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Vivanco: un asunto de vino de Rioja entre familia y cultura

 

 

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Además de las V que marcan sus iniciales, a Vivanco y a Viajes & Vinos les une la foto de portada de la web que tiene como paisaje una copa con tinto de la casa y el viñedo de esta bodega riojana, y el gran sombrero de cultura del vino que enlaza a ambas empresas como religión.

El altar está en Rioja, en sus viñas que contrastan el verde y la roja arcilla. Un color que también predomina en el templo del vino ubicado en Briones, un pequeño pueblo de la Rioja Alta donde tienen su sede las bodegas y el Museo del Vino Dinastía Vivanco.

Dinastía Vivanco es, desde su remota inspiración, una empresa familiar. Independientemente de que en el futuro apueste por traer a alguien ajeno a la familia para su gestión neutral, lo que no es neutral son los valores de aprecio por la familia y el trabajo que la guían. Siempre con una mujer valiosa detrás de cada hombre que fue construyendo peldaños de vino desde que los Vivanco llegaran de Burgos y se asentaran en Rioja, hasta dar forma al proyecto de vino y cultura del vino en que se convirtieron.

El primero en 1915, el bisabuelo Pedro, con la pequeña hectárea de viña que tenía su mujer y de la que empezó a producir y vender vino. Luego el abuelo Santiago, con Felisa, una abuela resiliente, superviviente y tenaz comerciante con sagacidad desarrollada gracias a las carencias de la posguerra civil española. Y tras ellos Pedro, el hijo, gran trabajador y visionario que comenzó repartiendo vino con 14 años y luego con humildad, destreza y discreción llegó tener casi asida por su mango la industria del vino de Rioja, proveyendo de vino a muchos más de los que la gente se imagina.

Con su astucia pudo cumplir sus sueños: multiplicar por muchas aquella hectárea de viña que heredara de su madre, y tener una marca propia de vino, Dinastía Vivanco. Para ello primero se fue a trabajar y luego a estudiar enología, convirtiendo, como otros bodegueros, al vino en trabajo y afición. Porque la carrera académica, además de conocimiento, le dio un sentido cultural a su pasión vinícola. Así pudo crear un patrimonio para dejar a sus hijos Rafael y Santiago, quienes viviendo el vino desde su infancia, más tarde o más temprano quendaron imantados a él.

Rafael lo tuvo claro desde siempre, lo suyo la enología y la viña. Santiago, no tanto, antes de al vino llegó al seminario, un trauma para algunos en la familia que se sintieron aliviados cuando dejó el sendero eclesiástico para emprender otro más literario y humanista que desembocaría en su actual sacerdocio con la cultura del vino, dando continuidad a la dinastía de los Vivanco.

Fue por ello que su padre le dio carta blanca para crear el Museo del Vino Dinastía Vivanco, un espacio donde compartir cultura e historia y albergar muchos de los objetos de los que había ido haciendo acopio a través del tiempo como parte de su afición a todo lo que rodeara al vino.

Así nació un Museo de la Cultura del Vino, con una bodega, o vice-versa, pero el primer proyecto de los Vivanco en llevar el apellido familiar, la marca Vivanco que don Pedro tanto anhelaba. Un espacio lúdico con dos únicos adjetivos para describirlo: impresionante y fabuloso. Un Museo inaugurado en 2004 por el Rey Juan Carlos I, estéticamente impecable y fascinante tanto para quien se inicia en vinos como para los grandes conocedores que pueden recorrer seis salas de exposición a través de las que se intenta divulgar más de ocho mil años  ---desde la Edad de Hierro y el Egipto faraónico hasta nuestros días---  de relación entre el vino, el arte y el hombre.

Santiago Vivanco vive con pasión, dedicación y claridad su rol cultural en la Fundación Vivanco y el Museo del Vino Dinastía Vivanco, al punto que su labor y experiencia le han convertido en asesor de otros importantes museos de vino del mundo, desde La Cité du Vin en Burdeos, hasta otros en otras regiones vitivinícolas de Viejo y Nuevo Mundos. Pero lo que también le apasiona es ir relatando la historia de Vivanco y los Vivanco por el mundo.

Por ello, en uno de sus más reciente periplos viajeros que le trajo al Caribe, no dudó en compartir su quehacer y el de su familia con aficionados y profesionales del vino en Puerto Rico.

Vivanco tiene viña en el pequeño pueblo riojano de Briones, donde ubican su bodega y su Museo, pero también a través de diversos puntos en la gran Rioja, lo que permite una expresividad singular de la diversidad de suelos y microclimas de la región, siempre apostando con firmeza por el patrimonio vitícola de cepas autóctonas como elemento identitario y diferenciador.

La hermosa bodega está dotada de la tecnología más puntera, incluyendo cámaras refrigeradas para que la uva repose fresca antes de procesarse en vendimia. Doble selección, de racimos y de bayas, maceración en frío, encubes por gravedad, vinificación en tinos de roble francés, malolácticas también en madera y cuidadas crianzas para pulir al vino para la posteridad.

Vinos, Semilla y tapas

 

De los romanos, cuyas reminiscencias están en algunas viñas de la bodega, a los taínos, la semilla es el puente entre la tierra, la historia, la uva, el hombre y el vino. Fue precisamente en Semilla Kitchen Bar, uno de los más jóvenes locales de la escena gastronómica de la zona turística del Condado en San Juan, el lugar de culto donde los devotos de Vivanco se congregaron a casa llena con Santiago, una selección de tapas y un cuarteto de vinos de la bodega, distribuidos en Puerto Rico por El Almacén del Vino de B. Fernández.

La cata en Semilla escogió un cuarteto de botellas representativas de la producción de la bodega: su línea principal con un blanco, un rosado, un tinto crianza y otro reserva, y sus Producciones Limitadas, cuatro tintos monovarietales de mazuelo, garnacha, graciano y maturana tinta, un blanco y un tinto que funden cada uno cuatro distintas variedades, y un exquisito vino tinto naturalmente dulce de cosecha tardía, todos elegantes, frescos y sinceros.

El tiempo y la paciencia probaron ser aliados de los vinos degustados, que no solo demostraron un mayor esplendor con algunos años a cuestas, sino que, junto con ese beneficio del tiempo, evidenciaron igualmente un vigor y viveza sorprendentes, tanto en color como en estructura, constatando su vocación de largo recorrido.

El primero, un Vivanco Blanco de la añada 2015, que ensambló tempranillo blanco, maturana blanca y algo de viura de dos zonas diferentes: Briones, a los pies de la Sierra Cantabria, y Tudelilla, en la Rioja Oriental, más cálida, algo que Vivanco compensa con viñas a mayor altitud. Aromas cítricos, frescos, a hierba fresca, pera y un velo de humo y piedra antecedieron una boca muy fresca, que dejó en evidencia la óptima acidez del vino y su sapidez, conviviendo con un buen volumen y untuosidad en boca, derivados de la estancia en lías por cuatro meses a la que se somete el vino tras su fermentación alcohólica en acero inoxidable.

El segundo, un tinto Vivanco Reserva 2011. De capa aún alta, fue un tinto complejo, especiado, pero, sobre todo, vivo. Porque si por algo sorprendieron éste y otros vinos de la degustación fue por su frescura, muy buena acidez e incluso algunos taninos pulidos, pero presentes, un indicio de su potencial de seguir creciendo en botella. Con aromas a fruta oscura, regaliz y recuerdos especiados a clavo y comino, este Reserva 2011, fue fresco y ligero en boca, con un punto torrefacto en el retrogusto y un final bastante persistente. El vino surtió sus uvas de parcelas con cepas de unos 35 años ubicadas en la zona de Briones, que tras vinificarse permanecieron dos años en barrica y al menos dos más en botella. Los suelos de Briones son de origen arcillo calcáreo, que confieren finura al vino, con algo de canto rodado.

De las producciones limitadas, dos muestras. La primera el 4 Varietales 2012, un tinto pulido, complejo y profundo con aromas florales, a menta, enebro y abundante cassis, y un pase aterciopelado por boca, donde se mostró afrutado y mineral, super redondo, con sapidez, volumen y todavía buena acidez. El vino ensambla garnacha, mazuelo, graciano y tempranillo, y envejeció durante 28 meses en barrica nueva de roble francés.

La segunda, Parcelas de Garnacha 2008, surtida de un viñedo en Rioja Oriental, zona por excelencia para las garnachas. Un vino con una década, sorprendentemente fresco desde la nariz, donde se revelaron aromas a fruta oscura, aceite de oliva, mentolados y a violeta, con potencia y finura en boca, donde tuvo un paso elegante, largura, un final especiado y taninos pulidos pero aún presentes augurando una prolongada longevidad.

Vinos acompañados de tapas confeccionadas por Semilla. Para el blanco, un montadito tostón de plátano verde coronado con gazpacho de bacalao y aguacate. Para el Reserva una salchicha artesanal de pollo. Para el 4 Varietales Tinto un chicharrón de ternera en salsa criolla con majado de tubérculos. Y para el Parcelas de Garnacha, una empanadilla de cordero.

La gastronomía es parte importante del proyecto Dinastía Vivanco, ya que no solo sus vinos tienen una gran aptitud gastronómica para una diversidad de cocinas, como la puertorriqueña, sino que también el Museo dispone de un fantástico restaurante, con un espíritu de tradición culinaria riojana, abrazada por un horizonte de viñas. El restaurante realiza jornadas gastronómicas de diversas envergadura y en 2019 contempla intensificar esa agenda.

Para cada obra de arte que es una botella de vino, una obra de arte de la colección pictórica de la bodega como etiqueta. Así por las de Vivanco se pasean Juan Gris o Joan Miró, entre otros.

El progreso está en el regreso. De ahí que uno de los proyectos más interesantes de la Fundación que dirige Santiago sea descifrar el enigma de las variedades de uva que cultivaban los romanos. Es poner el punto sobre las “íes”, gracias al análisis que se hará en Inglaterra del ADN de unas pepitas de uva halladas en la excavación que se desarrolla en un yacimiento arqueológico en una viña que tiene Vivanco en la Rioja Oriental, y en el que incluso ha aparecido una bodega del siglo XIV.

La inquietud por mantenerse en una posición de avanzada que ha guiado a la empresa en el desarrollo de sus propuestas y proyectos dará nuevos pasos en 2019 cuando Dinastía Vivanco estrene en el mercado uno de los primeros vinos espumosos con DOCa Rioja, una nueva categoría bajo el paraguas de calidad de esta histórica denominación de origen vitivinícola española, que se espera esté aprobado por Bruselas próximamente y permitirá la elaboración de vinos espumosos de calidad blancos o rosados, brut, extra brut o brut nature, con variedades autóctonas de Rioja, como la tempranillo blanco, la garnacha blanca o la maturana blanca, el triángulo varietal que dará forma al Dinastía Vivanco Espumoso.

La espera por esas burbujas se hará menos prolongada en compañía del arte de Pablo Picasso, cuya obra será protagonista de “Picasso Dionisiano”, una exposición de la Fundación Dinastía Vivanco que, más que una pasión del genial artista por el vino, que no ingería, abordará la fascinación que en él ejercía la mitología, y que podrá cautivar igualmente a quienes la visiten a partir de este 4 de octubre y hasta octubre de 2019.

Entre tanto, la cosecha 2018 ya ha comenzado en Vivanco para las variedades blancas, tras un ciclo complicado con lluvias y altas temperaturas que inisualmente aún se prorrogan hasta entrado septiembre.

Vivanco no se circunscribe a su proyecto de vino en Briones, si no que desarrolla más en otras bodegas riojanas e incluso una en Navarra, con un enfoque ecológico.

Junto con su afán por el vino está el de acogida, de ahí que el Museo del Vino Dinastía Vivanco reciba cientos de miles de visitantes de todas las edades anualmente y haya sido escogido mejor museo del vino del mundo. Una distinción sin discusión.

Otra distinción sin discusión es la silueta de su botella, muestra de una botella antigua que forma parte de la colección del Museo, ésa que es importante porque demarca la frontera entre el proceso artesanal y el industrial en la elaboración del vino, y se ha convertido en una marca de fábrica de la bodega.

Como testimonio de esa evolución milenaria, en el Museo hay vasos y cuencos, envases y copas, memorias de los primeros manejos científicos del vino, la mayor colección de sacacorchos del mundo, y una colección impresionante de lagares, prensas, aperos de vino, botellas, corchos, fotografías e ilustraciones que van documentando la actividad del vino en Rioja, las primeras sociedades comerciales y las normas para regular al sector con el objetivo de mejorar la calidad del producto y fomentar su exportación. Y un área muy especial con piezas de colección, que incluyen hasta obras de Picasso, que para algo será el protagonista de la exposición que se estrena este octubre.

Todo lo que los Vivanco han ganado en el negocio del vino lo han re-invertido con el objetivo de aportarle un sabor importantísimo, el de la divulgación de su cultura. A todo el proyecto en Briones lo complementa la Fundación, que cuenta también con un importante apoyo a la literatura y documentación sobre vinos, y realiza diversos concursos y exposiciones itinerantes.

 

27 de septiembre de 2018. Todos los derechos reservados ©

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Rosa Maria Gonzalez Lamas. Fotos: Viajes & Vinos y Dinastia Vivanco (C)