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El renacer de Cariñena

 

 

Algo tienen que tener esas uvas y esas piedras para haberse convertido en destino real a través de los siglos. Porque seguro que Fernando de Aragón alguna vez mojó los labios de su amada Isabel de Castilla con aquel elixir embriagante que en algún momento pudo hacerla dudar en el duelo de uvas esgrimido entre los vinos aragoneses de garnacha de la tierra de su amado Rey y los tintos de su tierra de Castilla y León, encabezados por un ejército de tempranillos.

Cariñena es su nombre. El de la uva y el de aquella tierra aragonesa bañada por el río Ebro cuyas viñas muchas veces debió atravesar Fernando en sus tránsitos hacia la Ribera del Duero castellana o a cualquier destino de su extendido reino. Reino sobre el cual mandaron otros que también la visitaron y bebieron sus vinos como Felipe II, Felipe III, o Alfonso XIII, el más gourmand de todos los reyes de España, quien en 1909 le otorgó a Cariñena el título de Ciudad.

¿Y por qué se llama Cariñena si lo que hay es garnacha? Atentos, que también hay cariñena. ¿Cómo? Parece un galimatías pero te lo vamos a explicar.

Aunque a Rías Baixas en sus inicios se llamó Denominación Específica Albariño, las necesidades de adaptar reglamentos a la legislación Europa al advenir denominación de origen hizo que dejara de llamarse así. Pero Cariñena, la Denominación de Origen Protegida, la mayor y más vieja de las denominaciones de origen aragonesas y la segunda más vieja de España, sí pudo bautizarse con nombre de variedad de uva: Cariñena. Cariñena en Aragón, Cariñena en Cataluña, Carignan en Francia, Chile y Portugal, y Mazuelo para los vecinos riojanos. Pero con certificado de nacimiento aragonés.

Lo curioso es la que no es la carineña que bautiza a Cariñena la variedad más plantada allí, sino la garnacha, ese tinto objeto del deseo que lleva algunos años como una uva con culto que parece no claudicar.

Y así como Fernando conquistó las Américas de la mano de su querida reina Isabel, Cariñena siglos después desembarca en el hemisferio americano con su Armada Invencible de garnachas, piedras y cariñenas para nuevas conquistas que reflejen también una denominación vibrante y en transición, con la oferta justa para el consumidor de hoy.

Porque en Cariñena, la DOP, dominan la garnacha y cariñena, las variedades de uva, pero, sobre todo, las viñas viejas y las piedras que insuflan personalidad a un vino que las reconoce como estandarte y por eso se designa “El vino de las piedras”, apelativo que antaño se daba localmente a los vinos tradicionales más estructurados.

Para muestra de su atractivo basta un botón. De brillante color rubí, el Celebrities de San Valero Garnacha 2016 es un vino de Bodegas San Valero que rezuma finura desde la nariz donde se estrena perfumado, con sostenidos aromas a grosella y cereza cristalizada, flores rojas y clavo, que luego dan paso a otros recuerdos a toffee, enebro, cedro y un translúcido tul de humo, todos de manera muy sutil, logrando que en boca el vino destaque por su finura y elegancia. De cuerpo ligero pero firme hechura, muestra un garnacha a mitad de camino entre los estructurados garnachas de regiones como Campo de Borja y la ligereza de algunos garnachas de la Sierra de Gredos. Su estreno en el paladar deja notas marcadamente especiadas que se suavizan de pimienta negra a pimienta blanca, mantienendo su fruta con un pase aterciopelado por boca hasta dejar un final goloso y salino, con una sapidez deliciosa que imparten un cariz muy gastronómico a este tinto super elegante y aún con vida por delante que captura la atención con su etiqueta y la uva que literalmente la encabeza, marcando el ritmo de la danza de garnachas de la bailarina de ballet y el vino con que celebra.

Las añadas 2016 y 2017 en la DOP Cariñena fueron clasificadas como MUY BUENAS.

Las uvas del Celebrities proceden de viñas con más de 40 años, que en Cariñena algunos tienden a tratar con delicadeza y quizás por ello con crianzas más breves, como los cinco meses mínimo que ha reposado en madera este vino.

Con la garnacha se elaboran vinos carnosos, de taninos suaves, aromas y sabores a frutas de baya rojas, y moderada acidez. Es una variedad adaptable, que refleja como espejo en su perfil las características de los suelos, altitudes y clima de los territorios en que se cultiva, y que lo mismo puede elaborarse sola o acompañada. Porque además de monovarietales, en Cariñena hay también muchos vinos de ensamblaje que utilizan la garnacha como uno de sus pilares, en suma con otras variedades españolas como la tempranillo. Pero igualmente hay propuestas que enlazan las garnachas con variedades internacionales como la cabernet sauvignon o la syrah, en el caso de las tintas, que rinden vinos más estructurados y con vocación de longevidad.

Los vinos de garnacha puros y en solitario son uno de los pilares de la DO Cariñena, una de las zonas del mundo con mayor concentración de viñas viejas en vaso, algunas más que centenarias, una verdadera biblia del territorio y su historia. Las viñas viejas tienen rendimientos más bajos, pero sus uvas rinden vinos con sabores más concentrados y complejos que las que no tienen tanta edad. Pero quizás lo más importante de las viñas viejas es que el tiempo las ha enseñado a autoregularse, con lo cual se pueden adecuar mejor a condiciones de cultivo más adversas.

 

El ambiente caliente y seco de la DO Cariñena brinda a la garnacha las condiciones favorables para refulgir, por ser resistente a las sequías y comportarse mejor conducida como viña en vaso, lo que propicia que las cepas tiendan a ser longevas. Además de la geografía, la historia también ha jugado un papel clave en la permanencia de esas viejas testigos de uva que hoy nos deleitan con su buena definición aromática, color y moderada acidez que caracterizan a las garnachas de esta región de paisajes rojizos y ondulados, con montañas que se elevan esporádicas, cual escenario cinematográfico de película futurista.

De ahí que la denominación sea uno de los principales centros mundiales de producción de vinos de garnacha, cuya superficie plantada ocupa cerca de un tercio del viñedo de Cariñena, considerada por muchos el lugar de nacimiento de esta variedad, que en esta región muestra una mayor diversidad clonal y cuyo primer testimonio documentado data del 1203 (Monasterio de la Veruela).

Pero quizás la fama de los vinos de Cariñena está más vinculada a otro rey de Aragón que a inicios del siglo XV proclamó a los vinos de la región como sus preferidos entre los europeos. Para fines del siglo XVII ya se realizaban controles de calidad en Cariñena, gracias a un Estatuto del Vino que monitoreaba rendimientos y áreas de viña designadas. 

La fortuna sonrió a Cariñena durante la devastación de los viñedos que produjo la filoxera en la segunda mitad del siglo XIX, ya que la plaga pasó casi de largo en la región, que permaneció casi indemne, lo que la hizo surgir como un refugio para bodegueros afectados en otras regiones, para lo que ayudó el establecimiento en 1887 de una línea de ferrocarril entre Cariñena y Zaragoza, permitiendo así la exportación de vinos desde la región. 

Tanta fue la fama y calidad de los vinos de Cariñena, que su territorio vitivinícola se demarcó y reglamentó en 1932 con un estatuto de Denominación de Origen, la mayor y más antigua de Aragón y, tras Rioja, la segunda más antigua de España. Como al fundarse España aún no pertenecía a la Unión Europea, la denominación se bautizó Cariñena, como el nombre de la otra gran variedad de uva que crecía por allí. El contar con una Denominación de Origen permitió expandir los cultivos e introducir nuevas técnicas de producción.

Pero la Guerra Civil española (1936-39) pasó factura al sector del vino en Aragón, una de las regiones más impactadas por el conflicto, que destruyó muchas viñas y bodegas e hizo que muchas se abandonasen. Esto, unido a las restricciones que la Segunda Guerra Mundial impuso a las exportaciones de vino español, representó un golpe durísimo a los vinos de Cariñena. 

La posguerra civil propició el surgimiento de cooperativas en muchos lugares de España y Cariñena no fue la excepción. Así surgieron allí Bodegas San Valero, en 1944, y en 1953 Bodegas Paniza, hoy dos de los principales productores de la denominación.

Además de Monasterio de las Viñas, Grandes Vinos y Viñedos elabora tintos, blancos y rosados para prácticamente toda su cartera de marcas que incluyen también a Corona de Aragón, Beso de Vino, El Circo y Hoy.

Pero no sería hasta la década del 1970 que el sector del vino en Cariñena comenzaría realmente a remontar, pasando de vinos a granel a vinos embotellados y añadiendo nuevos sistemas de cultivo y modernas prácticas de producción, así como inversiones en tecnología. Un impulso que se aceleró con la entrada de España a la Unión Europea y las posibilidades de llegar a nuevos mercados. Una de las bodega surgidas de ese impulso fue Grandes Vinos y Viñedos, que nació en 1997 y hoy el tercer gran productor de la denominación, que advendría al rango de Denominación de Origen Protegida en 2011.

 

 

La nueva era de las cariñenas de Cariñena 

 

Desde entonces esta denominación aragonesa ha vivido una metamorfosis gracias las fusiones habidas entre las cooperativas y las pequeñas bodegas y la contemporización de los vinos para que respondieran mejor a los paladares de hoy día.

Antes de eso, las cooperativas habían sido la fuerza dominante en la denominación, delineando tanto la cantidad como los estilos de vino que representaban a Cariñena. Pero la popularidad y revaloración de la garnacha como variedad de alta gama tras épocas de producción en volumen y de vinos más pesados y alcohólicos, ha llevado a los principales actores de la denominacion, pequeños productores y cooperativas, a inclinarse por la producción de vinos más premium, que reflejen un abanico de estilos, de lo joven y más fresco a los de potencial de guarda, pero con un equilibrio de fuerza y elegancia, para lo cual se ha hecho hincapié en las prácticas de viticultura y el manejo de la madera, manteniendo la esencia de la variedad y el territorio.

Hoy se está haciendo un trabajo en rescatar las viñas viejas, especialmente con el regreso de gente joven para participar de la industria del vino local, lo que compensa un poco el reto planteado por el envejecimiento de la población y la necesidad de hallar nuevas manos que cultiven las viejas viñas de garnacha y cariñena, las dos estrellas autóctonas de Cariñena.

Además de tintos, San Valero elabora blancos, rosados y espumosos.

Cariñena, nombre de denominación y nombre de la variedad de uva que la bautiza, y que, al igual que la garnacha, halla también en ese territorio aragonés algunas de las cepas más viejas del mundo de su variedad, lo que contribuye a que también presuma de tener un certificado de nacimiento expedido en Cariñena.

Porque si bien cerca de la mitad de las 14,250 hectáreas de viña de la denominación están ocupadas por la garnacha, un 5% las ocupa la cariñena. Antes no era así, ya que previo a que la garnacha asumiera el liderazgo, éste lo ostentaba la nativa cariñena, una verdadera cenicienta tinta, que casi se había abandonado en España y tuvo un renacer cuando se le revaloró en otras zonas como el Priorat.

A pesar de que en Cariñena se halla en su hábitat, la cariñena es difícil de cultivar en las condiciones extremas de la región, por ser de maduración tardía. Pero esto no ha sido óbice para que de utilizarla en vinos de ensamblaje, la cariñena en Cariñena empiece también a asumir protagonismo en solitario, forjando vinos con cuerpo, buena acidez, taninos firmes, denso color, notas especiadas y a frutas tirando a lo oscuro.

Un buen ejemplo de lo anterior es el Monasterio de las Viñas, un cariñena de viñas viejas elaborado por Grandes Vinos y Viñedos armando un cóctel de parcelas de cariñenas de más de 40 años para forjar este monovarietal. Un antiguo testamento de vid que se escribe con potencia, finura, textura y una salinidad explosiva hasta en nariz como primeras sensaciones que deja la añada 2017 de este tinto de ribetes violáceos que se pule apenas cuatro meses en barrica francesa.

Joe Tensley, enólogo de Santa Barbara en California, colabora en la elaboración de este vino con marcada sensación mineral, casi de hierro, que se estrena en nariz con aromas afrutados a grosella, mora y cereza, que van dando paso a más frutos de baya roja, algún tono cítrico, floral, a menta y una pizca de chocolate, sutil incienso, delicado toffee y pimienta negra para desembocar en el paladar con puntos tostados y una gran sapidez. Un vino más estructurado que el Celebrities Garnacha, pero que no es para nada estridente y gana volumen en boca, pero con finura. Un tinto con taninos pulidos y buena acidez, tan apto para deleitarse en él ahora o tras un tiempo de guarda.

Las piedras

 

Esa sensación terrosa, casi de hierro sin duda tiene que ver con los suelos que sirven de marco a los vinos de la DOP Cariñena. 80% de éstos son arcillas miocenas que se dividen en cuatro tipos principales: cascajo, un suelo pardo calizo con áreas pardo rojizas que representa la mayoría de los suelos de la denominación; royal, un suelo pardo rico en hierro y con pizarra y cuarcitas, que es el segundo en extensión; tierra fuerte arcillosa, suelo de terraza sobre suelo pardo calizo mezcla de piedra, arcilla y caliza; y calar, suelo de marga, arenisca y a veces yesos. Además hay algunos suelos aluviales en algunas zonas, frutos de la sedimentación de los ríos Jalón y Huerva.

Aunque no se trate de un garnacha ni de un cariñena, la chilena Concha y Toro escogió Cariñena como fuente de los tempranillos con que elabora la nueva etiqueta de Casillero del Diablo Tempranillo que recién acaba de lanzarse en el mercado inglés.

Este tipo de superficies hacen muy difícil la mecanización de la viña, con lo cual la vendimia tiende a realizarse a mano. Pero son también un factor diferenciador, al punto que en 2019 la DOP Cariñena presentó los primeros hallazgos de un abarcador proyecto para buscar las variedades y técnicas más adecuadas a los distintos tipos de parcela que hay en la denominación. El proyecto pretende definir mejor las adaptaciones entre terroir y variedad para crear guías con recomendaciones sobre su cultivo y vinificación para facilitar el trabajo de las bodegas.

El estudio, encabezado por el francés Laurent Duret, ingeniero agrónomo, enólogo y asesor en viticultura, estableció inicialmente que Cariñena tiene una diversidad de terroirs más compleja que otras denominaciones de Aragón. El proyecto de análisis de suelos, viñas y climatología comenzó en 2017 y concluirá en 2022, tras las respectivas microvinificaciones y catas de especialistas, pero ya ha permitido identificar seis unidades de terroir y, además, recomendaciones de adelantos de las fechas de vendimia para compensar la subida de las temperaturas:

  • Suelos de terrazas pedregosas de llanura, con suelos pardos o rojizos y muy pedregosos.
  • Suelos rojos oxidados de terrazas, con suelos rojos, arcillosos profundos y pedregosos.
  • Suelos de semiladeras y vertientes, de suelos pardos heterogéneos, arcillosos y pedregosos.
  • Suelos de mesetas de calizas, con suelos blancuzcos grumosos, muy calizos y pedregosos.
  • Suelos de laderas con pizarras, de suelos pardos o grises, arcilloso-arenosos y pedregosos.

Estas clasificaciones serán un peldaño para que en el futuro puedan ir estableciéndose microterritorios dentro del territorio general, que creen mayor diferenciación, identidad y valor.

Las omnipresentes piedras hacen del de Cariñena un entorno agreste, que obliga a las viñas a sobrevivir en condiciones casi extremas, lo que hace que las bayas de las uvas tiendan a ser más pequeñas, pero más concentradas y aromáticas que las cultivadas en otras regiones.

Más uvas

 

No solo de tintos vive Cariñena, que también es célebre por sus vinos rosados, y elabora también blancos, fortificados, dulces naturales y espumosos.

Además de las garnachas y cariñenas maduras, en la DO Cariñena también se cultivan otras variedades, tanto internacionales como españolas, y entre éstas algunas poco conocidas y ancestrales, como la Vidadillo o la Juan Ibáñez. Cabernet Sauvignon, Merlot, Monastrell, Syrah, Tempranillo son otras de las tintas y Chardonnay, Garnacha blanca, Macabeo, Moscatell de Alejandría, Parellada, Verdejo o Sauvignon Blanc parte de las blancas, cuya superficie de cultivo ocupa el 15% del viñedo regional.

Como otras denominaciones de España, Cariñena apuesta también por contratiquetas de envejecimiento de Crianza, Reserva y Gran Reserva para sus vinos tranquilos, cuyos tiempos específicos de estancia en madera podrán variar dependiendo de si el vino es blanco, rosado o tinto. Pero la DOP Cariñena incorpora además otras tres categorías de añejamiento para rotular a vinos elaborados en depósitos de mayor dimensión o que solo envejecen en botella:

Añejo: vinos tintos, blancos o rosados sometidos a un período mínimo de envejecimiento de 24 meses en total, en recipiente de madera de roble de capacidad máxima de 600 litros o en botella.

Roble: vinos que han permanecido en recipiente de madera de roble de capacidad máxima de 600 litros un periodo superior a 45 días en el caso de los vinos blancos y 90 días en el de los tintos.

Noble: vinos sometidos a un período mínimo de envejecimiento de 18 meses en total, en recipiente de madera de roble de capacidad máxima de 600 litros o en botella.

 

Algo interesante es que también se están viendo elaboraciones en hormigón, tinajas, o en barricas más pequeñas, lo que refleja la vocación de innovación de los productores de esta denominación que, fieles a los signos de los tiempos, también están apostando por prácticas de viticultura sostenible en esta región donde no se permite el riego, y en la que también crece la producción de vinos orgánicos, como es el caso de los Bodega Verde, una marca que Bodegas San Valero lanzó en 2020 exclusivamente para el mercado de los Estados Unidos.

Por ser aún poco conocidos en algunos mercados, como el estadounidense, los vinos de la DOP ofrecen una extraordinaria relación valor-precio. Seguro que cuando se prueben y pase la era del confinamiento, esas viñas viejas serán destino de degustación para un viaje de vinos con historia, cultura, piedras y raíces embotelladas.

 

 

28 de marzo de 2020. Todos los derechos reservados ©

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Viñas con historia

 

Decir Aragón es escuchar el murmullo del río Ebro, eje vertebrador de las viñas de Cariñena, como los son los ríos a muchas zonas vitivinícolas del mundo. Pero además del río, un elemento importante del valle del Ebro en Cariñena es el cierzo, un viento que sopla con fuerza a través de Cariñena, aliviando los calores veraniegos y la humedad, lo que favorece el cultivo de la vid y su sanidad. Otros factores influenciados por la geografía y el clima extremo que crean las condiciones propicias para el cultivo de variedades como la garnacha son el clima continental con grandes amplitudes térmicas entre día y noche que favorece la maduración pausada de las uvas, y la diversidad de altitudes que fluctuán entre los 400 y los 800 metros.

Aunque estos matices se asocien al clima continental, la realidad es que Aragón mira al Mediterráneo y aunque algunos alegan que antes de ellos lo hicieron los fenicios, fueron los romanos quienes pusieron la piedra angular del vino en Cariñena, trayendo su aprecio por el vino y conocimiento del mismo a Carae, pueblo que construyeron sobre el año 50 A.C.

 

 

 

 

 

Texto: Rosa María González Lamas. Fotos: Viajes & Vinos y DOP Cariñena (C)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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