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Quinta das Carvalhas: 360 grados de Douro

 

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Fundada en 1756 por el rey Dom José I y su Primer Ministro, el Marquês de Pombal, la Real Companhia Velha, también conocida por Royal Oporto Wine Co., se creó con la misión de sustentar la cultura de los vinos del Douro, conservar la pureza natural de su producción y supervisar toda la exportación de vino de Oporto. Conocida como Companhia Geral de Agricultura e dos Vinhos do Alto Douro, de entre los numerosos servicios de la empresa a la cosa pública se destaca como la más notable e importante la demarcación de la región del Douro, ejecutada por los diputados de la junta de administración de la Real Companhia Velha, gracias a lo que se delimitó y reglamentó la zona vitivinícola del Douro, la más antigua del mundo.

El paisaje

 

Desde la fecha de su fundación hasta 1865, la Real Companhia Velha fue un monopolio de exportación hasta que el Rey Fernando retiró de la empresa las propiedades monárquicas, lo que la llevó a tornarse propiedad de familias portuguesas hasta llegar a los Silva Reis, sus propietarios actuales.

 

La antigua residencia y actuales oficinas de la Real Companhia Velha en Quinta das Carvalhas, se admiran desde el río como a un castillo de vino erguido entre viñas acunadas por la placidez del Douro, los suelos de esquisto y la magnificencia del paisaje que dan vida a un amplio conjunto de etiquetas de vinos fortificados y tranquilos, entre el cual los tranquilos de Quinta das Carvalhas se yerguen como lo más preciado de la empresa.

 

Del roce del Douro hasta el moderno castillo circular en la cima se va ascendiendo por una ruta estrecha y sinuosa que va revelando los cimientos con suelo de xisto y el testimonio de la historia del vino en Carvalhas. Un contraste entre muros y escaleras de la época romana  ---cuando los romanos trajeron la viña para elaborar vino, pero también los almendros y limoneros---, hasta los muros más nuevos. El esquisto, “xisto” como dirían los portugueses, no debe de confundirse con la pizarra, “lousa negra”. Un material por el que las raíces casi deben de taladrar el subsuelo para hidratarse y nutrirse, y también una especie de termómetro que retiene o libera el calor, ajustándose a las amplitudes térmicas.

Un almendro en flor resguarda la primera escala en ascenso y el retrato inefable de las encostas con sus socalcos de vértigo contorneándose como la curva del Douro que miran y admiran mientras abrazan a la montaña a su paso por Pinhão. A medida que se sube, el xisto se va tornando más compacto y se va haciendo más evidente la influencia del suelo, el clima, las orientaciones y la insolación en la viña, creando terroirs singulares y parcelas diferenciadas.

 

Una de las más grandes quintas del Douro, Quinta das Carvalhas se extiende por unas 550 hectáreas de las que unas 130 son de viña, 75 de olivar y el resto de floresta, ya que la legislación obliga a tener áreas silvestres que propendan a la biodiversidad. Por esos viñedos, algunos con un 70% de pendiente, hay viñas muy viejas, hasta centenarias, aunque no prefiloxéricas, pues la plaga de la filoxera destruyó el 90% de las viñas de la región.

 

Un poco más arriba, otro retrato bifaz de contrastes en viña. Cara al río, con una vista que recuerda la de los Altos del Río Chavón en República Dominicana, una pendente de cepas viejas que miran al norte. En promedio 90 años, bajos rendimientos y un perfume de lavanda y romero, conviviendo con multiplicidad de cepas distintas para lograr el equilibrio. Una mistura de variedades que es casi norma entre las viejas cepas portuguesas en una parcela de manejo biológico, que no biodinámico, y que se labra con mulas por los retos del terreno.

 

Al lado puesto, la faz al sur, y a más de 500 metros de altitud, una viña más joven, con mayor verdor, y que de una punta a otra tiene diferencias que en vendimia pueden marcar variaciones de hasta tres semanas en la recolección de uvas dentro de una misma parcela. En Carvalhas ya han logrado delimitar parcelas diferenciadas, aunque de ellas aún no se elaboren vinos parcelarios. Alvaro Martinho es el jefe de viña y Jorge Moreira el enólogo de la Quinta.

 

De las más de 200 variedades de uva que hay en Portugal, Real Companhia Velha tiene plantadas cerca de la mitad, y en Carvalhas, de cepas viejas nada más hay plantadas unas 42. La touriga nacional es la reina del Douro y de la Quinta, que concentra su producción en vinos tintos, porque son más aptos a las temperaturas más elevadas, contrario a los blancos, que precisarían uvas con mayor frescor, cultivadas a mayor altitud. Precisamente allí, en lo más alto, están la gouveio (godello) y la viosinho, las únicas variedades blancas plantadas en la Quinta, donde sí se ha ido notando el cambio climático a través de vendimias más adelantadas.

 

Los avatares de vendimia los conoce bien el equipo de campo de la bodega, un grupo de 48 trabajadores fijos todo el año, que se encarga de recolectar la uva porque la conocen mejor que nadie. Pionera en la producción, Real Companhia Velha también lo ha sido en su relación con su equipo de trabajo, para el que, incluso, llegó a instalar una antena-mástil, la primera de radio y televisión en el Douro, para que sus empleados pudiera entretenerse, especialmente en tiempo de vendimia. Fue, además, la primera empresa del Douro en practicar la igualdad salarial, pagando a las mujeres lo mismo que a los hombres realizando similar trabajo vendimial.

Además de por un blanco, Quinta das Carvalhas, la línea de vinos tranquilos de alta gama de Real Companhia Velha, apuesta por algunos vinos varietales de castas autóctonas portuguesas, incluyendo algunas menos difundidas y una etiqueta elaborada con las cepas más viejas de la Quinta. Vinos todos con un porte elegante y distinguido, que transmiten diáfanamente su lugar de origen.

 

Real Companhia Velha elabora siete millones de botellas de vino repartidas en unas 65 etiquetas diferentes. El volumen de producción se reparte a medias entre vinos tranquilos y vinos de Oporto, entre el mercado portugués y los mercados internacionales. La producción de los vinos está centralizada en la Quinta Casal da Granja.

 

Además de vinos, de Quinta das Carvalhas se producen también aceites de oliva con aceitunas cultivadas en la finca, donde también hay alcornocales, cuya última saca de corcho se realizó en 2009.

Quinta das Carvalhas: los vinos

 

Con el ritmo más lento y seductor de la voz de Pablo Alborán como telón de fondo, primero se cata y luego se escupe, y tras el inicial contacto sensorial comienza el reflexivo ejercicio de recordar cada trozo del paisaje y arrastrarlo a la copa para verterlo en cada sorbo, auscultando el hilván entre cepa y copa que hace de la degustación del entorno y el vino una experiencia verdaderamente religiosa.

 

Carvalhas Branco 2015

Suma de viosinho y gouveio que comienzan su fermentación en depósitos de acero inoxidable y la terminan en barricas de roble francés, donde luego pasan medio año con sus lías finas, este exquisito blanco duriense se estrena en nariz con una pizca de aromas petrolados, matices de flores, almendra fina, humo y tonos cítricos que dan paso a una boca fresca, con buena salinidad, elegancia y delicia, que concluye con tonos de ligera madurez a manzana asada y membrillo.

 

Carvalhas Tinta Francisca 2013

La tinta francisca es una cepa que produce vinos más ligeros en estructura evocadores de muchos pinot noir. Este tinto monovarietal pasa ocho meses en barrica. Se estrena en nariz con un tenue tufo de reducción que abre paso a recuerdos a cereza y blueberries, envueltos en aromas florales a violeta, notas tostadas y especiadas, y un velo de humo y grafito. De cuerpo ligero y taninos golosos, en boca es ligero, fresco y elegante.

Carvalhas Touriga Nacional 2015

La touriga nacional es la reina del Douro y de Quinta das Carvalhas y este tinto que pasa ocho meses en barrica refleja el carácter varietal floral que la distingue. De color púrpura intenso, es un retrato del terroir de la Quinta. En nariz aparecen recuerdos a enebro, tinta china, grafito, ahumados, hierbas aromáticas, té, violetas y lavanda, notas tostadas y hasta un recuerdo a pimiento. En boca es amplio, aún algo secante y por pulir. Un vino de guarda.

 

Carvalhas Vinhas Velhas 2015

Más de una veintena de variedades tradicionales del Douro ensamblan este vino corpulento, exuberante y elegante, de denso color. Su nariz arrastra recuerdos a frutas de baya oscura y sotobosque con una envoltura de delicada vainilla y toffees. En boca tuvo gran frescura y salinidad, taninos redondos y gran persistencia. Para beber a sorbos lentos y disfrutando comida. El vino se fermenta en lagar tras lo cual envejece durante 18 meses en roble francés. Vino de guarda.

Otros vinos de Real Companhia Velha

 

Real Companhia Velha Tawny 20 Años

Los tawnies son vinos de Oporto envejecidos en madera y probablemente uno de los paradigmas de elegancia de la categoría. De color ámbar cobrizo, éste abrió con aromas a frutos secos, especias, pasas, miel, toffee, tonos torrefactos y a chocolate para proseguir en una boca envolvente y aterciopelada que cerró con un punto de amargor.

 

Real Companhia Velha Vintage 2013

Los vintage son Oportos ruby de una única y excepcional añada. Este tuvo una boca más densa, con grandes recuerdos a los vinos jerezanos de Pedro Ximénez. Chocolate, ciruela, higo, dátiles, pasas, matices a toffee, especias y café caracterizaron a este vino.

 

Real Companhia Velha Vinho Espumante Bruto

Una tradición arrinconada a los obsequios navideños que la bodega retomó, este agradabilísimo espumoso brut suma chardonnay y pinot noir, dos variedades tradicionales en champán. Su bouquet reflejó frescura, matices florales y evocaciones a pastelería que rozaron un encantador punto de oxidación, así como tonos afrutados a frutas rojas frescas. Sorprendete y delicado, tuvo buen cuerpo en el paladar, donde se mostró fino, fresco y salino.

 

 

13 de abril de 2018. Todos los derechos reservados © Más noticias de Vinos y Bebidas.

 

 

En ese punto la Quinta das Carvalhas se convierte en epicentro del círculo del Douro. Penetra el aroma de enebro que rodea la morada, un fulcro duriense de historia y de vino que, además de a la redonda, plantea también 360 grados de Douro de arriba a abajo. Porque Quinta das Carvalhas es un símbolo del Douro del que ya se hablaba en el siglo XVIII cuando esa región comenzaba su andadura demarcada y reglamentada, con la Real Companhia Velha como una de sus empresas protagonistas.

El viento y la paz acarician ese paisaje de ensueño donde se admira la magnificencia del río Douro y su ribera. Una vista de 360 grados a la redonda, como circular es la casa que corona la colina y que se erige casi como una baby boomer en un espacio ancestral, donde hasta la luna se cita con el sol y se hace cómplice de la necesidad de pausar para digerir la hermosura de un paisaje sin parangón.

 

Anfitrión de celebridades, el recinto circular vio la luz en la década de los 60, cuando los Silva Reis decidieron construir un espacio y residencia en el pináculo de las Carvalhas para albergar eventos de bodega y de familia.

 

Hay que imaginársela sentada en el solitario banco de la cima en un básico instinto de cruzar las piernas para que tal vez tienten al río. Pero al río no lo tienta ni la misma Sharon Stone sentada en lo más alto de la piedra, porque el único con derecho a tentar es el Douro, imponente, inmenso, majestuoso, entre el silencio y la paz de una de sus mayores alturas.

 

Allí en Quinta das Carvalhas, donde la Stone se sentó sobre su apellido, está la perfecta frontera entre lo humano y lo divino. Es un paisaje inefable, que invita a la meditación, imaginando que al séptimo día, antes de pausar, Dios se encargó de crear al Douro para descansar en él. Como un río reluciente que da nombre a la soprendente región vitivinícola portuguesa, se muestra como un hilo metálico que cercena las montañas, cinceladas con terrazas para dar paso a un tránsito divino de gentes y vinos.

 

Rosa Maria Gonzalez Lamas. Fotos: Viajes & Vinos (C)