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Cultura del vino para quienes no quieren vivirlo "light"

Ermelinda Freitas, las grandes damas de Setúbal

 

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Para llegar a Fernando Pó hay que recorrer un ruta de suelos arenosos, casas de campo de tejados rojos e idéntico diseño, camiones que ruedan a paso lento y hasta atravesar las vías del tren. No nos dirigimos a las africana isla de chocolate que en Fernando Poo hizo célebre la plantación Sampaka, sino al horizonte interminable de viñas donde tiene su casa la gran dama de Setúbal en Portugal.  

Elegante y coqueta, determinada y amable, en Fernando Pó aguarda vestida de verde esperanza, con piel bronceada y collares de adorno Leonor de Freitas, hija de Ermelinda, nieta de Germana, biznieta de Leonilde y gran visionaria del vino de esta zona próxima a Lisboa, en resumen, la cuarta generación familiar de una de las historias más femeninamente empresariales de Portugal.

Fernão do Pó descubrió en el siglo XV la isla que llevaría su nombre. A finales del siglo XVIII, principios del XIX, un explorador de Africa regresó a Portugal y, a falta de un nombre, bautizó unas tierras que adquiriera en Setúbal con el mismo de la isla africana por donde había andado. Así surgió lo que luego sería la parroquia portuguesa de Fernando Pó, cuya economía tendría un impulso y desarrollo importantes tras inaugurarse a mediados del siglo XIX un trozo de la vía de ferrocaril del sur.

A fines de ese mismo siglo, José María dos Santos plantó en Fernando Pó lo que llegaría a considerarse la mayor viña continua del mundo, una extensión de 2,400 hectáreas y seis millones de cepas, que situaría a Fernando Pó y a la región vitivinícola de la Península de Setúbal en un lugar notorio, a nivel nacional e internacional. Fue también por ese entonces que Leonilde da Assunção se casó con Manuel João de Freitas y empezaron también a poseer viña y construir una dinastía de vino.

Su hijo se casó en 1922 con Germana dos Santos, con quien tuvo seis hijos, tres de los cuales la ayudaron a administrar sus propiedades al enviudar, heredándolas posteriormente al ella morir. Uno de ellos, otro Manuel, siguió la vocación vitivinícola de la familia adquiriendo más viñas que luego heredó a la hija única nacida de su matrimonio con Ermelinda, luego de Freitas, con quien llevaría un negocio de vino a granel, una opción diversa a la venta en garrafón que se estilaba en la región.

Leonor, hija de Manuel y Ermelinda, nació y se crío en ese entorno palmelano de Setúbal y las viñas de sus padres, aunque siempre tuvo el deseo de salir de allí. Por ello se fue a estudiar siendo casi una niña, y tras terminar sus primeros cursos determinó estudiar gerencia agrícola, algo que su padre le vedó por considerarla aún muy joven y no estar convencido de la aptitud de esta carrera para una mujer. Así que con 15 años a Leonor no le quedó de otra que seguir estudiando, inclinándose por las ciencias sociales y la educación que le recomendara una amiga, algo a las que se dedicó profesionalmente una vez que diplomada regresó a Setúbal, donde hizo una importante labor magisterial.

Pero aunque la bodega no entraba en sus planes, al morir repentinamente su padre, Leonor se halló en la encrucijada de vender las 60 hectáreas que le había heredado, o sumergirse de boca en un negocio que entendía su madre no podia manejar sola. La llamada de los afectos le pudo más y así fue como apostó por el negocio de la viña y el vino, motivada por su visión de innovación en la educación, que quiso reflejar en la viña. Sabía que tenía mucho por aprender, y de quienes primero creyó poder saber algo nuevo fue de sus vecinos.

Tanto les escuchó hablar de una tal feria Vinéxpo en Burdeos, que incluso no embotellando vino, se dijo que tenía que ir hasta Francia a comprender la importancia de tal destino, y fue así como entre los exhibidores de Burdeos, oyendo a tantos productores con extensiones de viña menores que la suya expresarse con orgullo y convencimiento de su quehacer vinícola, que Leonor se percató de que sus tierras tenían un valor mucho mayor del que ella les suponía y, convencida de su potencial, empezó a imaginar para ellas un nuevo rumbo.

Las viñas

Fernando Pó pertence a Palmela y Palmela, a Setúbal. Contrario a otras áreas de España y Portugal dominadas por el minifundio, lo característico en la región son las grandes extensiones de viña, de las que las de Leonor y su bodega no son excepción.

De las 60 hectáreas que heredó de su padre, esta gran dama del vino portugués supo incrementar sus dominios a las 440 hectáreas de viña que posee hoy, lo que hace de Casa Ermelinda de Freitas la bodega con mayor extensión de tierra en Setúbal y una de las mayores propietarias en todo Portugal. Su finca, alcanza las mil hectáreas, con una plantación de corcho incluida.

Ese territorio cercano al río Tejo, o Tajo, antes realmente era mar, lo que contribuye a que haya mucha agua en el subsuelo, evitando que la viña sufra mucho en tiempos de calor. El suelo, el sol, y el clima atlántico que les confiere estar a unos 50 kilómetros del Océano Atlántico, hacen del espacio un buen lugar para el cultivo de viña, a pesar de que las amplitudes térmicas entre día y noche no sean marcadas.

Aquellas 60 hectáreas iniciales que Leonor heredara estaban pintadas por dos variedades de uva: la blanca Fernão Pires, y la tinta Castelão. La Fernão Pires, también conocida como Maria Gomes, es una variedad esparcida por casi todo Portugal. Madura pronto y bien, y se destaca por sus aromas florales y a fruta blanca, así como por su buen cuerpo. Otra es la historia de la tinta Castelão, conocida también en la zona como Periquita, que donde se haya más a gusto es en Palmela, debido al suelo arenoso que hay allí. Tercera variedad más plantada en Portugal, la Castelão es una cepa que hace vinos balanceados y frescos, que conduce bien tanto la fruta como los tonos de la crianza en madera, algo que, además de construir vinos fáciles de beber les otorga también un buen potencial de guarda.

Fueron esas dos castas las columnas de la bodega que pronto ella puso en manos de Jaime Quendera, un enólogo de la zona que, apoyado por la visión de Leonor, acometió la modernización de la bodega, dándole un vuelco a aquel proyecto de vino a granel que convirtió en un proyecto de vino embotellado que se ha tornado un emblema de Portugal. Requirió hacer grandes cambios en la bodega, donde fue introduciendo tecnología de última generación que permitió que la producción mejorara y creciera hasta hoy albergarse en unas facilidades verdaderamente monumentales, con decenas de enormes depósitos dentro y fuera de la estructura principal.

Pero esos cambios también respondieron a la gran transformación de la viña, que poco a poco se fue expandiendo y añadiendo variedades a aquellas Castelão y Fernão Pires que representan cada una el 60% de la superficie tinta y blanca de la viña, hasta llegar a las 29 castas que tiene hoy.

Al inicio de la viña de suelo arenoso y frente a la entrada de la bodega queda definida la filosofía de experimentación que ha hecho esto posible, con hileras rotuladas por color con algunas de las nuevas castas portuguesas que se fueron adhiriendo al proyecto, como la Touriga Nacional, la Trincadeira, la Touriga Franca, la Arinto, la Alvarinho o la Encruzado, pero también las castas del mundo que entendieron podían afincarse bien en la región y que van de la Gewürtztraminer o la Vermentino, a la Syrah, la Pinot Noir o la Carménère.

Gran parte de la superficie de viña la ocupan cepas jóvenes, plantadas para poder trabajarse mecánicamente y también con sistema de riego, un cambio importante en la zona, en opinión del enólogo. Pero la joya de la corona está en medio de ese mar verde y es una gran viña de cepas viejas de Castelão de más de medio siglo de las que se elabora el Quinta da Mimosa, uno de los emblemas de Casa Ermelinda Freitas, y también el origen del primer vino embotellado que transformó el destino de esta casa de vino portugués.

La bodega hoy

En 2020 se cumplirá un siglo desde que la bisabuela de Leonor de Freitas fundara una bodega que ella se encargaría de transformar, reflejando también los cambios que han tenido el mundo y el mundo del vino en las últimas tres décadas y siempre con el objetivo de ofrecer una buena relación precio-calidad al consumidor.

Los graneles con que se iniciara el proyecto empezaron a desaparecer en 1997 cuando se lanzó al mercado Terras do Pó, el primer vino embotellado de la bodega, que a partir de 2002 dejó de elaborar graneles para comercializar toda su producción envasada con su propia marca, en botella y bag-in-box. Pero quizás lo más importante es que del millón inicial de litros de vino producidos cuando Leonor de Freitas las riendas del proyecto se pasó a los 13 millones elaborados en 2017 que la bodega espera incrementar a 15 millones en la cosecha 2018.

Todo empieza en la viña donde ya se sabe a qué vino irán destinadas cada uva y cada parcela, que luego se vinifican en una bodega de última generación que desde la llegada de Quendera introdujo controles por computadora, depósitos Ganímedes, y una vasta cantidad de depósitos de acero inoxidable que van de los 600 a los 65 mil litros de capacidad, para diversos tipos de elaboración. En su sala de barricas que pronto también tendrá cambios, actualmente conviven barricas con robles de distintos orígenes, 40% francés, 40% americano y 20% roble portugués y otros robles europeos.

No menos importante fue la constitución formal de la bodega Casa Ermelinda Freitas el 26 de octubre de 2005. Nombre de madre, mujer y empresaria, que Leonor ha sabido honrar creando una marca muy asociada a Portugal y con gran solidez en mercados de exportación, especialmente aquéllos donde residen colonias de portugueses expatriados.

Cuenta Leonor que en su familia los hombres siempre murieron jóvenes y por eso fue que las mujeres tomaron las riendas del negocio agrícola, con la estela de una familia sencilla, pero unida y con una guía de valores humanos como los que sus padres le inculcaron a ella. Su madre Ermelinda falleció en 2012, una pérdida tan sentida, que su morada entre la bodega nueva y la original quedó cerrada.

Frente a ella, donde ubicaba la bodega original que en su momento fue la mayor de Fernando Pó, hoy hay un pequeño museo que honra a los Freitas y la historia de su labor, con depósitos de hormigón, calderas de destilación de orujo, lagares, equipos antiguos para la vinificación, pero, sobre todo, un detalle del rol que cada Freitas y cada mujer entre ellos tuvo en el desarrollo de este proyecto de vinos, tan exitoso, que en 2009 el presidente Aníbal Cavaço Silva otorgó a Leonor de Freitas la Medalla al Mérito Agrícola de Portugal.

Dice Leonor que cuando dudaba en si vender su herencia de uvas nunca imaginó llegar a donde se sitúa hoy, pero que ahora que ha llegado ahí quiere avanzar aún más, para lo cual tiene infinidad de ideas para poner en práctica en un ejercicio empresarial que conjuga riesgo, ilusión y ponderación, las cualidades que ella cree la definen, y que con las que contempla llevar a Casa Ermelinda Freitas a su siguiente generación. Su hijo João y su hija Joana que ya laboran estrechamente con ella en el proyecto de vinos, en el que también como mano silenciosa tras el trono de Leonor ha estado su esposo, cuyo apoyo fue crucial para sacar adelante su proyecto de familia y su proyecto profesional.

Los vinos

Un salón acristalado y enclavado entre dos salas de depósito exhibe la circunferencia hueca de un alcornocal y cientos de premios internacionales. Tras aquel inicial Terras do Pó, el primer vino embotellado de la bodega, llegaron el Dona Ermelinda, el Quinta da Mimosa, el super premium Leo D’Honor, un Moscatel de Setúbal y, más recientemente vinos espumosos con distintos grados de dulzor y tonalidad, elaborados todos mediante el método de segunda fermentación en botella, y en respuesta a una creciente demanda por vinos con burbujas.

Hoy Casa Ermelinda Freitas elabora 30 referencias de vinos blancos, tintos, rosados, espumosos y dulces, bajo denominaciones de origen Palmela, e indicaciones geográficas de calidad regionales de Setúbal.

Estas referencias se reparten en cuatro vinos espumosos; dos tintos y un blanco de la marca Dona Ermelinda; el tinto super premium de cepas viejas Leo d’Honor; la marca Casa Ermelinda Freitas, con doce referencias monovarietales en tinto y blanco, con cepas autóctonas y foráneas, con y sin contacto con madera; un tinto Quinta da Mimosa; y seis Terras do Pó, distribuidos en dos blancos un rosé, y tres tintos tanto de variedades foráneas como locales, algunos con y otros sin contacto con la madera.

Un cata de trece de esas 30 etiquetas dejó una estela de vinos y variedades de uva que se estrenaron con el sabor de burbujas frescas y aromáticas, quizás con mayor estructura, pero buenas acompañantes para frutos secos, frituras y grasas tan enraízados en la gastronomía portuguesa. Pero también un gusto mayor por sus blancos jóvenes, como el Terras do Pó, en contraste con otras referencias blancas con contacto más evidente con madera de las líneas Dona Ermelinda, Terras do Pó y Casa Ermelinda Freitas.

Pero es realmente con la Castelão que la bodega muestra su mejor savoir-faire, reflejado en etiquetas donde esta variedad se expresa en solitario o en compañía. Con algo de Touriga Nacional y Cabernet Sauvignon en el tinto Ermelinda Freitas se muestra fácil y aterciopelado, con notas a flores rojas, frescura y notas especiadas. Su Quinta da Mimosa 2015 de viñas viejas es un premio por su precio, un vino que gana en copa donde resalta su fruta de cereza, su boca especiada y tonos tostados y torrefactos a café, y una sedosidad que se anticipa en nariz y continúa al paladar. Y el Castelão Dona Ermelinda 2015, tinto que tiene un poco de Trincadeira y Touriga Nacional y envejece en roble usado, también destaca por su sedosidad y notas afrutadas a cereza, con matices especiados y avainillados de la crianza. La bodega redondea su producción con dulces Moscateles Roxos, enseña de Setúbal.

Una de las estancias de la bodega está dedicada, como muchas en casas de familia, a un gran pesebre, casi ciudad. En el de Ermelinda una escuela primaria, el belén y la aparición de la Virgen de Fátima a los pastorcitos. Siempre con vocación de familia, siempre con vocación de innovación.

 

14 de junio de 2018. Todos los derechos reservados ©.

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Rosa Maria Gonzalez Lamas. Fotos: Viajes & Vinos (C)