las de hoy. Sin represas que dotaran al río de mayor placidez y uniformidad, antes el Douro podía fluir tan voraz como apacible, tanto, que la falta de caudal o de viento obligaba a amarrar a los rabelos a yuntas de bueyes que les arrastraban desde la carretera. Un tránsito lentísimo y dilatado que cesó con la llegada del ferrocarril.

Lenta también la salida del viaje de 2018, en cuya espera se acercaron al atisbo de Regata botes de motor conducidos por otros elaboradores de vino que incluso compartieron algunas de sus botellas más refrescantes como antídoto al férreo calor de la tarde. Fue así tolerándose mejor la demora aguardando zarpar solo con la propulsión de las velas, hasta que el viento traidor que no quiso unirse al histórico viaje de ese día obligó a la expedición de rabelos a regresar a su punto de partida, remolcados por botes a motor. Fallido, pero apasionante, debut para el nuevo trayecto por el Alto Douro Viñatero de la Regata, que en sus anteriores ediciones discurrió entre la desembocadura del río y Oporto, más próxima al aire atlántico.

Una vuelta sin vencedores porque todos fueron campeones como lo son en el vino, un equipo para ensalzar al vino de Oporto y llevarlo a navegar con gallardía por los confines del globo. Todos con espíritu de colaboración y, sobre todo, de diversión, y muchos también con sus enólogos casi en los mástiles, dirigiendo también una jornada de confraternización y honor para el vino de Oporto. Taylor’s, Kopke, Sandeman, Rozès, Dalva, Porto Cruz, Ferreira, Dow’s, Offley, Calem, Barros, con sus rabelos antiguos de rabiosa actualidad, así como sus grandes vinos de Oporto, tal cual el Fonseca Tawny 10 yr., cuyos sorbos y autor acompañaron el viaje de vuelta del rabelo de Panascal, entre el marco de las montañas pintadas de viña lista para la cosecha 2018.

La Regata de rabelos fue el cúlmen de las celebraciones del Día del Oporto, una jornada instituida en 2014 para conmemorar al más célebre vino portugués que, previo a esta expedición sobre las aguas del río Douro, comenzó la fiesta 2018 en el Museo del Douro, en la ciudad de Régua, con la música de tambores de barricas y cestos de vendimia, que acompañó los relatos históricos sobre la región del Douro y la elaboración de sus vinos, y reunió en los jardines del Museo a varios de los principales productores de la región, así como muchos de sus vinos blancos, rosados y tintos tranquilos, que también se elaboran en la denominación demarcada y reglamentada el 10 de septiembre de 1756, la primera del mundo.

 

 

14 de septiembre de 2018. Todos los derechos reservados © Prohibida la reproducción de texto o imágenes.

 

 

Viajes & Vinos y Divinidades agradecen a la Asociación de Empresas de Vino de Oporto y al Instituto de Vinos de Douro y Oporto su invitación a participar en el programa oficial para conmemorar el Día Internacional del Oporto.

 

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Con el heroísmo de los navegantes que dieron fama a Portugal en los siglos más áureos de los descubrimientos marítimos, las velas se izaron el 10 de septiembre para celebrar al vino de Oporto en el 262do aniversario de la creación de la denominación de origen Douro, su raíz de excepción.

 

Tutelados por un sol de justicia, un río calmo y un viento que jugó al esconder, doce rabelos zarparon de Régua con la proa rumbo oriente hacia Pinhão con un pasaje de bodegueros e invitados que, con esa travesía, quisieron honrar a las históricas embarcaciones donde las pipas con vino de Oporto se trasladaban desde el corazón del Alto Douro Viñatero hasta Gaia, donde se envejece el vino, pero también a sus valientes tripulaciones y, por supuesto, a todos aquellos que por siglos pusieron conocimiento, talento, tesón e intuición en dar vida a los vinos que transportaban dando fama a la región, que con su inefable y retante paisaje de viña y autenticidad, es, sin discusión, la gran protagonista del vino.

Rosa Maria Gonzalez Lamas. Foto: Viajes & Vinos. AEVP, Eduardo Pimenta (C)