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El Coto: un trofeo enófilo a mitad de camino entre lo clásico y lo contemporáneo

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Coto de Imaz Reserva apuesta por la soledad de la tempranillo y el roble americano, en un tinto que toma su nombre de la Finca Imaz, un viñedo dedicado a los vinos más premium y que nutre a los Reserva y Grandes Reserva de la casa. La fruta, aunque más madura, sigue dominando en este tinto de la añada 2017, complementado con tonos a cascarilla de cacao, aún por crecer y que tiene un pase aterciopelado por el paladar, donde termina salino, sápido y fino. Reiterada apuesta por roble americano, aquí de primero y segundo uso, pasando 18 meses en barrica y otros 18 en botella.

 

Siguiente nivel del paradigma de envejecimiento, Coto de Imaz Gran Reserva 2015, en el que tempranillo y graciano conversan tanto con el roble americano como con el roble francés. Prevalece en él también la fruta, con recuerdos a grosella y cereza, en danza con sus notas especiadas a canela y pimienta y a frutos secos, para entregar un vino redondo y elegante, que realizó la maloláctica en barrica, envejeció en ella dos años, uno en roble americano y el otro en barrica francesa, para luego reposar en botella entre tres y cuatro años.

Bajo el paraguas de Grupo Barón de Ley está, además de la de El Coto, la bodega que bautiza al grupo, Barón de Ley, un proyecto nacido en 1985 con la inspiración de las bodegas bordelesas del Médoc de elaborar vinos de calidad y cercanía a partir de uvas propias, y con un carácter de mayor contemporaneidad.

 

Es en la bodega Barón de Ley donde el Grupo sitúa su dimensión más innovadora, con vinos monovarietales de variedades autóctonas riojanas como la maturana tinta, la graciano y la tempranillo blanco. Además, también se ha subido al más joven tren de la nueva categoría de Espumosos de Rioja, con la salida al mercado a fin de 2023 de un espumoso en que apuesta, no por la más tradicional viura, sino por la garnacha blanca. Entre El Coto y Barón de Ley, el Grupo también tiene cuatro vinos con rango de Viñedo Singular, uno en la línea El Coto y otros tres  ---un blanco y dos tintos--- con la enseña de Barón de Ley.

 

El Barón de Ley Gran Reserva 2012 es un 100% tempranillo, uvas propias, donde la fruta se expresa con mayor textura desde la nariz, tendiendo más a mermelada. Ya hay matices aciruelados, aunque el vino no es tan afrutado en boca, donde destaca por su salinidad, notas especiadas y posgusto a café. Este tinto sigue la fórmula de su contraparte en El Coto, dos años en barricas, uno de ellos en francesa y otro en americana, y tres años en botella.

 

Barón de Ley es una bodega muy enfocada a la exportación, y todos los vinos son elaborados con uva propia. El Grupo reinvierte en viña y tecnología sus ganancias, lo que permite a sus bodegas ser punteras en su aspecto fabril.

 

Hay, además, un compromiso con el entorno, El Coto tiene incluso un vino ecológico, y recientemente esta bodega obtuvo el distintivo Wineries for Climate Protection.

 

  

27 de enero de 2023. Todos los derechos reservados ©

 

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Cónsono con la decisión que hace unos años el Consejo Regulador de la DOCa Rioja tomara de potenciar sus vinos blancos, en sincronía con el notable crecimiento de este tono de vinos a nivel internacional, El Coto también ha apostado por la producción de blanco, aunque con la notable diferencia de que si a nivel denominacional el incremento de blancos ha sido más bien tenue, en lo que concierne a la bodega se ha visto un importante subidón.

 

No es de extrañar. Su El Coto blanco, de la añada 2021, es un blanco reflejo que lo mismo sirve para copeo que para yantar, con un trago sin complicaciones y a un precio más que asequible. En esta etiqueta la bodega apuesta por la variedad estrella entre las blancas riojanas, la viura, en mayoría, pero no en solitario. Un 15% del ensamblaje lo componen dos variedades de fuera de la región, aunque autorizadas, la verdejo y la sauvignon blanc, para aportar riqueza aromática al conjunto.

 

Estas dos últimas variedades proceden de los viñedos a mayor altitud de Rioja, lo que contribuye a frescura del vino y va en línea con la búsqueda de cultivos a más elevación como forma de contrarrestar el calentamiento global. Éste es un vino joven, sin toque con la madera y sin fermentación malolática, lo que rinde un vino aromático, con un punto mineral que recuerda la piedra, muy fresco, glicérico en boca y con un final salino. Antes de fermentar las uvas se refrigeran, un matiz persistente ya que durante todo el proceso de elaboración el fruto de la vid se mantiene a muy baja temperatura para obtener la máxima calidad y finura de aromas, incluido el uso de gas carbónico en varias etapas para prevenir la oxidación de uvas y mostos.

 

En línea tinta, la base de la pirámide es El Coto Crianza, un vino en que están presente dos de las enseñas de la casa: una apuesta por el roble americano de manera íntegra en algunas de sus elaboraciones y una vocación por la tempranillo en solitario. El roble americano no solo aporta unos tipos de matiz diversos al vino, con tonos como el coco, sino también la posibilidad de ofrecer precios de venta más competitivos, al ser bastante más económico que el roble francés. Este tinto se destaca por su fruta abundante en nariz, a cereza y puntos torrefactos a café tostado, con un ensamblaje de uvas dominado por la Rioja Alavesa sazonado con un 10% de la Rioja Alta.  En boca quizás no es tan pletórico en fruta, pero sí muestra taninos bastante domesticados, en un vino con trago amable que pasó un año en roble americano de diversos usos, desde una pequeña parte en roble nuevo a barricas con dos, tres y cuatro usos. Un año en madera y un año en botella terminan de afinar este vino.

El Coto, uno de los vinos del Grupo, nació un poco antes, en 1970, con una cosecha fundacional de una de las mejores añadas del siglo XX en Rioja y como parte de una nueva generación de bodegas que planteó una nueva forma de hacer vino en la denominación, distanciándose de aquellos líquidos amaderados para empezar a resaltar la fruta. En 1976 terminó la construcción de la estructura de trabajo, un proyecto de bodega que hoy es una suma de bodegas independientes y especializadas, cada una con su función y un engranaje sin fisuras entre todas. Y para echar a navegar a todo vapor, izaron las velas de la exportación, una fuerte apuesta, clave para el crecimiento de la bodega y en el tiempo correcto al ser uno de los primeros proyectos en arriesgar fuerte por algo que mucho tiempo otros potenciarían: salir de Rioja al mundo. Así la bodega  ---que hoy cuenta con una docena de edificios---  se convirtió en una líder de ventas internacional y nacional, como sucede con sus Reservas y Grandes Reservas que se sitúan entre los de mayor venta en España.

 

La viña es el mejor patrimonio de la bodega, que tiene más de 800 hectáreas en producción repartidas por todas las subzonas de la denominación de origen, lo que convierte a El Coto en el mayor viticultor de la DOCa Rioja y le brinda un mayor control de la uva tanto a nivel de calidad, como de precio. Entre esa extensión, dos viñedos a remarcar, el Finca Carbonera, situado a 875 metros, lo que le convierte en el de mayor altitud de Rioja, y el Finca Los Almendros, que con 450 hectáreas ocupa casi la mitad de la superficie de cultivo de la bodega y es el viñedo en única finca más extenso de toda la DOCa Rioja.

 

Por entre ellos y otros se esparce una alfombra de variedades de uva, primordialmente autóctonas, para tintos y blancos, entre las que la dimensión tinta se decanta por tempranillo, garnacha o graciano, y la blanca por viura, verdejo, chardonnay o sauvignon blanc. Muchas de las cepas donde crecen las uvas son viejas, y muchos de los viñedos   ---algunos con más de medio siglo---, se reparten en pequeñas parcelas, con un perfil climático donde confluyen las influencias atlánticas con las que se aproximan a la mediterraneidad. Junto con las variedades y el clima están los suelos, arcillo-calcáreos en Rioja Alta, aluviales en Rioja Alavesa, y de ambos en Rioja Oriental.

 

De todo este gran conjunto de elementos nace un amplio repertorio de vinos en tinto, blanco, rosado y también algún estilo más, con juego de variedades, tiempos de evolución, pero siempre con unos márgenes de precio muy competitivos. El proyecto es bastante fiel a uno de los signos de identidad de la DOCa Rioja, sus categorías de envejecimiento Crianza, Reserva y Gran Reserva, que para algo hay un parque con 65 mil barricas, y a la tempranillo, como estandarte de vid.

 

Aunque la caza no sea santo de devoción de todos, son muchos los devotos a ese coto con rostro de venado que identifica las botellas de una bodega riojana que se estrenó en el 1970 y desde entonces ha sabido cazar consumidores con un coto líquido y embotellado que tiene una filosofía de elaboración sencilla y democrática: producir vinos para el disfrute del consumidor, vinos para todo tipo de consumidor, fáciles de tomar, sencillos de entender y llevaderos de adquirir. Buen vino a buen precio, ofreciendo al consumidor mayor valor por su dinero.

 

Es lo que resume a los de El Coto, un líder de ventas en la DOCa Rioja, y cuyo gerente de exportación para América, Sergio Soriano, ha estado de visita en el mercado de Puerto Rico, de la mano de El Almacén del Vino de B. Fernández.

 

Algunos hacen marca con vinos de culto, para unos pocos. Pero es posible también hacer marca con singularidad, calidad y consistencia en volúmenes gigantescos, permitiendo no solo a ciertos prescriptores y bolsillos acceder a su disfrute, sino a un universo mucho más grande introducirse en el vino, con efecto dominó.

Además del venado, un Monasterio, el de Irache, localizado en Imaz, un lugar y granja de Navarra (una de las comunidades que abarca la DOCa Rioja), que fue expandiéndose gracias a la adquisición, por donación o compra, de nuevas heredades y monasterios. Fundado se presume en el siglo X, allí los monjes cultivaban la viña y elaboraban vinos desde el siglo XVI, ya que además de edificación religiosa, la granja de Imaz también era un centro agrícola de producción de cereal y, en menor grado, de vino y aceite.

Tras la desamortización de Mendizábal en el siglo XIX, la granja pasó a manos del gobierno y luego a la de otros varios propietarios, hasta que en durante la transición española el gobierno adquirió las tierras de Imaz y las vendió a campesinos del pueblo, comprando el edificio el Grupo Barón de Ley, que lo habilitó para ser bodega.

 

Texto: Rosa Maria Gonzalez Lamas. Fotos: Suministradas y Viajes & Vinos (C)