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La huella de Alpasión

 

 

 

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El terroir

 

Había visitado muchos lugares de vinos con historia, pero fue en Mendoza, y concretamente en el Valle de Uco, donde sintió que había una historia de vino aún sin redactar. Además de ese entendimiento emocional que la conectó inmediatamente con el lugar, la parte racional le susurró que algo debía de tener aquel sitio para que grandes empresas y grandes familias del vino también hubieran apostado por estar allí. Así que en la ruleta de posibilidades conspiraron los elementos para que Uco fuera el destino elegido para crear, de la nada, ese proyecto de vinos con alma y pasión, y la visión de hacer el mejor producto de forma sostenible, diviertiéndose en el proceso y dejando un legado con significado para las próximas generaciones.

El Valle de Uco se halla al norte del río Tunuyán y abarca varios departamentos mendocinos. Su característica principal es la altitud y el marco que le proporcionan las altas cumbres de la Cordillera de los Andes, que se resumen en una zona de gran riqueza paisajística y fertilidad agrícola, lo que la convierte en una de las mejores zonas vitivinícolas de Argentina, además de por lo anterior, también por tener una identidad propia y el aliciente de ser la región más importante del país en materia de investigación y desarrollo vinícola.

De clima templado en promedio, inviernos recios y veranos cálidos, Uco tiene un clima desértico y soleado a lo largo del año, y un contraste térmico que ayuda a la madurez y aromaticidad de la uva, que en general tiene un buen estado sanitario gracias a ese clima seco, no en balde la región comenzó a desarrollarse al llegar el riego por goteo con agua del deshielo de la Cordillera. En la zona están los viñedos localizados a las mayores altitudes de Mendoza, entre los 1,200 y los 1,500 metros de altitud. Además, la de Uco-Tupungato es una de las regiones argentinas más ricas por sus desarrollos mineros y yacimientos petrolíferos.

No cabe, pues, duda, de que Uco tenia la altura que aspiraban alcanzaran sus vinos en la preferencia del consumidor. Porque el otro elemento importante del proyecto era que se había delineado desde la perspectiva de quién iba a comprar el vino, ya que el proyecto no se trataba de elaborar vino para que se lo tomaran en familia los socios.

Así que para concretarlo, Gabriela, Principal Oficial Ejecutiva, trasladó al proyecto virtudes que había aprendido en su anterior etapa profesional: ser consistente, tener calidad y rodearse del mejor talento para concretar la idea.

Uno en la lista fue Pedro Parra, chileno y una autoridad internacional sobre suelos, asesor de prestigiosas bodegas a quien se comisionó elaborar el perfil detallado de los suelos de su terreno, resultado del cual se definieron tres tipos de suelo diferenciados para los que se empezaron a identificar las variedades de uva más apropiadas, tomando también en cuenta aquellas de las que habían menor volumen de producción en la región.

Para convertirlas en vino como en las bodas de Caná, llegó Karim, no Benzema pero sí goleador de vinos, uno de los más talentosos de la más joven hornada de hombres del vino en Argentina. Cuarta generación de emigrantes libaneses con larga trayectoria en el sector del vino argentino, Karim Mussi Saffie se había ya labrado un nombre en la bodega de su familia, Altocedro, con prácticas que han servido de referencia para el proyecto, del que es enólogo consultor. Su contraparte en viña es Guillermo Cacciaguerra, ingeniero agrónomo.

Así que aglutinados los átomos humanos del proyecto por su pasión vinícola, reunieron sus firmas y huellas dactilares para dar una imagen a Alpasión, el nombre escogido para un proyecto tan innovador y de calidad, como personal y comercial, una suma de ALma y PASION, así como de trabajo en equipo unido para dejar huella.

De las 85 hectáreas del proyecto 60 son de viña, cultivada orgánicamente para hacer vinos más expresivos de su origen. Más de la mitad es de Malbec, variedad predominante, con dos hectáreas de uva blanca y el resto tintas  ---incluida pinot noir plantada en forma de huella---,  pensadas, en sincronía con las recomendaciones de Parra, para elaborar 250 mil botellas, y un objetivo de 300 mil.

Ésa fue la base de Alpasión, un proyecto de vinos que en apenas ocho años ya logró verterse en copa en alguna cena protocolar para invitados especiales en la Copa Mundial de Fútbol que acaba de celebrarse en Rusia. Un golazo de Malbec en breve tiempo para una bodega cuya añada fundacional fue la de 2011.

Para permitir a las uvas plantadas desarrollarse adecuadamente hasta tener las condiciones de madurez más propicias para hacer sus vinos, las primeras añadas del proyecto se elaboraron con uva adquirida a otra renombrada bodega de la zona, uno de los proyectos que inspiraron a Gabriela a sentar su base en Uco. La cosecha 2018 marcó la primera añada en que los vinos de Alpasión se elaboraron íntegramente de uva propia, con variedades como la Malbec, la Sauvignon Blanc, la Petit Verdot o la Cabernet Franc, ya que la bodega ha preferido cifrar su apuesta en cepas nobles internacionales, que embotellan tanto como monovarietales como vinos de ensamblaje.

Los vinos

 

La cata no oculta que los de Alpasión son vinos serios y con porte. Vinos constituidos con complejidad aromática, equilibrio, estructura, sentido de origen y variedad, que quizás marcan más su diferencia de gama a gama en el cuerpo del vino en el paladar. Un perfil que se sostiene desde su línea más básica, “What About Me?”, pasando por el Alpasión, gama con un pequeño porcentaje de contacto con la madera hasta llegar a los que sí reposan en barrica, los Alpasión Grand, y los Alpasión Private Selection, deliciosos y elegantes. Nada que ver con los vinos que apuestan por el precio sacrificando a veces algo de calidad, ya que si bien son vinos con buena relación precio-placer, los Alpasión se mueven en rangos más premium.

What About Me? es la línea de entrada, con un blanco de Sauvignon y un tinto Malbec y tapón de rosca en el cierre. El tapón no condiciona la calidad del vino, una etiqueta para enlazar muchas copas y con gran versatilidad gastronómica. Su What About Me Malbec 2016 fue muy afrutado con recuerdos a frambuesa, y con tonos balsámicos a enebro y especiados a pimienta, y un pase por boca fresco, más ligero, muy sedoso y afrutado.

El Alpasión Grand Malbec 2014 es el estandarte de la bodega, de la que representa el 80% de su producción. Fue éste el vino que deleitó a los invitados en alguna cena protocolar de la Copa Mundial de Fútbol, destacando por aromas a frambuesa más madura, alguna pizca de cilantro, chocolate, y matices tostados y a vainilla, que antecedieron a un vino con algo más de cuerpo, pero igual de equilibrado y envolvente en el paladar. De esta línea Alpasión Grand, que tiene una crianza de unos 10 a 12 mess en roble francés, la bodega también ha elaborado un monovarietal de Petit Verdot y unas 10 mil botellas de un monovarietal de Cabernet Franc, una de las variedades nobles que mejor se expresa en Argentina y por la que poco a poco se ha ido apostando como cepa distintiva, siguiendo los pasos de la Malbec.

La cúspide de la pirámide de vinos son los Alpasión Private Selection, tintos estructurados y sobresalientes que envejecen unos 18 meses en roble, y cuyo ensamblaje varía de año en año para aunar las variedades que mejor se hayan expresado en la respectiva añada. Ochenta mil botellas de la cosecha 2013, una mezcla predominantemente de Malbec con un poco de Syrah y Petit Verdot, con muchos aromas a fruta oscura, abundante enebro, una pincelada de cuero, toffee y buen sazón especiado, con una boca afrutada, con volumen, sedosa y adictiva por su fácil trago.

Uno de los aciertos más importantes de Alpasión ha sido su exquisita imagen, con personalidad, elegancia y distinción, trazos que también son capaces de concebir en la de botellas personalizadas que pueden elaborar para restaurantes y otros establecimientos o empresas que lo soliciten.

Junto con el proyecto de vinos, Alpasión dispone de un área de alojamiento, para que huéspedes puedan disfrutar de un lujo minimalista y acogedor a los pies de los Andes, engrandecido por los vinos de la casa y el sabor de los fogones de su restaurante. Un sabor que han querido compartir con cualquier tipo de invitado, aunque no se aloje en la pequeña hospedería.

Los primeros ocho años de Alpasión han sido un poco una etapa de conocimiento y definición, que ahora se apresta no solo a forjar vinos con uvas de sus propias viñas, sino que también contempla empezar a tener sus propias salas de elaboración, algo que hasta ahora se ha venido haciendo en la bodega Altocedro, la casa del enólogo Karim Mussi.

Si Alpasión escogió Mendoza por las páginas en blanco que Uco les ofrecía para redactar su novela de vinos, el primer capítulo de la historia deja con ganas de seguir leyendo un relato donde aún queda mucho por escribir.

 

17 de julio de 2018. Todos los derechos reservados © Más noticias de Vinos y Bebidas.

La Bodega de Mendez distribuye Alpasion en Puerto Rico

 

 

 

 

Tiene un dominio escénico y una seguridad tan macizos como la Cordillera de los Andes que abraza sus viñas. Gabriela Soto era una comedora apasionada a la que un día le plantearon el reto de crear y desarrollar de la nada una empresa que pudiera crear vínculos indisolubles y prolongados entre un equipo de personas apasionadas del vino y aceptó sacar adelante aquella bodega que los accionistas entendían era lo que mejor cumplía ese fin.

Su jefe había tenido la idea. Además de gustarle beberlo, se le había grabado en la memoria que al vino lo asociaban con el liderazgo porque permitía extraer lo mejor de las personas. Así que aquel proyecto iba a tomar forma de botella, que comenzaron él y su socio, y al que luego fueron uniéndose otros jugadores más, incluida Gabriela, hasta formar un equipo, como la vid y sus sarmientos o como las uvas que crecen en un racimo y que solas no son nada, pero en conjunto lo valen todo. 

Y para prensarlo y convertirlo en mosto estaba Gabriela, venezolana de origen, pero con una experiencia global rindiendo servicios a grandes empresas y grandes fortunas que le permitió buscar el dónde y el cómo. Con organización y sensatez, viajó por muchos lugares hasta llegar a la argentina Mendoza, donde fue el instinto el que finalmente puso la tinta para comenzar a escribir la historia y dejar huella.

 

Rosa Maria Gonzalez Lamas. Foto: Alpasion y Viajes & Vinos (C)