El ex presidente estadounidense Barack Obama fue la estrella de la Primera Cumbre de Liderazgo sobre el Cambio Climático, un evento que reunió a inicios de este julio en la ciudad portuguesa de Oporto no solo a los presentadores del evento sino a un numeroso grupo de profesionales del sector vino que convirtieron a la ciudad donde desemboca el río Douro en un centro global de respuesta a una transformación climática que empieza a pasar cada vez mayor factura al sector vitivinícola.

Colofón de esta importante cita vínica fue la introducción del Protocolo de Oporto, un movimiento corporativo e institucional al que los participantes se adhieren voluntariamente con el fin de crear una política ambiental más sustentable. El objetivo es este pre-lanzamiento es que las empresas de vino que asistieron a la Cumbre firmen un documento formal en la Cumbre de 2019.

La meta ulterior es transformar este Protocolo en un compromiso formal, firmado por sus adhirientes, detallando sus objetivos específicos para trabajar con el cambio climático. El Protocolo de Oporto no conlleva costo para las empresas involucradas.

En la Cumbre participaron, además del presidente Obama, Mohan Munasinghe, ganador del Premio Nóbel 2007; Irina Bokoca, pasada directora de la UNESCO; y Juan Verde, presidente la Fundación para el Liderazgo Avanzado.,

“La industria del vino sufre directamente del cambio climático y está, por lo tanto, bien situada para liderar el movimiento que pretende hallar soluciones para lograr un mejor ambiente”, subrayó Adrian Bridge, CEO de Taylor’s Port, bodega organizadora del evento. “Taylor’s ya está en la palestra de este movimiento, pero también pretende dar un paso adelante y aprender de sus socios ya que todas las industrias pueden aportar soluciones válidas. Todos somos responsables y no podemos permitirnos desperdiciar más tiempo”, añadió quien en su grupo The Fladgate Partnership tiene bodegas en la zona de Pinhão que este 2018 se vio muy afectada por un inusual granizo e inundaciones. De hecho, ya se sabe que el Douro continuará viéndose impactado por las alteraciones climáticas, de ahí que sus productores hayan empezado a buscar viñas en zonas más altas y a apostar por variedades más resilientes a la sequía y el calor, que también tendrá un impato en el cultivo del olivo. Se anticipa que para fines del siglo XXI los habitantes del sur de Europa notarán más marcadamente este cambio.