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Cultura del vino para quienes no quieren vivirlo "light"

To “blend” or not to “blend”: el riesgo de la simplificación

 

Rosa Maria Gonzalez Lamas. Fotos: Viajes & Vinos (C)

 

Suena con eco profuso en algunos mercados de vino del mundo. Lo que está de moda son los “blends” y todo es un “blend” vs. todo lo que no es “blend” y casi podrían conjugarse como verbos las botellas con un deshojar margaristeco que ha comenzado a bautizar a todo tipo de vino de ensamblaje, irrespectivamente de su origen, con la nueva modalidad semántica del “blend”.

Así, ahora escuchamos a muchos profesionales del vino y vemos en muchos catálogos e inventarios vinícolas las propuestas demarcadas entre nombres de variedades de uva y el término “blend”. Los vinos de O Rosal en Rías Baixas son “blends”, numerosos Riojas son “blends”, muchos vinos son “blends” antes que italianos, y, por supuesto, están los “blends” bordeleses, por los que quizás habría que comenzar para entender esta febril apuesta por el “blend” como término casi bling bling para describir un estilo de vino que es el pilar de muchas zonas productoras, que ha existido desde siempre y que es la mejor muestra de la diversidad en el vino.

Pero ¿qué es un “blend”? Una palabra que tiene nombre vínico en español y en una acepción abarcadora se define como ensamblaje. En francés, “vin d’assemblage”, algo que no solo se limita a una mezcla de variedades de uvas, sino que involucra muchos más elementos. Historia, origen y marketing tienen mucho que ver en la ecuación de las fusiones.

A los vinos que mezclan uvas, en Argentina les llaman “cortes”. En cualquiera de los casos se refiere a vinos que mezclan varias variedades de uva, en contraposición a los vinos monovarietales que han sido el estandarte de la comercialización de los vinos en el Nuevo Mundo con la que ha crecido toda una generación de consumidores. Un Cabernet Sauvignon de California. Un Malbec argentino. Un Shiraz australiano. Un Albariño de Rías Baixas. Un Verdejo de Rueda.

Pero lo que quizás muchos de los nuevos consumidores desconozcan es que no en todas partes se dan las condiciones de clima, suelo, terroir para que algunas variedades de uva se expresen en esplendor en solitario, y por ello es que se conjugan con otras variedades para lograr enteros superiores. La pinot noir y la chardonnay son estrellas solitarias en Borgoña, como lo es la riesling en Alemania, la mencía en el Bierzo, la nebbiolo en el Piamonte, la albariño/alvarinho en Rías Baixas y la subzona de Monção-Melgaço en la región portuguesa de Vinho Verde, o la tempranillo en la Ribera del Duero o en Toro. Pero en Rioja, si bien es cierto que hay tempranillos en solitario, también lo es que la mayoría de los vinos tintos son plurivarietales, nacidos de ensamblajes de tempranillo y otras variedades. Lo mismo sucede en Burdeos, donde gran parte de los vinos son ensamblajes de varias variedades de uva. O el lugar por excelencia de esta dicotomía, Champagne, donde se hallan tanto vinos espumosos monovarietales, como vinos espumosos plurivarietales y casi nunca escuchamos describirlos como “Champagne blend”.

De ahí que muchos ensamblajes puedan estar condicionados por la tradición o por ser decisiones enológicas para elaborar cosas singulares, pero también que sean dictados por las condiciones que impone la propia naturaleza y un saber adquirido a lo largo de muchos siglos. Y esto es importante comunicarlo a las nuevas generaciones de consumidores.

Por ello, uno de los peligros del uso indiscriminado del término “blend” es su circunscripción a una ecuación en la que solo cuentan las variedades uva y se descartan otros factores diferenciadores como puede ser el terruño donde éstas nacen y la relación de éstas con el mismo, especialmente cuando se habla de vinos del Viejo Mundo, donde el territorio tiene y cobra cada vez mayor importancia a la hora de catalogar los vinos. El vino no es únicamente una suma de uvas y los “blends” no pueden simplificarse a si un vino se ha elaborado con más de una variedad.

No solo esto, sino que además de los “blends” de variedades de uva, hay ensamblajes, o “blends” de orígenes distintos, terruños con cualidades específicas que llevan a variedades de uva a expresarse con un abanico de matices construyendo una complejidad de la diversidad, que hace grandes a muchos vinos del mundo. Es el caso de los vinos de Rioja, que además de poder sumar variedades de uva, pueden fundir uvas de distintas subzonas e incluso de distintos puntos de una subzona. O los del Ródano francés, que pueden ser “blends” de uvas, pero tienen que contemplar también el factor diferenciador que les aportan las distintas apelaciones que hay en ese gran territorio. O los de Champagne. Y si el "blend" es un "blend" de Pinot Noir de distintas zonas de Borgoña o de Tempranillos de Ribera del Duero, ¿es "blend" o no es "blend"?

Otro aspecto importante de la simplificación del término “blend” es que agrupa indiscriminadamente a variedades, excluyendo la singularidad de algunas que hace especiales a los vinos. Porque no es lo mismo hablar de un “blend” de Cabernet Sauvignon y Merlot en California, o los tan populares “Bordeaux Blends”, que vender  como “blend” a un ensamblaje de variedades autóctonas minoritarias, con gran identidad individual de Portugal o de Italia, que se pierden en el “blend” cuando un vino elaborado con ellas se define exclusivamente como tal. To “blend” or “not to blend”. ¿Qué podemos decir del “blend” si ni siquiera muchos conocen las variedades de uva que lo conforman, mucho menos cómo se complementan en conjunto?

El término “blend”, puede ayudar a nuevas generaciones que se criaron en el vino bebiendo solo vinos monovarietales a aproximarse a estilos de vino que han sido elaborados con varias variedades de uva, y a nuevas regiones donde estos estilos predominan, especialmente cuando se trata de vinos del Viejo Mundo, donde abundan los ensamblajes en su más amplia acepción. Pero hay que tener mucha cautela al aplicar el término “blend”, en su acepción de Nuevo Mundo, a los vinos del Viejo, pues la hechura de un vino no puede simplificarse indiscriminadamente reduciéndolo a una mera suma de uvas, sin tomar en consideración las particularidades que éstas y su relación con el territorio donde nacen, y la tradición elaboradora de esas regiones, donde los “blends” son, en muchas, la norma y, en muchos casos, su verdadera esencia.

 

27 de diciembre de 2020. Todos los derechos reservados ©

 

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