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La década prodigiosa de Mirabilis

 

 

Texto:Rosa María González Lamas. Fotos: Francisco Nogueira y Amorim Family Estates (C)

 

No podía existir mejor palabra para describir el paisaje que enmarca su creación. Por eso, cuando se decidió pintar de blanco el exquisito lienzo de sus botellas, solo una palabra pudo retratar con adjetivo el posgusto que dejaba su contenido: maravilloso. 

Así nació Mirabilis, un vino que pretendía mostrar al mundo el potencial del Douro para gestar grandes vinos blancos, longevos, y de alto precio, cuando aún sus tintos de mesa ni siquiera habían despegado del todo en el escenario productor de Portugal. 

Corría 2011 cuando en Quinta Nova de Nossa Senhora do Carmo se determinó crear dos vinos de postín, una reinterpretación del territorio con vocación de extrema singularidad y de larga guarda. Dos vinos que trascendieran lo usual, que sorprendieran, maravillaran y fueran irrepetibles. Tanto, que en más de una ocasión sus botellas se han situado como el mejor vino blanco de del país

El preámbulo a tanta maravilla había comenzado por rebuscar lo singular del territorio duriense y mimar de forma milimétrica los hallazgos, desde la selección de uvas hasta su entrada en bodega. Así, en 2010 se creó una especie de pequeña bodega dentro de otra, un espacio de elaboración tan minucioso que se llamó Atelier do Vinho, hecho a la medida de ese estuche de joyería de viñas durienses y las obras de arte que pretendían embotellarse de sus frutos. Un Atelier en que todo el trabajo se realiza de manera manual y el escenario son los antiguos lagares de granito de la bodega fundada en 1764. Allí se colocaron depósitos tronconónicos de madera y de acero inoxidable para realizar microvinificaciones de parcelas y subparcelas de la Quinta en un trabajo de precisión y pormenorización para extraer lo mejor del territorio.

“También nos inspiró el hablar con muchos pequeños productores que no querían conformarse con hacer buenos vinos, sino que deseaban que pudieran elaborarse vinos que realmente trascendieran”, explicó Luisa Amorim, directora de Amorim Family Estates y gestora del proyecto, añadiendo que los Mirabilis nacieron como vinos sofisticados, vinos de terroir, aunque no de pago, en los que apostó por el ensamblaje como piedra angular de su vinificación.

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Una de las joyas de la bodega son dos pequeñas parcelas con viña centenaria plantada en bancales que son una verdadera bóveda vitícola con alrededor de 80 variedades blancas y tintas diversas, plantadas tras la filoxera y que han resistido hasta hoy para crear vinos con gran carácter, puesto que en este complejo sistema las plantas compiten entre sí y aumentan su concentración. Estas viñas de bajo rendimiento se cuidan de forma muy tradicional, utilizando caballos y abono natural para mantener su esencia. 

Pero curiosamente el Mirabilis blanco no nace en el terreno de la propia Quinta, sino de viñas muy viejas que la responsable de viticultura, Ana Mota, ha podido ir casi escarbando a través del Douro. Viñas en altitud para vinos de altura, viñas muy altas cuyo uso la gente no terminaba de entender, pero en realidad se anticipaba a lo que hoy es norma, para asegurar acidez que permitieran una larga evolución y también una textura que suma todo: frescura, densidad, transparencia, gravedad, mineralidad, tensión y precisión. “Vinos complejos y completos, con aromas frescos y serios, de fruta y especias que combinan elegancia y alegría, que vibran y explican el origen y que se niegan a repetirse a sí mismos para ser también un reflejo de cada añada”, en opinión de Jorge Alves, enólogo de la Quinta.  

Así nació el Mirabilis blanco, en altura, y con un amplio cóctel de variedades de uva, algunas de las cuales con el tiempo se fueron eliminando o reduciendo, para centrarse en la Viosinho y la Gouveio (godello), sin dejar de lado otras variedades autóctonas antiguas. 

Tras el Mirabilis blanco se gestaría su versión tinta, buscando ser rompedora. Según Alves, la primera premisa fue que no podía llevar Touriga Nacional, todo un reto considerando que ésta es una variedad dominante en el Douro, para lo que buscaron castas distintas. La segunda premisa fue que fuera un vino del Douro, pero sin el estereotipo aromático de la región, a fin de ser un vino de más corte internacional. Y la tercera fue que se convirtiera en un vino icónico, de culto, para verdaderos apasionados. 

Así fue como rebuscaron lo que había en la viña de la bodega y con ello empezaron a experimentar utilizando aquellas viñas centenarias como base de la innovación, entre la que se recuperó la tinta amarela, una variedad a la que no se le daba tanta importancia en la región.

Para celebrar esta primera década de aniversario, la bodega organizó una cata virtual y en retrospectiva de ambas etiquetas, que además sirvió para presentar en sociedad las nuevas añadas 2019 de Mirabilis, en tinto y en blanco. Un ejercicio que mostró que un gran vino es grande tanto en su juventud como en su madurez. 

La añada 2019 estuvo marcada por temperaturas moderadas, pero un clima inestable durante el período de crecimiento de los racimos que obligó a poner especial atención a la sanidad de las uvas. No obstante, las temperaturas más amables propiciaron una maduración lenta, que derivó en la vendimia más tardía del lustro, produciendo vinos frescos, muy aromáticos, muy estructurados, con gran complejidad y alta precisión.

En su ensamblaje dominaron la Viosinho y la Gouveio, aunque acompañadas de muchas otras variedades ancestrales de bajo rendimiento, cultivadas en terrenos de transición entre el esquisto y el granito. El Mirabilis blanco 2019 reposó en barricas de roble francés y húngaro mayormente usado, para que el aporte de la madera no sea invasivo. Durante este período el vino se sometió a bâtonnage de sus lías cada quince días durante cinco meses, embotellándose en junio de 2020.  

Es un vino que se presentó como de inspiración borgoñona, en yuxtaposición con sus primeras añadas que algunos percibieron como más orientadas a Rieslings alemanes, a juzgar por las notas apetroladas que mostró su cosecha 2012. Ésta y las de 2014 (escogido en 2016 Mejor Vino Blanco de Portugal), 2016 y 2018 se recorrieron en el ejercicio de cata que constató cómo esta etiqueta es también reflejo del año de su vendimia con denominadores comunes: untuosidad, robustez, frescor, complejidad y buena integración de madera, fruta y alcohol. Un período en que el cambio climático se ha hecho muy evidente en el Douro, así como también la incorporación de viñas más viejas con el pedigrí requerido, lo que ha hecho que también se haya ido modificando el repertorio de variedades empleadas en el ensamblaje. 

Con el Mirabilis Tinto 2019 se vuelve nuevamente a la pureza y equilibrio de la viña y lo que ésta traslada al vino en lo que respecta a aromas, texturas y sabores que la interpretan de manera más transparente y acentuada. Vinos que su enólogo describe como complejos, elegantes y sofisticados, todo con el justo punto, con taninos finos y extrema profundidad y precisión, recordando trazos de vinos de regiones vitivinícolas clásicas, pero también el corazón del Douro, y que los críticos que comentaron la cata señalaron como un vino con fantástica estructura en boca donde se hizo muy evidente un incremento en su nivel de complejidad, riqueza y equilibrio interior. 

El Mirabilis tinto solo se elabora en añadas de gran profundidad, evoluciona de forma dramática en copa y solo utiliza barrica nueva en su elaboración. En la cata repasó las añadas 2013, un año desafiante que regaló un vino complejo y seductor, y también la gran añada 2017, en la se perfeccionó aún más la vinificación. 

Uno de esos elementos muy singulares de Mirabilis ha sido la silueta de su botella, una de sus señas de identidad y distinción, y que, irónicamente, era difícil de acomodar en las cavas tradicionales. Pero con la pandemia, la empresa francesa que las producía redujo su producción, con lo cual Mirabilis tuvo que despojarse de su atuendo para embotellarse en otro formato de envase.  

Además de la forma de la botella y de la composición de su ensamblaje de variedades blancas, otro cambio de Mirabilis ha sido una mayor estancia en botella, a más de un año, lo que permite, como en otras grandes regiones productoras del mundo, una mejor integración elementos como la estructura, el cuerpo, la acidez, la gravedad y la madera, algo que solo el reposo en botella confiere a los grandes vinos del mundo.

En 2018, el Mirabilis Blanco 2015 revalidó como Mejor Vino Blanco de Portugal.

Quinta Nova de Nossa Sehora do Carmo es una de las más antiguas bodegas del Douro y su quinta una de las referenciadas en la primera demarcación de la región en 1756, con un terroir único y especial. Propiedad de la Casa Real Portuguesa hasta 1725, la fusión de varias quintas en una sola la convirtió en una “quinta nova” en la que durante los siglos XVIII y XIX vivieron varias familias portuguesas que dieron vida a la viña, al olivar, a otros cultivos agrícolas y, por supuesto, al vino. 

A lo largo de la década prodigiosa de Mirabilis, no solo ha evolucionado esta etiqueta excepcional en tinto y blanco  ---cuyo legado aspira a resaltar su diferencia, creando una obra única que asuma el patrimonio del Douro en cuanto a genética, cultura y paisaje---, sino que lo ha hecho en paralelo a la gran transformación del Douro como región productora de vinos de clase mundial.

Entre los cambios más relevantes de esos diez años, el respetado crítico portugués de vinos João Paulo Martins indicó que el Douro comenzó a creer en los vinos blancos; que se empezaron a buscar viñas en altitud y a aprovechar mejor las orientaciones de las viñas; que también se revalorizaron las viñas viejas que las bodegas comenzaron a procurar; que salvo un productor de vino de Oporto todas las casa productoras de vinos fortificados también se interesaron por la producción de vinos de mesa enriqueciendo de forma enológica y comercial a la región; que se mejoró el manejo de las barricas jugando con lo nuevo y lo viejo como una manera de expresar mejor la esencia de la región y también de aproximarse al gusto internacional; que se abandonó la inclinación por los vinos monovarietales para recentrarse en la expresión del Douro a través de los ensamblajes, que volvieron a ser el dínamo de las marcas más importantes de las bodegas; que la subzona del Douro Superior cobró importancia en la ecuación del Douro, expandiendo las zonas productivas de la región; y que el territorio ha puesto el ojo en el redescubrimiento de variedades antiguas, quizás en reconocimiento de la atención que está generando el cambio climático.

Por su parte, el MW Dirceu Vianna destacó que durante esta década la calidad media de los vinos del Douro subió mucho, haciendo que se revalorizaran los vinos de la región, que ganaron diversidad y visibilidad, aunque todavía existan retos de divulgación y comercialización a nivel internacional.

Sin duda permanecen guardadas en las cavas de la bodega más botellas de las añadas catadas, para en diez años más hacer una nueva retrospectiva que confirme o no si los Mirabilis prosiguen generando el asombro les bautizó.

 

24 de abril de 2021. Todos los derechos reservados (C)

 

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