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Cata: Magadí by Betolaza (DOCa Rioja)

 

 

Texto: Rosa María González Lamas. Fotos: Bodega Betolaza y Viajes & Vinos (C)

 

Cuando se plantaron esas viñas de viura allá por 1961, en Burdeos se cuajaba una cosecha mítica que daría que hablar y disfrutar a través de muchas décadas después. Burdeos y Rioja llevan mucho tiempo unidas, no en balde los bordeleses vinieron a España en el siglo XIX a redactar las primeras letras de la historia de la marca regional de vinos más reconocida del país y, tan reciente como este marzo, volvieron a cruzar caminos en una cata conjunta que honró la historia del icónico Barrio de la Estación.

Pero no fue en Haro, ni cerca del ferrocarril de su barrio histórico donde nacieron esas viuras hoy añejas, sino en Briones, un pueblo medieval que se yergue sobre el paisaje de La Rioja, donde una familia de viticultores tenía una casa en cuyo viejo calado elaboraba vino.

No tenían marca propia aquellas elaboraciones, que un buen día dejarían de ser para otros para pasar a convertirse en las propias, como sus viñas, las de la bodega Betolaza, una marca que se creó en 2000 para comercializar tinto joven de maceración carbónica y que en 2006 dio paso a una nuevo proyecto y bodega familiar.

De pequeñas parcelas en Briones, con suelo en su mayoría arcillo calcáreo y clima de influencia atlántica, nacieron los vinos de la bodega, que de, vinos jóvenes, pasó a elaborar tintos destinados a envejecer. Cada parcela de un mapa que se esparce por una decena de hectáreas se distingue por la personalidad de su terruño, variedad y edad de sus viñas, y así es que empiezan a nacer las diferencias entre los vinos.

Los vinos son quinteto, un pentágono de botellas con cuatro puntas tintas y una única punta blanca. Esa última es Magadí by Betolaza, un blanco que se inspira en los Rioja blancos de antaño. Éste nace de las viñas plantadas en dos términos de Briones décadas atrás, viuras viejas, aúctotonas, íntegras y bien integradas en cada botella.

En el puzzle del vino este blanco riojano de viuras viejas destaca por la sutileza con que ensambla sus componentes, desde la uva cosechada de forma tardía a tono con la filosofía de la bodega de recoger frutos bien maduros, hasta ese roble americano nuevo tan vinculado a Rioja, que se expresa con gran sutileza revelando un manejo concienzudo y con arte.

Porque el Magadí by Betolaza 2018 apenas revela un toque de esos siete meses de envejecimiento en barrica de roble americano, con tueste ligero. Las lías con las que dialoga durante este período aportan una cuidada textura untuosa en el paladar, un cierto volumen en boca sin llegar a ser denso y totalmente distanciado del perfil que caracteriza a otros vinos envejecidos en madera en otras regiones del mundo, donde la cremosidad mantequillosa sobresale en aromas y en la boca.

Este blanco riojano de viejas viuras no niega su crianza en madera, pero ésta no asfixia ni opaca al vino, sino que lo ensalza. Fermentado en depósitos de acero inoxidable, en nariz aparecen aromas a fruta de hueso, puntos especiados a jengibre, muchos anisados y una pizca de humo, que van dando paso luego a notas cítricas y recuerdos a hoja de limonero, conjugadas con un toque de melosidad y algo de toffee. Es un vino que se crece en copa y que compensa ese toque de la madera con su buena acidez y salinidad, que hace que en boca se perciba fresco, graso, aterciopelado y fino. Un blanco clásico en su perfil, pero elaborado con tecnologías modernas y un porte eminentemente gastronómico.

Betolaza es una pequeña bodega familiar con viñedo propio que hoy está a cargo de su tercera generación, Clara y Francisco Ibaibarriaga, dos jóvenes hermanos orgullosos de su tradición, del apellido de su abuela que bautiza a su proyecto de vinos, y de la herencia familiar de viñas, pero también capaces de adecuarlo al siglo XXI y sentar las bases para que el proyecto de bodega propia ---creado por sus padres---  pueda pasar a las generaciones que les sucedan. Han sido ellos quienes han abierto el abanico de elaboraciones para pasar de aquella única etiqueta de vino joven con que se estrenó la bodega, a vinos con envejecimiento y de parcela.

Además del Magadí by Betolaza en clave blanca, Bodegas Betolaza elabora un tinto joven, un crianza, un reserva y un tinto de parcela, Calitrancos, donde van jugando con tempranillos, garnacha y mazuelo, siempre con producciones pequeñas y con un protagonismo de roble americano, aunque el Calitrancos emplee roble francés.

 

5 de abril de 2022. Todos los derechos reservados ©

 

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