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Lagar de Costa

 

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La costa, atlántica. El lagar, donde se pisaba la uva. El nombre propio, con señas de ubicación, propiedad y método, que al unir los términos suma unos vinos que tienen toda la influencia del Mar Atlántico, su brisa fresca, su viento salado y su tradición, y la de la familia Costa, de mucho tiempo elaborando vino.

 

De la costa y de los Costa, en el valle del Salnés, ese corazón donde late como el oro brillante la albariño, está Lagar de Costa, una bodega familiar, ubicada en una estructura centenaria, en ruta de un Camino de Santiago donde las raíces de vid están bien afincadas en tinto y blanco y las botellas de vino se pintan de lo autóctono y lo auténtico, con un pincel de saber ancestral.

 

Con uvas plantadas en tierras muy bajas cercanas al mar y muchas con más de medio siglo se construyen varios vinos que hace pocos meses llegaron al mercado de Puerto Rico de la mano de Mil Caminos Imports, mostrando nuevos perfiles para los vinos de Rías Baixas, que hablan de la versatilidad de las uvas autóctonas de la región, pero también del saber de los viticultores y de los bodegueros para extraer muchos nuevos matices a esos frutos de la vid.

 

Pequeña, fiel retrato del minifundio gallego, con pocas hectáreas en propiedad, Lagar de Costa sabe exprimir de esas viñas diminutas, y casi todas propias, un néctar aúreo que se replica en varias etiquetas que recorren un pentagrama líquido de matices del granito, la uva y el terroir de Rías Baixas.

 

Lagar de Costa Albariño 2022 es un blanco joven, redondo y goloso, con matices cítricos y a fruta de hueso, una acidez vibrante y gran untuosidad, que conjuga en perfecto equilibrio frescura y volumen, logrando un vino muy elegante. Se trata de un 100% albariño de unas cuatro décadasdel Valle del Salnés y su epicentro, Cambados, que fermenta en acero inoxidable y que, concluida ésta, pasa tres meses sobre lías y tres más en botellas antes de salir al mercado.

 

Aunque muchos erróneamente estereotipan a los albariños de Rías Baixas como vinos exclusivamente jóvenes y ligeros, la realidad es que las bodegas de la zona apuestan cada vez más por elaboraciones con madera, fermentaciones y/o crianzas, lo que añade complejidad y nuevos matices a muchos vinos, que muchos están incluso empezando a abordar de manera más frecuente como armonías para carnes.

 

Pero lo interesante es que la madera no es un actor nuevo en Rías Baixas, donde en muchas bodegas con larga vida no es extraño hallar grandes bocoyes que albergaban los vinos que antaño se elaboraba en ellos, antes de que el acero inoxidable entrara a las casas elaboradoras a partir de los años 1980, cuando la industria del vino comenzó su modernización en la región y la Denominación Específica Albariño y la Denominación de Origen Rías Baixas comenzaron a erigirse como guardianas de la calidad y origen de los vinos producidos en esta región atlántica del noroeste de España.

El Lagar de Costa Tradición 2021 es un albariño que persigue mayor cuerpo e intensidad, lo que logra con una crianza en barrica francesa durante seis meses con sus lías, y otros más en botella antes de comercializarse. Es un vino con una acidez más equilibrada y matices aromáticos mucho más complejos.

Ese contacto con la madera está tan equilibrado e integrado que es casi imperceptible, lo que muestra la aptitud muchas veces muy desconocida de la albariño de entenderse bien con la madera, con sutileza y sin estridencias. Este Lagar de Costa Tradición es meloso, floral, con pizcas aromáticas a ruda, caramelo de eucalipto, un sutil recuerdo a mantequilla clarificada y suave toffee, que da paso tonos cítricos y memoria de sílex que en boca estallan con untuosidad a la par que excelente acidez y mucha salinidad. Un vino muy delicado y elegante.

Si la madera en un momento formó parte de la tradición elaboradora, otra tradición que se recupera en Rías Baixas es la elaboración de tintos, color predominante en la región antes de la apuesta por la albariño como motor comercial y la fundación de las denominaciones que la impulsaron a nuevas cotas de excelencia.

Entre tintas y tintos, la apuesta era también por variedades autóctonas, entre las que antaño la más prominente era la espadeiro, una variedad gallega que produce vinos de intenso color, aromas intensos y complejos a frutos rojos, notas florales y herbáceas y muy afrutados y frescos en boca, gracias a su acidez medio alta, buena estructura y equilibrio.

 

Con el tiempo, la profesionalización del sector y el cambio climático, que no sólo ha ayudado a mejorar las maduraciones, sino también a dar un giro a la preferencia por vinos más frescos y, por ende, condiciones favorables para los tintos atlánticos, las elaboraciones en tinto han comenzado a reverberar, entre las que las de Lagar de Costa no son excepción.

 

Así, en ese orden tinto y fresco, la bodega elabora un vino con nombre muy simbólico, Viva la Vid-A, una celebración que encandila por su elegancia y redondez.

 

Se trata de un monovarietal de espadeiro, con cepas que pueden alcanzar hasta 200 años, y que es ligero, afrutado y muy elegante, con apenas 12.5 grados de alcohol, y aún así, buena capacidad de aguante en botella por su acidez. Su añada 2018 es impoluta y compleja, con ribetes de color ladrillo, a grosella, cedro, regaliz, pimienta blanca, algo de trufa, notas herbáceas y hasta a naranja sanguínea y una grata salinidad en su final de boca. Un tinto idóneo para nuestros tiempos, fresco y delicioso, que invita a enlazar copa con copa y botella con botella, y que pasa ocho meses de crianza en madera tras su fermentación.

Contrario a los blancos, que sí están amparados por la DO Rías Baixas, este tinto, por decisión familiar, no lo está, a pesar de que la espadeiro es una de las variedades autóctonas tintas autorizadas por la denominación de origen.

 

Menos tradicionales son las elaboraciones rosadas, que aún no están amparadas por el reglamento de la DO Rías Baixas, que sí ampara los espumosos desde hace poco más de una década. Fundiendo las burbujas y la tonalidad, la bodega elabora un espumoso rosé, también de espadeiro, una propuesta sui generis de intenso color asalmonado y mayor estructura en boca. El vino es en realidad un tinto que se elabora como rosado y luego gana su burbuja mediante segunda fermentación en botella.

 

Este burbujeante tiene mayor estructura en boca, es perfumado y floral, con recuerdos a fruta de baya y bollería, acidez sin ser excesiva, vinoso y algo alcohólico, fino y de persistente burbuja.

 

Junto con su producción en bodega, Lagar de Costa ha hecho también una apuesta por el enoturismo, con un hotel rural.

 

 

9 de diciembre de 2023. Todos los derechos reservados ©

 

 

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Texto: Rosa María González Lamas. Fotos: Viajes & Vinos (C)