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El mejor enlace entre el vino y tú

Divinidades

Cultura del vino para quienes no quieren vivirlo "light"

 

Crafted by Van Zellers

 

Texto: Rosa María González Lamas. Fotos: Viajes & Vinos y Van Zellers & Co. (C)

 

Los 40 kilómetros de camino que separan Régua de São João de Pesqueira, más que un trayecto de un punto a otro del Douro y a la vera del río son una clase de historia sobre el Douro en sí.

En el fin del trayecto en São João no hay quintas maravillosas con casas antiquísimas y espíritu muy lugareño y de antaño, tampoco hay interminables interminables de viña rodeando las estructuras, ni hay indicios del contenido que se esconde tras las puertas de entrada de cada edificio en el meollo de una zona industrial.

Pero en esas estructuras como cajones lo que hay en realidad es una bóveda de maravillas embotelladas y por embotellar que, con apenas una llave de dos letras, no sólo abre y cierra esa gran cripta de tesoros líquidos, sino que también ha firmado muchos capítulos de la historia moderna del vino en el Douro portugués.

Pocos, como Cristiano, pueden hablar en primera fila y con tanta precisión de esa historia. Porque este ingeniero civil y amante de la caza que no tuvo otra opción que la de dedicarse al vino, ha sido la pluma que ha escrito algunos de los evangelios vínicos que han ayudado a encumbrar a la región en la esfera de vinos internacional. 

Pocos conocen al Douro de la cepa a la mesa, en y fuera de Portugal como Cristiano Van Zeller, uno de los nombres indispensables no sólo del Douro, sino del vino portugués contemporáneo, que no sólo ayudó a construir o consolidar algunas de sus bodegas más emblemáticas como Quinta do Crasto, Quinta do Vallado, Quinta do Noval o Quinta Vale Dona Maria, sino que también ha sabido dar continuidad a la propia historia de su familia, que vincula a los Van Zeller con el vino desde el siglo XVII y les convierte en la más vieja familia en el mundo del vino de Oporto. 

Fue precisamente en 1620 cuando Jorge Fernandes, un comerciante de vinos en Oporto, se casó con la hija de otro comerciante especializado como él. Generación tras generación, los caminos de los Van Zeller fueron pavimentándose con matrimonios protagonizados por comerciantes de vino llegados a Portugal para mercar con vinos de Oporto, hasta que Ana Francisca Requel se desposó con el primer Van Zeller de la dinastía, un holandés que había llegado a Oporto para acudir a una boda y, sin que le hubiera tocado el ramo nupcial, terminó uniendo su destino al de Ana Francisca y al del negocio de su suegro.

Con vino y otras cosas comerciaba esta pareja que llegó a tener 15 hijos, uno de los cuales creó en 1780 una empresa de vino de Oporto llamada Van Zellers & Co., que estableció las primeras rutas marítimas de vino entre Portugal y los países bálticos, y a fines de ese siglo XVIII e inicios del XIX se convirtió en una de las empresas más importantes de vino, tanto, que se hizo apetecible a unos ingleses que la adquirieron antes de que el siglo XX viera la luz. 

Pero varias décadas después, mientras la Guerra Civil Española daba sus primeras sacudidas y la Segunda Guerra Mundial comenzaba a cuajarse, los ingleses determinaron poner a Van Zellers en venta, oportunidad que supo aprovechar Luis Vasconcelos, quien recompró la empresa para mantenerla en la familia.

Cristiano Van Zeller, bisnieto de Luis y 14ta generación familiar, con el tiempo se haría cargo de esa empresa de familia que, antes de él entremezclaba marcas con bodegas, hasta que en los 1990s esa amalgama de entresijos se depuró. Posteriormente, algunas de esas bodegas se vendieron y con ellas también la marca Van Zellers, que luego una de las empresas adquirientes liquidó, pasando a manos de un pariente de Cristiano, quien, tras reconstituir el proyecto Van Zellers en 2003, en la Navidad de 2006 recibió como obsequio de ese pariente la marca Van Zellers y lo que ella encierra. 

Así, en 2007 salió al mercado el primer vino de Van Zellers and Co., a la par que el bodeguero continuaba involucrado en otros proyectos de vino, en los que se mantendría hasta el 2020. Fue de este modo cómo a partir de 2021, Cristiano Van Zeller se ha dedicado íntegramente a esta empresa familiar con larga trama, pero cuyos vinos mantienen el mismo espíritu de excelencia que ha caracterizado al bodeguero en sus proyectos en España y Portugal, guiados en el Douro luso por una trilogía de elaboración: los que son fruto artesanal del saber y el talento del hombre y su experiencia de generaciones, aquéllos a los que da forma la naturaleza, y los que se forjan con paciencia y por el tiempo.

El almacén de Van Zellers

 

Lo de ingeniero civil, de viñas y botellas lo vertió Cristiano en espacios donde la estética es secundaria al pragmatismo, porque lo importante en esa bodega con aspecto de almacén es el contenido de botellas, barricas y depósitos, sin muchos artificios decorativos, pero bien acomodados y distribuidos para que productor y su equipo lo manejen con dominio y pericia, sabiendo donde está cada propuesta y cómo cada una va evolucionando para crear una suma de matices que deleiten en el paladar.

No es un almacén cualquiera. Es un espacio hilvanado por la historia y la perfecta convivencia de sus diversos tiempos. Porque próximas unas a otras hay barricas con vinos recientes y toneles con el sabor del tiempo encerrado. Depósitos de acero inoxidable por donde pasan vinos por hacerse o terminados, y otros cajones del mismo material en los que se atesoran los viejos vinos de Oporto para que no se oxiden, no se evapore el agua y no se concentren, sino que mantengan la pureza de su esplendor. Hay incluso a la entrada un lagar de granito, un recipiente indispensable para Cristiano, quien tiene el firme convencimiento de que la pisa a pie marca una diferencia en los vinos de Oporto y del Douro, de ahí que en ese espacio austero, recto y cuadriculado se asegurara de hacer protagonista de entrada a un lagar de granito que se armó allí de la nada, dejando un retrato muy diverso al de los lagares de tantas otras bodegas del Douro en entornos donde el otrora y el romanticismo son marcos quizás más evidentes que la modernidad de esta facilidad.

De lo nuevo a lo viejo a lo añejo, Cristiano Van Zeller recorre con certeza y firmeza todos los recodos de su bodega cual joyero buscando las más preciadas alhajas entre la gama completa de sus vinos en distintas etapas de tiempo y la trilogía de perfiles que les define abarcando un espectro de blancos y tintos tranquilos, y otro de vinos fortificados de Oporto, que son casi un ojito derecho del productor.  

El tiempo es el aliado, especialmente si los vinos son fruto de una dilatada conversación con la madera, como son viejos tawnies que ganan matices a medida que se abrazan a sus envases. Colheitas viejos de 1934, 1935, 1940, 1950 y 1976, pero también un tinto que persigue resumir 15 generaciones de historia de los Van Zellers  ---de la primera a la de los hijos de Cristiano---, vino sin fortificar con hasta 30 variedades de uva de viñas muy viejas que refleja los distintos terroirs del Douro y que es muy estructurado y complejo.

Después están los vinos delineados por la naturaleza y el perfil de las añadas y los lugares, como los Vintage, Late Bottled Vintage y los Oporto Crusted, pero también los icónicos Curriculum Vitae en tinto y blanco, apenas dos letras pintadas en las etiquetas que son una verdadera biografía líquida del Douro en parcelas concretas y que se han convertido en verdaderos íconos embotellados de la región. 

Y la última punta del triángulo son los vinos donde se vierte el saber y hacer de Van Zellers y la mano del hombre que cuidó la viña, vendimió las uvas, las convirtió en vino y luego con experiencia e intuición las ensambló para crear maravillas como varios tawnies con indicación de edad o los tintos y blancos marcados por la VZ.

Los tesoros del almacén

 

Desde que una Navidad recibiera como regalo la marca Van Zellers, Cristiano ha puesto especial empeño en hacer acopio de reservas de vino, comprando viñas para elaborar grandes vinos, pero también adquiriendo vinos de Oporto muy viejos para que sirvan de base a vinos tan especiales como memorables.

Como un mago, Van Zellers hace posible que se viaje en el tiempo con la posibilidad de retrasar el reloj tanto como más de un siglo. De lo más reciente a lo más pretérito, de copa en copa se vislumbra la evolución de los vinos, su pasado y futuro.

Aún en barrica, los Oportos sin terminar de la añada 2023 son muy afrutados, perfilados, redondos, aromáticos y golosos. Son mezcla de uvas, pero un lote de sousón de la misma añada muestra mayor profundidad.

De éstos en primeur se pasa a los del 2022, los de 2021, hasta que uno su sumerge en el universo de tawnies con indicación de edad, por los que, literalmente, se aventura un recorrido de siglo y medio en copa. Tawny con 10 años, notas a almendras, naranja, tostados y algo de tanicidad. Un 30 yr. Tawny Port, con notas más especiadas. Colheita 1992, elegante, ambarino y muy fino. Colheita 1989 de color casi caoba, más austero y profundo. Tawny 40 yr. excepcional, con ribetes verdosos, recuerdos a caramelo, vainilla, pasas, avellanas, especias, torrefactos y hasta un poco de cautivante vinagrinho en un vino largo, complejo y fino. 

Y después empiezan las sumas de añadas. 40 yr. con 1958 que el bodeguero funde en copa para alcanzar los 50 años promedio del 50 Yr. Old Tawny Port, complejo, denso, largo, profundo y elegante. Un resumen de equilibrio que se acentúa a medida que el viaje continúa en reversa con un 1950 super complejo, un 1940, un 1934 equilibrado y con largo retrogusto con pureza y elegancia indescriptibles. 

Cambio de siglo con un 1888 fresco, con sutil vinagrinho y una acidez y densidad impresionantes. Un vino de Oporto forjado por la poesía que le enlaza a Fernando Pessõa. 1870 con alguna nota tostada y forjado por dos miembros de la familia. Y un 1860 lleno de frescura y notas a limón, un vino verdaderamente espectacular formado por la libertad que guía la familia, que llegó de Países Bajos a Portugal precisamente en busca de libertad religiosa. Libertad, familia y poesía definen a este trío de vinos, que formarán parte del Rare Port Collection.

Ese mismo ejercicio de pasado, presente y futuro se hace con sus vinos tranquilos, rotulados con las letras CV y VZ, letras o siglas que exudan excelencia. 

Nacido en 2003, el CV, o Curriculum Vitae, es uno de los íconos del Douro con versiones en tinto y blanco altamente puntuadas por guías internacionales. Se trata de vinos de parcela, y con una mezcla de variedades de viña muy vieja que destacan por su estructura y elegancia. El tinto nació en 2003 y el blanco en 2013. 

El CV 2023 que reposa en barrica suma más de 20 variedades blancas y es mineral, fresco, salino y muy largo. El vino terminado es el de la añada 2021, un vino que fermentó en barrica casi sin prensarse, ensamblando castas como la Malvasía Fina, la Rabigato, la Verdelho, la Viosinho, la Gouveio, la Samarrinho o la Donzelinho Branco. De lágrima densa y 12% de alcohol, éste es floral, mineral, con algún recuerdo a membrillo, a sílex y pólvora, heno e hinojo, anisados, eucalipto, un casi imperceptible toffee y una boca fresca, glicérica, redonda y salina. Tras su elaboración pasa unos dos años en botella antes de salir al mercado. Un vino inequívoco de su origen y de la grandeza de su elaborador. 

Su hermano tinto de la añada 2020 junta 25 variedades en equilibrio y redondez. Tinta Francisca, Sousão, Touriga Francesa, Tinta Roriz, Touriga Nacional, Tinta Amarela, Rufete y Donzelinho Tinto de una parcela con más de 90 años son algunas de las que conforman este tinto denso y muy afrutado, con muchos recuerdos a frutas rojas, azules y hasta algo maduras, arándanos, blueberries, conviviendo con notas florales a jara, violetas, recuerdos a grafito, algo de toffee, chocolate, regaliz y monte bajo, y que en boca es untuoso, goloso, muy especiado y torrefacto, bien pulido para su edad, grande, musculoso, pero equilibrado y redondo a pesar de sus 15.5% de alcohol. Las uvas para este vino se pisan en el lagar, fermentan ahí y luego pasan a barricas nuevas y usadas de roble francés para realizar la maloláctica y su crianza de 26 meses en barrica.

Los VZ o Van Zellers, son vinos que reúnen viñas de distintos puntos del Douro. Su Van Zellers Blanco 2022 ensambla Viosinho, Gouveio, Rabigato, Codega y Arinto de viñas de unos 70 años de las que se utiliza apenas el primer mosto que luego fermenta en barricas de 225 o 500 litros en las que luego envejece durante nueve meses sometiendo el vino a bâtonnage. 

Ese contacto con la madera está presente, pero con enorme delicadeza, casi como un velo de tul que sólo expone una sutil reminiscencia a fina almendra. Se trata de un vino muy elegante y con cuerpo, aromáticamente expresivo de sus variedades y su suelo, con aromas anisados, a fruta blanca, litchi, flor de azahar, mentolados, sutiles toffee y vainilla y un evidente traslado a lo mineral con un deje de humo. En boca es sápido y goloso, fresco y untuoso, con una acidez perfecta, viva, pero sin estridencias, y un final de ese delicado tostado que termina con un tono amargo a almendra verde en el retrogusto. Un blanco fruto de un año seco y caluroso, en que la climatología fue beneficiosa a la sanidad de la vid, lo que permitió que en lugar de tener que invertir tiempo en tratamientos la bodega pudiera dedicarse a regenerar suelos y crear condiciones para seguir propiciando la biodiversidad como una manera de mantener un mayor balance en el ecosistema. 

Por su parte, el VZ Tinto 2020 mezcla más de 30 variedades de un conjunto de parcelas en Cima Corgo. Se trata de un vino con cuerpo y perfumado, con aromas a fruta de baya fresca, confitura de frambuesa, vainilla, un hilo de butterscotch, tonos especiados a nuez moscada, hierbas como salvia, el tomillo y el estragón que luego dan paso a recuerdos florales a jara en un tinto tan denso, estructurado y casi opulento, como fino y elegante gracias a su redondez en boca y a su buena acidez, que imparte frescor y termina en el paladar con un final cítrico a naranja. Tras su fermentación, pasa a barricas de roble francés de distintas tonelerías, con uno o más usos, realizando en ellas la fermentación maloláctica y luego su envejecimiento durante 26 meses antes de estabilizarse en depósitos de acero inoxidable y embotellarse. 

Una producción en conjunto que no quiere sobrepasar las 70, 75 mil botellas anuales, ya que Van Zellers busca más crecer en valor que en volumen.

Viña e innovación

 

El contenido de las botellas es un verdadero enjambre de variedades, que tienen todas su génesis en viñas viejas de la subzona de Cima Corgo, para muchos el corazón del Douro, donde Van Zellers cuenta con unas 15 hectáreas entre viñas propias y arrendadas, en las que las cepas más jóvenes no tienen menos de cuarenta años. 

La gran herencia de viñas viejas que han sido testigos silentes de la historia de la región ha contribuido a dotar al Douro de identidad, exclusividad y autenticidad, y a los vinos producidos con sus uvas de concentración, armonía y equilibrio entre acidez, taninos y alcohol, otorgándoles una mejor estructura y mayor complejidad. 

Viñas que han resistido el paso del tiempo, es por ello que la casa Van Zellers tiene un enorme compromiso con protegerlas y a su ecosistema, de modo que puedan seguir produciendo fruta de calidad. De ahí que se practique una viticultura regenerativa, que incrementa la biodiversidad de la flora en la viña, la salud y nutrición de los suelos. 

“Sensibilizar, no sólo sobre el vino, sino también sobre la relación de éste con el entorno es una forma de ayudar y retribuir al planeta lo que éste entrega con prodigalidad”, señala Cristiano.

En el cuido de la viña utilizan algas, setas, moscas e incluso orujo de aceituna de manera experimental. Se emplean caballos para labrar, para eliminar malas hiebas y se recuperan viñas viejas a mano. No se emplean herbicidas ni pesticidas salvo que sean realmente indispensables. Y además buscan opciones para preservar el agua  ---un problema de siempre en el Douro a pesar de atravesarlo un río---,   con soluciones naturales para retenerla en el suelo y reutilizarse.  

Pero la sostenibilidad no se circunscribe a la viña, ya que también van a apostar a las energías renovables en bodega, con la instalación de paneles solares. 

Como forjador de un Douro moderno, Cristiano Van Zeller no sólo ha sido la mente maestra de muchos grandes proyectos en la región, sino que también ha sido uno de los principales propulsores de su internacionalización como trampolín de su difusión, y también del respeto por su gente y tradiciones. En esta dirección fue uno del quinteto fundador de los Douro Boys, una agrupación de cinco bodegueros que por las últimas dos décadas se ha dedicado a llevar la historia del Douro y sus vinos por el mundo, siendo una iniciativa crucial en el posicionamiento de la región, clave en la valorización de sus vinos por parte del consumidor. 

“Siento orgullo de haber desarrollado y contribuido a proyectos de vino que son símbolos del Nuevo Douro, un Douro capaz de producir vinos de mesa de alta calidad a la par que vinos de Oporto de excelente calidad, algo que hemos logrado preservando nuestras variedades autóctonas, plantaciones tradicionales, manteniendo técnicas antiguas de viña a la par que aplicamos algunas innovadoras”, añade.

Un buen ejemplo de ese espíritu innovador es un vino de Oporto criado bajo el mar, por no mencionar distintos esfuerzos de mercadeo que aportan originalidad y crean diferencia con la marca a nivel de presentación y comunicación. 

En todos ellos Cristiano Van Zeller dirige un equipo de familia en el que participan su esposa, sus hijos Cristiano, João y Francisca, el alter ego del productor, muy involucrada en la parte divulgativa y a quien todo apunta pudiera tomar el relevo Van Zellers en la más joven generación. En la enología colabora también Joana Pinhão, a quien el bodeguero conoció cuando fue a realizar prácticas en una bodega que dirigió, y quien, desde entonces, se ha mantenido colaborando con los proyectos de Van Zeller. 

“No consigo decir cosas que no siento. La credibilidad viene de saber contar historias verídicas, tienen que serlo, y de haber sentido siempre al Douro como una pasión”, concluye. Los vinos de Van Zellers también cuentan historias que tampoco dejan indiferente a quien los disfruta. 

 

6 de abril de 2024. Todos los derechos reservados ©

 

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