1ro de septiembre de 2010                                                                               Novedades de Viajes & Vinos          

En esta edición:

 

El arte del vino del Ribeiro

   Entre monjes, uvas y vinos

   La transparencia de Vilerma

   Tan Campante

   Manuel Formigo, apuesta de garaje

   La Peña de Castrelo

   La historia en Valdavia

   El puente entre Arnoia y Nairoa

   Ángeles y pachás

   La hidalguía del Pazo Casanova

   El estuche de Viña Costeira

   Los Ribeiros do Avia, días de vino y cine

 

Viaje de cata por el Ribeiro:

   Senso Vadio, Summum, Antonio Montero, Lagar do  

   Meréns, Sameirás, 2H, Terra do Castelo, Beade Primacía,

   Quinta do Avelino

 

Eventos:

   La cocina con gusto y con vinos, Sushi Asian Fest, Saborea

   Puerto Rico y Saborea Panamá, Show cooking de lujo en

   Marbella, Buena Vida en blanco y tinto, Golf de calibre

   en el Puerto Rico Open, Genuino sabor dominicano, Más

   café en Puerto Rico, Medellín con otro sabor

 

DiVINIbriefs:

   Loncheras contra la obesidad infantil, La Bodeguita

   Coffee & Wine @ Inter-Continental, Mejores vinos

   neoyorkinos, Arroyo & Arroyo entre vinos, La

   incombustible chispa de Jacques Maximin, Una década

   de Star Chefs

  

 

La nueva cara de los vinos de Ribadavia

El arte del vino del Ribeiro
Viña, Pazo Casanova

Por ejemplo, un documento hallado en 2006 en el que se relatan los interrogatorios que los Reyes Católicos ordenaron realizar en 1500 para investigar las quejas por el despotismo de Cristóbal Colón y sus hermanos, desvelan el viaje de “una o dos pipas de vino de Ribadavia” a América lo que apunta a que el primer vino español con constancia de consumo en América, había partido del Ribeiro. Parte de las declaraciones acusatorias apuntan a que se había negado a un enfermo su ración de vino, pues en esa época éste era parte fundamental del sustento calórico y salvaguarda contra las enfermedades derivadas de beber agua en mal estado.

Se dice que ya desde el siglo II antes de Cristo se elaboraba vino en la zona y que los romanos que transitaron por el territorio ya surtían de éste a los emperadores. Pero quienes dieron un fuerte empuje a la producción fueron, como en otras regiones productoras, los monjes cistercienses que se asentaron en Leiro y construyeron un monasterio, el de San Clodio, desde donde cuidaron y estudiaron variedades autóctonas de vid que hoy soy columna fundamental en los vinos de la denominación. 

También lo fueron los monjes del Monasterio de Oseira, quienes se relacionaron con muchos propietarios de terreno en el Ribeiro, para plantar vides.

Pero quizás nadie como los comerciantes judíos de Ribadavia desempeñó un rol tan importante en la difusión de los vinos del Ribeiro, quienes a través del Camino de Santiago, y la navegabilidad del río Miño, los hicieron llegar a otros países europeos.

Ribadavia se convirtió en capital del Reino de Galicia en el siglo XI y dice la tradición que esto motivó el arribo de los primeros judíos a la villa, donde se encargaron de muchos asuntos financieros, administrativos y del comercio del vino. Cuando en 1492 se promulgó la expulsión de los judíos del territorio español, muchos permanecieron en el país donde convivieron con los católicos y aportaron a la prosperidad de la región.

Así llegaron los Ribeiros a Francia, Portugal, Italia o Gran Bretaña y una fama que alcanzó su esplendor en los siglos XV y XVI. Incluso Miguel de Cervantes hizo halagos al vino de Ribadavia en boca de su licenciado Vidriera, y al vino del Ribeiro se le proclama como el mejor de España.

El enclave judío en Ribadavia hizo proliferar el comercio del vino del Ribeiro al punto que en 1594 se emitieron ordenanzas para regular su origen, producción y comercialización. La Organización Mundial de Propiedad Intelectual reconoce estas ordenanzas como los primeros indicios de protección de una denominación geográfica en el territorio español. Con la prohibición de las exportaciones a fines del siglo XVIII, el comercio con Inglaterra decayó, lo que impactó al vino de la zona.

Este declive se acentuó con la plaga de oídio que atacó a todo el país en 1850, y el mildiú y la filoxera que llegaron casi en las postrimerías de ese siglo XIX e hicieron que al replantar se prefirieran cepas más resistentes y de altos rendimientos, aunque no necesariamente autóctonas, que fueron asumiendo protagonismo en la región. Esto, unido a prácticas de etiquetado cuestionables en algunas bodegas, hizo que el prestigio de la denominación se viera adversamente impactado con posterioridad.

Pero en las últimas décadas, ese declive ha tenido un giro de 360 grados en la dirección más positiva, gracias a un esfuerzo importante de investigación vitícola, que ha permitido la recuperación de parte importante del patrimonio de vides autóctonas de la zona, lo que ha propiciado la reconversión y re-estructuración de las viñas. Esto, unido a tecnologías punteras que se han incorporado en la vinificación de las bodegas de la denominación y, más importante, al compromiso de una generación de bodegueros, tanto jóvenes, como otros con una fuerte sensibilidad hacia con el territorio, han logrado propiciar una especie de revolución que ha permitido revalorar al Ribeiro y a sus vinos, y elevarlos a un nuevo escalón de prestigio entre la producción vitivinícola internacional.

Hasta el siglo XIX, eran precisamente los tintos los que dominaban las exportaciones de vinos gallegos. Entre las uvas que se usan para su elaboración, muchas cepas autóctonas gallegas como la sousón, ferrón (Ferrol), caíño tinto,  o brancellao, y otras más conocidas como la garnacha o tempranillo, además de la mencía.

Las bodegas de Ribeiro son de contrastes pues hay grandes bodegas industriales, como Vitivinícola do Ribeiro, mejor conocida como Viña Costeira, la bodega más grande de Galicia y entre cuyos vinos dentro de un par de años hallará cupo la cepa que plantamos en un día de reluciente sol, y un nuevo grupo con una visión productora diversa, más dirigida a vinos de menores volúmenes, enfocados en las más altas gamas, unas con mayores producciones y otras literalmente de garaje.

A la denominación hay adscritas unas 120 bodegas, divididas en dos grandes grupos. Las “bodegas”, que agrupan a las que tienen elevadas producciones y están autorizadas a comprar uva a otros viticultores, y las bodegas de cosechero (“adegas de colleiteiro”), que son la mayoría, muy aferrada al terruño, y que comercializa vinos elaborados con uvas de cosecha propia, que no sobrepasan los 60 mil litros anuales de producción por bodega.

Con motivo de la otorgación del Primer Premio de la Prensa del Vino en España, el Consejo Regulador de la denominación de origen Ribeiro invitó a un grupo de comunicadores especializados en vino a descubrir ese universo de contrastes de uvas en torno al río Miño, con un recorrido polifacético en su selección de bodegas, que permitió profundizar en esa evolución de la que ha sido testigo la denominación, manteniendo siempre el fino equilibrio entre raigambre y cosmopolitismo, tradición e innovación.

Las caras del Ribeiro

La cara tinta de Vilerma pasa entre cinco y seis meses en barricas nuevas y de varios usos. Su añada 2007 es fresca, tiene buena acidez, y una estructura ligera por donde se escabullen recuerdos salinos, avainillados, notas de chocolate y bálsamicas a eucalipto, pero donde la evidencia de su crianza en madera es casi imperceptible.

Tan Campante

Aunque las facilidades donde ubica actualmente Bodegas Campante se construyeron apenas hace dos décadas en Prado do Miño, casi en colindancia con el punto donde se ensancha el río, la bodega ya más que ha alcanzado su mayoría de edad. Negocio familiar desde su fundación en la década del 1940, hoy es Ana Méndez, tercera generación, quien está a cargo de dar continuidad a este proyecto que su abuelo inició elaborando vino en casa y comenzó tímidamente a comercializar por la región, en barricas.

La historia de Campante va unida a la historia del Ribeiro moderno, al haber sido la primera bodega en embotellar vino en la denominación. Desde entonces hasta ahora, su producción se ha guiado por la conjunción de las más avanzadas técnicas vitivinícolas y la preservación de las características tradicionales de sabor y aroma del vino regional.

La bodega ha buscado expandir su viñedo en propiedad, que hoy se extiende por unas 26 hectáreas donde hay plantadas treixadura, algo de loureiro y godello. También tienen en alquiler una finca de tinta uva mencía para elaborar apenas 30 mil botellas. Pocas, si se considera que su producción total anual alcanza el millón. A pesar de esas cifras, la bodega no puede definirse como una bodega industrial.

Todo lo contrario. El espíritu familiar se respira por sus cuatro costados, al igual que el quehacer de sus manos femeninas. Porque además de Ana, al vino también lo moldea Mari González, una más para la cada vez mayor población de mujeres a cargo de bodegas en Galicia.

Vestida con bata blanca, conduce una cata que pasa por las cuatro etiquetas de la bodega. A destacar del conjunto, su frescura y trago fácil. Vinos para beber sin complicaciones.

Los vinos bandera, dos blancos del 2009. Un Viña Reboreda, elaborado con treixadura, torrontés y palomino, procedentes de suelos graníticos con esquisto, los que no se esconden en la expresiva mineralidad de este vino floral, fresco, fácil y apenas 11.5% de alcohol. Su hermano blanco mayor, el Gran Reboreda, sigue la línea de mineralidad y fácil trago, aunque añade al ensamblaje algo de uva loureiro. Campante elabora también una tercera etiqueta blanca, Campante Selección Blanco.  

En el territorio de tintos, a pesar de que la bodega experimenta con un mencía en barrica, de momento, sólo uno joven del 2008, que, además de mencía tiene algo de caíño y brancellao y es muy afrutado, fresco y fácil, regalando recuerdos de frambuesa fresca.

Pero sin duda uno de los mimados de la casa es su tostado, Alma de Reboreda, un vino dulce natural que sigue la tradición recuperada de elaborar vinos tostados del Ribeiro, unos vinos con el linaje que le aporta su elaboración, limitada y especial, en casas muy adineradas durante el siglo XIX, y de la que hoy día se elaboran en Campante apenas 900 botellas.

Los tostados forman parte del escaso conjunto de vinos naturalmente dulces del mundo y se elaboran a partir de uvas blancas (treixadura, loureiro, albariño, torrontés o godello) o tintas (sousón, caíño, brancellao, ferrón o mencía), que se han dejado pasificar dentro de la bodega por unos tres meses, a cuyo mosto se interrumpe la fermentación, y pasa luego a una crianza en barricas de roble o cerezo para su maduración, seguida de más tiempo en botella. Los tostados resultan en caldos cobrizos, cremosos y perfectos acompañantes para postres con cremas, bizcochos o la propia repostería judía disponible en Ribadavia. De los hollejos del tostado, con aguardiente de oruxo, se elabora un licor conocido como Angélica.

El Alma de Reboreda, toma sus uvas de una finca más próxima al río, ubicación que les permite alcanzar un mayor grado alcohólico. La uva se recoge a inicios de septiembre y se cuelga hasta el mes de enero para que ventile mejor. Luego se extrae el mosto utilizando prensas verticales. El Alma de Reboreda se cría un mínimo de tres años en barricas de roble francés. Su cosecha 2006 es una plétora de higos, nueces y almendras, tanto en boca como en nariz.

La bodega cuenta, además, con destilería propia donde se elabora un orujo envejecido en roble por cinco años, Lauro de Nobleza, y licor café, incluso descafeinado.

Además de la Bodega Campante en el Ribeiro, el grupo tiene, desde 1996, otro proyecto en la DO Rías Baixas, Bodega Morgadío.

¿Dónde comprar?: Classical Wines (Estados Unidos). Añadas previas: El Hórreo de V. Suárez (Puerto Rico).

Abajo, el respetado Master of Wine inglés John Salvi, evalúa los vinos de Manuel Formigo. Foto cortesía del CRDO Ribeiro (Prohibida su reproducción)

Manuel Formigo, apuesta de garaje

El nombre Manuel Formigo no decía mucho, pero al traspasar el umbral del garaje, literalmente garaje, donde ubica su bodega en Beade, el panorama se transformó al ver que ésta era la casa de la etiqueta Teira.

Y es que la Adega es uno de esos espacios que desde fuera parece más casa que negocio. Al del vino, los Formigo llevan abrazados en el Ribeiro por muchas generaciones, pero fue tan sólo en 2006 que decidieron desprenderse de su vinculación industrial, para emprender este pequeño proyecto de cosecheros, y de garaje, donde elaboran vinos con algunas de las vides más viejas de su comarca, unos 30 años en promedio.

Treixadura, loureiro, albariño y una cepa menos autóctona, albilla (albillo), en apenas cuatro hectáreas repartidas en ocho fincas que Manuel Formigo declara ser las primeras y las últimas en vendimiarse en la zona. Dominan los suelos con herencia de piedra, lo que le confiere mineralidad a los vinos.

Formigo es cual hormiga trabajadora, un todo terreno del vino, un hombre orquesta que lo mismo se pone sombrero de viticultor, que de  enólogo o vendedor, para sacar adelante estos vinos que tiempo antes de conocer dónde se elaboraban, ya nos habían dejado buen gusto de boca.

Ése fue el caso del Finca Teira, un grato reencuentro en blanco, ensamblaje de treixadura y godello, a veces también algo de torrontés, que se elabora a partir del mosto flor y pasa unos cinco meses en depósito. Es un blanco fresco, pero más estructurado, donde destacan los aromas a guayaba. Su añada 2009, total contraste. Notas a flores blancas y manzana, y un persistente frescor, en un vino delicioso.

El Teira X sigue la línea blanca de la bodega, pero con un nivel de mayor complejidad por ser un ensamblaje de uvas de una finca concreta, cepas más viejas que se funden en un vino  concebido para tardar un poco más en expresarse a plenitud.

Además de los blancos elaboran un tinto, el Finca Teira Tinto, a partir de caíño longo, sousón y brancellao de dos fincas específicas. El 2009 es fresco, afrutado y ligero.

Según Formigo, la falta de tiempo le ha impedido realizar elaboraciones en madera, que son su asignatura pendiente para el futuro.

Un proyecto experimental que sí ya va encaminado es la elaboración de un tostado, que tiene como particularidad una influencia del sistema de soleras, donde los vinos se van refrescando y mezclando con varias añadas. 

¿Dónde comprar?: Tienda Valladares (Santiago de Compostela)

La Peña de Castrelo

En Castrelo se ensancha el río Miño en una plácida estampa que se vuelve divertimento naútico para algunos. En medio de esas aguas por las que se deslizan las embarcaciones de pesca o recreo, se erigen unas torres de energía que se pueden aprecian en plenitud desde metros más arriba, donde el maridaje se realiza con una vista espléndida del río y la viña, y con los vinos electrificantes que elabora Alvaro Bueno para Eduardo Peña y María Andrea.

Uno de los cimientos de vino que más sólidamente se han colocado en los últimos años en el Ribeiro es la bodega de Eduardo Rodríguez y Luz Cánovas en lo alto de la inclinación que mira al río, y donde las etiquetas que se elaboran tienen por nombre Eduardo Peña y María Andrea.

Una suave pendiente extendida asciende unos 250 metros al Lugar de Barral, viña de plantación propia, marcada por el Miño y sus afluentes. Un suelo arenoso, con piedra y pizarra regado por un clima de suave influencia atlántica. Con ésta, cinco héctareas en total donde hay plantadas treixadura, albariño, godello, lado y loureiro, al igual que tintas caíño, sousón y brancellao.

Casi en la cima de la pendiente, la bodega. Una estructura incorporada al terreno aprovechando el desnivel de la viña, lo que permite crear una especie de estabilidad térmica interna, en la que la temperatura en el interior se mantiene constante entre 14 y 15 grados a lo largo del año entero, independientemente de la que haga fuera.

En su entrada aguarda Alvaro, uno de los enólogos de Galicia más prolíficos, con diversos proyectos en tinto y blanco en denominaciones como Ribeiro y Monterrei. Aquí, en la casa de los Eduardo Peña, el objetivo es obtener la máxima expresión varietal de la uva y del terruño.

La bodega trabaja cada variedad por separado y emplea procesos como la aplicación de nieve carbónica (para romper la baya en infinidad de microcristales antes de estrujarla suavemente), maceración antes de la fermentación para una mayor extracción de aromas, y trabajo con lías. Así surgen vinos con mayor complejidad aromática, buena estructura grasa, mayor densidad y volumen en boca, equilibrados y golosos.

Eduardo Peña y María Andrea son dos de las más interesantes etiquetas de los Ribeiros de nueva estirpe, ambos de producción muy limitada. La primera, un vino delicioso que destaca por la complejidad, intensidad y calidad de sus aromas primarios en conjunción con un todo sutil, intenso y elegante. Cítricos, laurel, azahar, piña, melocotón, albaricoque, notas balsámicas, avainilladas y minerales se pasean por este vino untuoso con buena acidez y estructura, equilibrio y un epílogo largo. La elaboración pasa por un trabajo sobre lías y un suave ensamblaje con fermentación en roble europeo de grano medio y tostados suaves. Ésta, la cosecha 2008, fue la primera de esta etiqueta, mientras que su sucesora, la del 2009, tuvo un recorrido más floral que afrutado, siempre con estructura y complejidad.

Si los Eduardo Peña se destacan más por lo que entregan en boca, los María Andrea cautivan en nariz. Un conjunto de treixadura, loureiro y albariño, con carácter varietal, elegante e intenso que seduce con notas cítricas, de nuevo laureles, mangó tropical y membrillo, una textura más untuosa y una estructura más delgada que su contraparte. El María Andrea es un vino más ágil, refrescante y persistente. En su ensamblaje del 2009, la loureiro incrementa un poco su presencia, para convivir a partes iguales (40/40) con la treixadura, y una restante albariño, destacándose una nariz muy expresiva a toronja, y manteniendo la estructura y finura de la añada que le antecedió. Uno de los vinos paradigmáticos del Ribeiro del siglo XXI.

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El puente entre Arnoia y Nairoa

Aunque el nombre Nairoa es una desviación de Arnoia, uno de los afluentes del Miño, la dirección de esta bodega tiene un camino muy recto: hacer vinos que plazcan, sin que sean pretenciosos.

Es precisamente a orillas del Arnoia que se asienta este proyecto del que en 1999 ciudadanos comprometidos hicieron una especie de rescate para preservar la tradición elaboradora en su pueblo, A Ponte, que resultó en una iniciativa para producir vinos personales, complejos y armónicos.

Hoy Nairoa se encuentra en un proceso de transición, realizando cambios estructurales, desarrollando nuevas etiquetas, y apostando por la internacionalización. Una producción total de unas 200 mil botellas, que tienen un atractivo adicional: su precio.

Nairoa practica una viticultura tradicional y de bajos rendimientos en unas viñas ubicadas a unos 400 metros de altitud y asentadas en suelos graníticos. Aunque posee algo de viña, la mayor parte de la uva con que se surte se compra a viticultores con contratos de arrendamiento que la van vigilando según las especificaciones que les señala la bodega y su enólogo Serafín Medina.

Ésta cuenta con una cámara frigorífica para preservar la frescura de la uva, y acostumbra a hacer un poco de maceración pelicular, para potenciar la extracción de aromas. Siempre se busca no apresurar la salida del vino, sino sacarlo en el momento justo para no afectar su longevidad.

Tintos y blancos se elaboran en esta bodega, entre los que se destacan sus blancos, Nairoa, Val de Nairoa y Alberte. Los vinos tienen una base predominante de treixadura, que se complementa de manera alterna con otras uvas de la denominación.

El Val de Nairoa añade lado y albariño, y realiza preselección de uva en el viñedo. Tras seis meses de estabilización estática luego de su fermentación en depósito de acero, se somete a un filtrado suave que resalta aromas frutales y mantiene la armonía y elegancia del vino. Floral, pero también con notas a frutas blancas es el Nairoa, que apuesta por complementar la treixadura con torrontés gallega, de final algo más amargo que la argentina, y palomino.

Pero es el Alberte, que toma su nombre de uno de los antiguos propietarios de la bodega, el más completo entre las tres etiquetas, añadiendo a sus notas florales y frutales una estructura más compleja y  untuosa. Su nariz evoca mucho a rieslings y gewürtztraminers alemanes, con recuerdos a rosa.

La bodega también elabora un tinto de mencía y garnacha, el Terralonga.

Ángeles y pachás

La Bodega de Luis Anxo Rodríguez Vázquez, presidente del CRDO Ribeiro, es pequeñita, pero no cabe duda de que es una de las más interesantes de la denominación y más representativas del nuevo Ribeiro, con vinos con volúmenes de producción casi de risa, pero absolutamente pletóricos de personalidad.

En poco menos de tres hectáreas meteorizadas en 29 parcelas, la apuesta es firme por las variedades autóctonas y los bajos rendimientos. De ahí nacen dos tintos y dos blancos que suman cuatro verdaderas joyas en botella. En cada tono de gema, una gama denominada “Escolma”, elaborada con la selección de vides de los mejores pagos, que fusiona rendimientos muy bajos con una larga crianza.

Así nacen los blancos de Viña Martín, Os Pasás y Escolma. El blanco Viña Martín Os Pasás, que no pasa por madera, destaca por su frescura y excelente acidez, regalando piña, melón, una exquisita mineralidad y una predominancia indiscutible de notas a flores blancas. Un vino estructurado, fino y que deja huella, y tiene un hermano blanco mayor, el Escolma, cóctel de treixadura, albariño y godello, que se fermenta y cría en barrica francesa durante un año.

Sus contrapartes tintos, A Torna dos Pasás, apuestan por la brancellao, la caíño y la ferrón (ferrol). Su más depurada versión Escolma (2005), es un tinto gallego con raza y personalidad, amén de exclusivísimo, que se estrena en nariz con aromas a fruta mora y ciruela acompotada, pero a la par de textura fina y transmitiendo sedosidad. Ceras, vainillas, notas balsámicas a eucalipto y laurel dan luego paso a registros especiados a canela y nuez moscada en un vino potente, con buena acidez, seductora nariz y un disfrute aterciopelado. El vino conjuga racimos escogidos que se fermentan con hollejo durante un mes, antes de pasar un año en barrica, produciendo apenas 600 botellas.

La hidalguía del Pazo Casanova

La mañana se despierta con perfume a eucalipto en ruta a la cima del Pazo de Casanova. No se trata del emporio de un romántico conquistador, sino de vinos que pretenden enamorar y que elabora un verdadero Hidalgo, Pepe, el señor de Casanova.

Pepe Hidalgo es un verdadero señor de señores del vino español, uno de los más respetados enólogos de su panorama vinícola, con una impresionante y dilatada trayectoria enológica, que con este proyecto deja marca en el Ribeiro, una de las denominaciones gallegas en las que funge como asesor.

Como un verdadero caballero, aguarda a la entrada de un castillo de viñas en la altura, desde donde se divisan nieblas que cubren como sombrilla el valle que discurre por las riberas del Miño, cuyas aguas apacibles broncea el sol matinal. Son las viñas más elevadas, a unos 400 metros de altitud, un hermoso panorama de cepas en espaldera plantadas entre verdes cubiertas vegetales que contrastan con un cielo radiantemente azul. Una casa de piedra y un torreón, punto de encuentro para una cátedra de hidalguía vitivinícola.

En total siete hectáreas fragmentadas entre dos fincas con una diferencia de unos 300 metros de altitud entre sí. “Cada 100 metros, marcan 0,6 grados de diferencia en la uva”, señala Hidalgo. Entre una y tres décadas la edad de las viñas, las más añejas más arriba, y las más jóvenes, a menor altitud, justo rodeando la estructura de la bodega, más abajo.

Las viñas están plantadas en espaldera y todas se visten enteramente de uva propia, que se cultiva en regímenes de agricultura integrada sostenible, que respeta el viñedo, el medio ambiente y la salud del consumidor.

Únicamente se realizan tratamientos fitosanitarios en caso de emergencia. Un desfile de treixadura, loureiro, godello, albariño, idénticas uvas en ambas fincas, y próximamente también lado, que se conjugan en dos etiquetas: Pazo Casanova y Máxima. Se vinifica por variedades y por fincas, y como en algunas otras bodegas, no hay mesa de selección, sino que la viña es la propia mesa. Tampoco realizan maloláctica para domesticar acideces.

La del 2001 fue la primera añada de esta empresa establecida en un pazo, casa solariega, del siglo XVIII, un espacio que ya desde 1765 poseía bodega. Allí, se funde el compromiso de Amador, el viticultor, Andrés, enólogo, con el de Hidalgo y su socia Ana Martín.

La primera etiqueta, el Pazo Casanova, es la gama bandera, que combina todas las variedades de uva disponibles. Su añada 2008, es mineral, inequívoca de su entorno granítico, tiene aromas a manzana, es fresca con muy buena acidez y un fin largo, que refleja la buena evolución que pueden tener los Ribeiros, que no precisan beberse del año. Su contraparte, del 2009, deja una sensación de frescor más marcada, y aromas a fruta más intensos.

Los Máxima, de más postín, empezaron ensamblando 60% treixadura con 40% albariño, pero hace alrededor de un año reemplazaron esta última variedad con godello, lo que redunda en vinos más grasos y complejos, pero siempre finos. El 2008, criado en lías durante cinco meses, es más elegante y redondo que la cosecha 2009, una explosión floral y frutal y de aromas más tropicales como la piña, incluso notas a aceituna, y fin largo.

Pazo Casanova promueve la mejora de sus sistemas de producción y mantiene proyectos de investigación con la Estación de Viticultura y Enología de Galicia.

Ingeniero agrónomo, diplomado en planificación de empresas, profesor universitario y autor de numerosas publicaciones sobre vino, además de en Galicia, el buen hacer de Hidalgo, en tándem con Ana Martín, se extiende por el vasto territorio español, donde asesoran a un sinnúmero de bodegas. Se destaca su trabajo de recuperación de la cepa godello, hoy un cimiento sólido de la viticultura del noroeste atlántico peninsular.

Foto cortesía CRDO Ribeiro (C)

Viña Costeira tiene tres líneas de vino principales de las que se destacan los Pazo y los Viña Costeira. Los Pazo cuentan con un blanco de palomino seleccionado, un tinto de garnacha tintorera y un cupaje blanco (Pazos de Ulloa) de palomino, torrontés y treixadura. Los Viña Costeira tienen blancos monovarietales de albariño y treixadura, treixadura en barrica (Colección Costeira), un cupaje blanco de treixadura, torrontés y palomino, y otro tinto (Além da Historia), de mencía, sousón, brancellao, ferrón y caíño tinto. En el futuro, se proyecta elaborar vinos de parcela de las principales variedades blancas.

Depósitos gigantescos, tan largos que casi parecen rozar el tope de la bodega, se manejan con la más alta tecnología, pero dando a la viticultura especial protagonismo que hace que la bodega se sienta cada vez más orgullosa de sus viñas. El Viña Costeira 2009, con varias cepas blancas, incluida la moscatel de grano menudo y una buena porción de torrontés gallego, es fresco, de trago fácil, pero con notas exóticas en nariz y una textura grasa. A diferencia de la torrontés argentina, con un final fragante, la torrontés gallega no aporta aromas.

Entre los Colección Costeira, el monovarietal de Treixadura, también 2009, es cremoso y mucho más elegante y complejo, producto de su crianza en lías y en depósito. Muchas vides para este vino nacen en el Pago de San Cibrao. Una vez elaborado reposa entre uno y dos meses en botella antes de salir al mercado. El Colección Costeira Treixadura Barrica se fermenta y cría en sobre lías en barrica de roble francés. Es fresco e intenso, muy aromático en nariz con notas florales y a miel, que pasan a una boca suave con sutiles recuerdos de su crianza en madera. La bodega añade un poco de nitrógeno en el embotellado para permitir mayor longevidad de los vinos.

A la izquierda, Manuel Castro, enólogo. Arriba, botellas de espumoso. Abajo, Argimiro Levoso, Director de Vitivinícola do Ribeiro.

Algo interesantísimo en la bodega es su impresionante espacio para manejar el bagazo de la uva para la elaboración de aguardientes. Los que tienen por base la palomino, constituyen la estructura de los Pazo, como la crema de orujo, y los que se desarrollan a partir de bagazo de treixadura, se destinan a la línea Lúa, en la que también se elabora un exquisito licor café a partir de los Blue Mountain jamaiquinos.

Pero sin duda el secreto mejor guardado de Viña Costeira son sus espumosos de treixadura, elaborados hace unas dos décadas y dejados casi de lado hasta que, al igual que la tradición de los tostados, la bodega decidió rescatar las botellas encontradas, las puso a descansar en rima y, luego en punta, hasta desvelar un espumoso añejo delicioso, con recuerdos a bollería, miel y almendras, y una estructura con peso en boca, que para abrir requiere todo un ceremonial de congelación de la boca de la botella para concentrar cualquier sedimento, y luego mediante un contraste térmico, romper el cuello y servir el espumoso. Inspirado en aquel hallazgo, la bodega trabaja actualmente en otro espumoso que espera sacar al mercado en un futuro próximo.

¿Dónde comprar? Venrod y Château Rouge (Puerto Rico)

Cata Ribeiros do Avia. Foto cortesía CRDO Ribeiro (C)

Arriba, Xosé Lois Sebio, enólogo de Coto de Gomariz, y Javier Alén, propietario de Viña Meín. Abajo, prensa vertical en Viña Meín.

Los Ribeiros do Avia, días de vino y cine

Un río que vertebra una zona, un famoso director de cine que decide convertirse en bodeguero, el coto vitícola más antiguo de España, otros dos proyectos más bien familiares y un convencimiento de que la unión hace la fuerza, son los ingredientes para esta asociación de productores de vino de calidad de la DO Ribeiro, que comparte la filosofía común de apostar por la autenticidad de las variedades autóctonas de la zona como trampolín para una revitalización cualitativa de los vinos de la comarca.

Cuatro bodegas  ---Coto de Gomariz, San Clodio, Casal de Armán y Viña Meín---   unieron en 2009 fuerzas en tinto y blanco para extraer lo mejor de la bóveda sacra del Ribeiro, los espacios que albergaron a los monjes que dieron un empuje a la producción vitivinícola de la región. Hoy, como colectivo, se han convertido en una marca referente dentro de los Ribeiros de calidad.

Casa de Armán es un proyecto de la familia González Vázquez, vinculada a la historia del Ribeiro desde el siglo XIX. Hoy día, la cuarta generación de los González Vázquez ha sabido capitalizar comercialmente un conocimiento de más de un siglo, con modernos métodos de elaboración.  

Sus 18 hectáreas de viña repartidas en seis fincas y plantadas en suelos mayormente graníticos y con algunas zonas pizarrosas, tienen una base de treixadura con algo de albariño, godello y otras variedades autóctonas tintas y blancas, como la sousón, con los que elaboran tintos (10%) y blancos (90%), con y sin madera, además de unos dulces experimentales: un tostado de treixadura con receta familiar, un moscatel de grano menudo que se somete a pre-maceración en frío y no está amparado por la denominación, y un dulce de treixadura que se elabora con uva congelada y también pre-maceración, y que tiene muchos recuerdos a higo.

Su enseña blanca es el Casal de Armán, ensamblaje de treixadura, albariño y godello, cuya añada 2008 fue muy afrutada, con recuerdos minerales y a flores blancas y una excelente acidez. La bodega elabora, además, un blanco barrica y otros criado en lías, además de tintos con y sin barrica, para un total de seis etiquetas.

El Monasterio de San Clodio, fue en centro religioso, agrícola e intelectual del Ribeiro monacal. Hoy, convertido en un hotel de lujo, sigue siendo un epicentro vinícola del cual tomó nombre el proyecto de bodega que el célebre director cinematográfico José Luis Cuerda estableció en el Ribeiro con parte de lo que le reportó el éxito de películas como “La Lengua de las Mariposas” o “Los Otros”, aquel thriller en que Nicole Kidman viajaba en el tiempo bajo la dirección de Alejandro Amenábar.

En su proyecto A Modiño, Cuerda, con la asesoría enológica de Emilio Vidal, elabora una sola etiqueta que toma nombre del monasterio cercano, San Clodio, y salió por primera vez al mercado en 2005. La base de los San Clodio es un 80% treixadura que se complementa con godello, loureiro, torrontés y albariño. Son vinos más amigables que complejos, quizás más interesantes en nariz que en boca. Excepción el San Clodio Amodiño 2008, con un buen perfil gustativo.

Más complejos los de Viña Mein, una de las bodegas pioneras en trabajar sólo con variedades autóctonas. Cuenta con algunas de las viñas más antiguas del Ribeiro, con unos formatos de plantación y variedades pensados para conseguir la mejor calidad de una producción que ronda las 100 mil botellas.

Viña Mein, casi colindante con el Monasterio de San Clodio, es propiedad de Javier Alén, nativo de la zona, y posee 16 hectáreas de viña plantadas entre 1979 y 82, principalmente con variedades autóctonas. La bodega elabora un blanco joven, y un blanco y un tinto con crianza en barrica.

El blanco sin madera de Viña Meín se destaca por su estructura untuosa y con un cuerpo de mayor peso. Las añadas 2007 y 2008 fermentadas y criadas en barricas de 500 y 600 litros de roble francés se cimentaron sobre un ensamblaje de cinco uvas autóctonas, primordialmente treixadura. La cosecha 2009, se constriñe a dos, treixadura y un porcentaje menor de godello, algo que marca una diferencia notable y favorable en el vino, que pasa entre seis y ocho meses de crianza sobre lías. Una nariz muy promisoria en un vino con buena fruta, mineralidad, redondez, una estructura más sólida y un equilibrio mayor que sus añadas anteriores.

La bodega María Álvarez Serrano, mejor conocida por Coto de Gomariz, es una bodega familiar con viñas que se extienden por unas 27 hectáreas repartidas  por diferentes altitudes, orientaciones y suelos (sábregos, graníticos y de esquisto), que permiten elaborar una amplia variedad de vinos blancos y tintos, desde jóvenes del año a largas crianzas en barrica y biodinámicos, con el denominador común de la personalidad que imparte la ecuación de cepas y terroir, pero también la que le aporta su enólogo Xosé Lois Sebio.

Las primeras cepas de esta bodega se plantaron en 1978 y fue en 1990 que la marca Coto de Gomariz vio por primera vez la luz.

A destacar entre las novedades de la bodega, el Seica, un tinto cuyas uvas proceden de una pequeña finca, A Taina, en la que se cultivan siguiendo los más rigurosos parámetros biodinámicos y con una cubierta vegetal permanente en el suelo. Su primera añada fue la del 2006, y la de 2007, con sousón y garnacha, es un vino potente, estructurado, bastante fino, aunque quizás aún con algún atisbo de astringencia que se va redondeando.

El Gomariz Aniversario, que es el homenaje a la constitución de la bodega, es un vino totalmente de excepción, concebido para una larga guarda, tanto como 20 a 30 años. Un monovarietal de sousón, se cría durante 45 meses en barrica. Pero no en la misma, sino que cada año el vino se trasiega a una barrica nueva. A pesar de esto, en el vino prevalece la fruta por sobre la madera, apareciendo también notas a chocolate.

Otros clásicos tintos son el Abadía de Gomariz, cóctel de tintas criadas un año en roble francés y americano, completo, potente y equilibrado, y el Cuvée Primo, que sigue también la línea de trasiegos a barricas nuevas, y que al igual que el Abadía, ensambla perfectamente fruta con matices de crianza como la vainilla o el caramelo. Además de otros blancos y un tinto, Gomariz tiene un Licor Café.

¿Dónde comprar? Los vinos de Coto de Comariz estarán próximamente disponibles en Cien Vinos (Puerto Rico).

Viaje de cata por el Ribeiro

Senso Vadio 2008

 

Bodega: Emilio Docampo Diéguez Colleteiro 

Grata sorpresa entre los tintos gallegos sin crianza, este ensamblaje de mencía, sousón y ferrón de fincas en Ribadavia y Cenlle es un vino de esos fáciles, pero no simples. Suave vainilla que envuelve notas a mora, a canela, lavanda, coco, tomate, notas salinas, que dan paso a una estructura ligera y pulidísima en boca, donde aparecen notas salinas y delicadas evocaciones chocolatosas. Sus 12 grados de alcohol pueden ser un peligro, ya que el vino es tan amable, tan grato, que sin darse cuenta, se puede beber la botella entera.

2 H 2008 

2 H son Dos Hectáreas de las que se extrae un monovarietal de treixadura, que fermenta en roble francés y se cría durante seis meses en barrica y con lías. Sus notas de crianza se perciben de manera sutil e incluso hay recuerdos de formaldehidos. En boca tiene notas yodadas, también resquicios de la crianza en madera, pero no demasiada personalidad.

 

Quinta do Avelino

Adega Parente García 

Monovarietal de treixadura que se somete a pequeña maceración en frío, fermentación en depósito y trato con lías, lo que le confiere una buena estructura y textura grasa, así como notas que incluso sugieren un inexistente contacto con la madera. En boca es afrutado, yodado, muy fresco y complejo.

Antonio Montero Cepas Vellas 2008

Adega Antonio Montero 

El sugestivo lema “Felices los españoles para quien vivir es beber” es guía para esta bodega familiar que persigue recuperar la fama y el pasado del auténtico vino del Ribeiro, volviendo a las variedades y plantaciones autóctonas. 

Treixadura, torrontés, lado, loureiro y albariño son la base de este vino, de fino perfume a flores, con alguna nota herbácea, que en boca se expresa con marcada mineralidad, notas salinas, y potencia, sin ser untuoso.

Terra do Castelo Treixadura 2008

Adega San Roque 

Un monovarietal de treixadura, sin madera, pero con crianza en lías. Nariz fina, pero algo inexpresiva. La bodega se fundó en 1998, aunque su trayectoria data de varias generaciones. Recoge la producción de sobre un centenar de socios cooperativistas repartidos por unas 200 hectáreas de viña. Además del de treixadura elabora un monovarietal de godello.

 

Beade Primacía 2008

Adega A Portela 

95% treixadura y un restante 5% de albariño y loureiro que se fermentan a baja temperatura y luego mantienen un contacto con lías que resulta en un vino fácil con una grata nariz a flores y frutas blancas, como la pera, y una gran frescura en boca.

Summum 2009

Bodegas Rey Lafuente, Castrelo  

70% Treixadura, 20% Godello y 10% Albariño conjugan este vino con nariz a toronja y con un destacado margen a flores blancas. Cuerpo graso, mucha estructura.

 

Lagar do Meréns 2008

Adega José Meréns Martínez 

Treixadura, torrontés y lado sometidas a maceración pelicular y tratadas con nieve carbónica y finas lías. No es demasiado expresivo en nariz, con alguna delgada nota floral y una boca ligera con el fin graso de la crianza en lías. Apenas 3.5 hectáreas de viña en esta bodega fundada en 2001.

 

Lagar do Meréns Barrica 2007

Adega José Meréns Martínez 

Treixadura, lado y torrontés también maceradas antes de fermentar en barrica y tratadas con nueve carbónica. Es fino, con notas almendradas, melosas y a mantequilla, pero sin demasiada personalidad.

 

Sameirás 1040 Barrica

Adega Antonio Cajide Gulín

Treixadura, godello, albariño y lado a partes iguales que se maceran en frío y luego se fermentan en roble francés y se crían durante seis meses en madera. Notas suaves a vainilla y cera, marcados salados y buena acidez caracterizan a este blanco de Ribadavia.

 

Sameirás 2008

Adega Antonio Cajide Gulín 

Una bodega con apenas seis hectáreas de viña que practica una agricultura sin herbicidas, insecticidas ni antibotríticos. Este tinto con brancellao, sousón, caíño y mencía procede de suelos de esquitos y pasa por madera de roble francés y americano. La redondez de nariz no se alcanza de todo en boca.

Divinidades y Viajes & Vinos agradecen sinceramente a la AEPEV y al Consejo Regulador de la DO Ribeiro, su invitación a profundizar en la actualidad de la oferta de esta denominación.

Eventos

Catando y Picando se transforma en Sushi Asian Fest

Y los amantes puertorriqueños del sushi estarán felices con el estreno del primer festival dedicado a este producto, que tendrá lugar el sábado 23 de octubre en el Marriott Hotel & Stellaris Casino del Condado. Es el nuevo enfoque del festival Catando y Picando, uno de los favoritos en el calendario de eventos gastronómicos en Puerto Rico.

Los recaudos de Sushi Asian Fest serán a beneficio del Hospital del Niño. Los boletos tendrán un costo de $ 75 por persona y estarán próximamente a la venta a través de www.ticketcenter.com  Para el calendario completo de eventos de vino y gastronomía en el Caribe visite: www.viajesyvinos.com

 

Saborea Puerto Rico y Saborea Panamá

Y a pesar de que la Compañía de Turismo de Puerto Rico es el principal auspiciador del evento Saborea Puerto Rico, se rumora insistentemente que el equipo de producción de este evento de entretenimiento gastronómico puertorriqueño ya está activamente diligenciando expandir su radio de acción para añadir a Panamá como nuevo destino turístico de los Saboreas y, a partir de 2012, replicar en ese país el concepto de este evento originalmente concebido para promover a Puerto Rico como destino gastronómico.

 

Show Cooking de lujo en Marbella

Los jardines del emblemático hotel marbellí Gran Meliá Don Pepe acogieron la segunda edición de Live Cooking, un evento encuadrado en el festival Marbella Food&Sun, referente de los certámenes gastronómicos de Andalucía.

Tres de los cocineros más conocidos de España  ---Dani García, José Andrés y Andrea Tumbarello---  guiaron desde el escenario de la terraza del hotel a los asistentes en la elaboración de su propia cena. Entre ellos algunas caras conocidas, como el tenista Manolo Santana, el actor Pablo Carbonell o la cantante malagueña Diana Navarro.

Dani García, chef del restaurante Calima (una estrella Michelin) del hotel Gran Meliá Don Pepe, fue el encargado de orquestar el primer plato: gazpacho de melocotón de viña con tofu. Los asistentes también pusieron en práctica sus artes culinarias con la preparación del segundo plato, siguiendo instrucciones de José Andrés: Lubina de Veta La Palma en caldo de moluscos con guisantes. Por último, y de postre, la magia de Andrea Tumbarello: pizza dulce “marbellita”, con fresas, chocolate blanco y hierbabuena.

El festival se clausuró con el torneo de golf Wine&Green, que aúna deporte, degustación de vinos y un cóctel ofrecido por los tres restaurantes con Estrella Michelín de Marbella: Calima, El Lago y Skina. Para coronar el evento se realizó un homenaje a los hombres que han mantenido la tradición artesanal de la “moraga” y que son los artífices del plato que mejor representa la gastronomía popular de la Costa del Sol.

Buena vida en blanco y tinto

El blanco se ha vuelto emblema de los atuendos de La Buena Vida, pero no sólo serán de esta tonalidad los vinos que se sirvan en este festival, toda una tradición en la comunidad de Palmas del Mar en Puerto Rico, que regresa con una nueva edición el próximo 25 de septiembre al hotel Four Points by Sheraton, de ese complejo hotelero-residencial.

Por varios lustros, sabores, olores y colores han sido la base de un evento donde se unen enogastronomía y arte con el fin de recaudar fondos que beneficien a La Casa de Todos, La Casa de la Bondad y P.E.C.E.S., entidades no lucrativas de la zona este de Puerto Rico.

La edición 2010 reunirá a un nutrido grupo de cocineros locales que o bien revalidan de ediciones anteriores o se estrenan en la de este año. Javier Santos (Empresas Santana y Gustos), Rafael Quiñones (Caribe Hilton), Augusto Schreiner (The Art of Cooking School), Ariel Rodríguez (Augusto’s y Brasserie 801), Mario Pagán (Chayote y Lemon Grass), Franck Arnould (Chez Daniel y Bistro Tartine), Dayn Smith (Perla), Marisol Hernández (Chef Marisoll), Franco Seccarelli, Alex Sánchez (Chef Alex Bistro Catalina y GA Atelier), Jason Adams (The Ritz-Carlton San Juan), Didier Mathieu, Jesús Herbón (Kasalta), Daniel Vasse (Chez Daniel y Bistro Tartine) y Jan Pfeiffer (Wyndham Rio Mar) figuran en el elenco que se refrescará con vinos de La Enoteca de Ballester, La Bodega de Méndez, Coca-Cola, La Cava de Serrallés, Bodegas Compostela, El Almacén del Vino de B. Fernández, Fine Selections y El Hórreo de V. Suárez.

Además de manjares sólidos y líquidos, armonizados con vino y música, el Festival La Buena Vida, contará con una subasta silente de obras de artistas que incluyen a Carmelo Sobrino, Rafael Trelles, Néstor Paoli, Luis Hernández Cruz, Betsy Padín, Augusto Marín y otros.

Para información y boletos: Chez Daniel (787-850-3838)

Puerto Rico Open, golf del más alto calibre

El Trump Internacional Golf Club de Río Grande revalidará como sede de la cuarta edición del Puerto Rico Open, que se celebrará allí del 7 al 13 de marzo de 2011, y que este año incorpora la Compañía de Turismo de Puerto Rico como a su principal auspiciador.

“Más que un juego de golf… una experiencia”, es el lema de este evento deportivo, que pretende mantener su alianza con Fondos Unidos, y sus instituciones afiliadas sin fines de lucro, para seguir impactando positivamente a las comunidades cercanas al evento. Este año, además, el domingo 6 de marzo se llevarán a cabo “Race for Life El Yunque a Coco Beach”, un maratón 5K, a beneficio de fundaciones de cáncer y leucemia. Esta carrera será el comienzo de una semana llena de grandes eventos como el  Torneo de Pesca Pro Am en los lagos del campo de golf, en el cual participaran jugadores del PGA TOUR y auspiciadores. 

 

Otras iniciativas presentadas para el 2011 incluyen una cumbre de desarrollo económico, más actividades de entretenimiento destinadas a la familia, como clínica de golf para niños, nuevas áreas de entretenimiento con restaurantes y bares temáticos, música en vivo, karaoke, desfiles de modas y bazaar, competencias de BBQ, un programa especial para las esposas de los jugadores y visitantes, más espacios para el público a través de todo el campo de golf, y una mayor conciencia en la preservación del ambiente. 

El Puerto Rico Open 2011 contará con 132 jugadores profesionales, una bolsa en premios valorada en 3.5 millones de dólares y 1,760 puntos para la Copa FedEx.  El ganador de la Cuarta Edición del Puerto Rico Open, presentado por seepuertorico.com, obtendrá $630,000 y 250 puntos de la Copa FedEx.  Este evento de clase mundial se transmitirá por el Golf Channel y llegará a más de 500 millones de hogares en 200 países a través de todo el mundo.   

La Puerto Rico Golf Association es anfitriona del Puerto Rico Open, presentado por www.seepuertorico.com.  Se estima que el evento tendrá un impacto de sobre $18 millones de dólares para la economía de Puerto Rico y beneficiará a más de una docena de entidades benéficas del país.

DiVINIbriefs

Mejores vinos neoyorkinos

El Swedish Hill Winery Riesling Cuvée de la región de los Finger Lakes obtuvo la Copa del Gobernador durante la más reciente edición del New York Wine & Food Classic Competition, celebrada este agosto en ese estado. La Copa distingue al mejor vino entre una selección de unos 850 que se presentan a certamen. Sheldrake Point, otra de las bodegas de Finger Lakes,  revalidó como mejor bodega, una distinción que ya había obtenido el pasado año y que premia al establecimiento con el mejor desempeño global conforme al nivel y cantidad de premios en relación a su número de participaciones.

Long Island, Hudson Valley, Finger Lakes, Niagara y Lake Erie fueron algunas de las zonas productoras del estado de Nueva York que se presentaron al certamen. Los premios se confirieron mediante cata a ciegas de un jurado integrado por 24 profesionales del vino.

Los mejores vinos por categoría recayeron en:

Espumosos:  Swedish Hill Winery Riesling Cuvee

Blancos: Keuka Lake Vineyards 2009 Semi Dry Riesling          

Rosados: Arbor Hill Grapery Coriesa Hill Iona Rose

Tintos: Bedell Cellars 2008 Cabernet Franc     

Postre: Casa Larga Vineyards 2007 Fiori Delle Stelle Vidal Ice Wine

Vino especial: Torrey Ridge Winery Scarlet Red

 

La incombustible chispa de Jacques Maximin

A sus 62 años, el francés Jacques Maximin sigue inventando. Su aventura más reciente es Le Bistrot de la Marine, un local de espíritu marítimo localizado en Cagnes-sur-Mer en la Costa Azul francesa. El bistrot abrirá sus puertas de martes a domingo en horarios de almuerzo y cena, ofreciendo una degustación de frutos de mar fresquísimos, en una terraza con vista al mar.

Divinidades es una publicación editada regularmente por Viajes & Vinos, una empresa dedicada a la promoción de servicios de turismo del vino y a la representación de empresas especializadas en la oferta de dichos servicios. Desarrolla además proyectos de mercadeo, editoriales, eventos especiales y consultoría en vinos. Prohibida la reproducción total o parcial de textos o imágenes sin previa autorización.

 

Editora:

Rosa María González Lamas

 

Colaboradores:

Alexander Brito

Viajes & Vinos, Inc.

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Tel. 787-375-9655 • Fax: 787-754-2961

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Arroyo & Arroyo, entre vinos

El verano en Ribera del Duero fue escenario de una refrescante cita con rumor de arroyo al cuadrado. Arroyo & Arroyo podría parecer el nombre de un bufete de abogados, pero, en realidad fue la ecuación que surgió de la visita que el elaborador californiano Vincent Arroyo cursó a las bodegas Ismael Arroyo, en Sotillo de la Ribera, juntando la esencia de petit sirahs y tempranillos, a ambas riberas atlánticas separadas por miles de kilómetros.

El Arroyo californiano se halla en Calistoga, en el valle del Napa, donde su pequeña bodega se destaca por elaboraciones con petit sirahs, en monovarietal y ensamblajes, incluyendo un vino fortificado. Pero además de con esta cepa, produce también vinos con cabernet sauvignon, cabernet franc, merlot, sangiovese y chardonnay.

Durante la visita al territorio tempranillo de Bodegas Ismael Arroyo, una de las fundadoras de la denominación de origen Ribera del Duero, los bodegueros pudieron contrastar estilos de elaboración y catar sus vinos, así como intercambiar impresiones sobre técnicas de cultivo, variedades, elaboración, comercialización.

Aunque el origen español de Vincent Arroyo se sitúa en Salamanca, son curiosas las coincidencias con los Arroyo de Sotillo de la Ribera, ya que tanto el padre de Ismael Arroyo como el abuelo de Vincent se llamaban Elpidio. Además, ambos bodegueros coinciden en su apego a la tierra, y en ser la primera generación familiar en el negocio de la elaboración del vino. ¿Dónde comprar? Valsotillo en La Enoteca de Ballester (Puerto Rico).

Una década de Star Chefs

No se trata del congreso gastronómico neoyorkino homónimo, sino del programa de la aerolínea alemana Lufthansa que festeja su décimo aniversario con una competencia en la que sus pasajeros han podido escoger el mejor menú entre los servidos a bordo en primera clase y clase business.

El menú ganador, un verdadero compendio michelinesco, se ofrecerá a partir de septiembre en los vuelos de largo recorrido con origen en Alemania. Éste tendrá platos de Daniel Boulud (Restaurant Daniel, New York), Anne-Sophie Pic (Maison Pic, Valence), Gérard Rabaey (Le Pont de Brent, Brent), Nadia Santini (Dal Pescatore, Mantua), Heinez Winkler (Redidenz Heinz Winkler, Aschau) y Thomas Keller (French Laundry, Napa Valley y Per Se, Nueva York).  

 


 

 

La Bodeguita Coffee & Wine @ Inter-Continental

Sin mucho ruido, pero con un buen surtido de vinos, hace un par de meses abrió La Bodeguita Coffee & Wine en el hotel Inter-Continental de la zona turística de Isla Verde. Un espacio próximo al lobby, pero más relajado en contraste con el ambiente más movido de éste, que ha tenido tan buena acogida  ---incluso de clientes que lo escogen para esperar que las horas punta de tráfico se apacigüen---, que ya tiene hasta planes de expansión.

La Bodeguita opera en horario continuo diario de 5:30 AM a 11 PM. Aunque está disponible en igual horario que el café, es por las tardes que la oferta vinícola estalla en todo su esplendor. Por copa o por botella pueden disfrutarse entre 30 y 40 etiquetas, que hacen un recorrido por espumosos, rosados, blancos y tintos, incluidos los muy demandados méritage, que se van rotando para tentar más a repetir la visita. Entre la selección, vinos de Viejo y Nuevo Mundos, con zonas aún inexploradas por el consumidor local, como Alsacia o el Loira, con opciones a precios muy atractivos.

Para picar hay ensaladas y emparedados, incluidos emparedados orgánicos, y pronto tendrán tapas calientes.

La Bodeguita, sirve en exclusividad vinos representados por La Bodega de Méndez, de ahí que sea una especie de casa pequeña de la cava de esta empresa.

 

Loncheras de Trafon contra la obesidad infantil

El primer Food Show de TraFon, distribuidores de alimentos, sirvió de escenario para la presentación del Proyecto Lonchera, un esfuerzo de la empresa dirigido a mejorar la alimentación de estudiantes de escuela elemental.

Loncherita será el símbolo de esta iniciativa que se enmarca en TraFon Nutriendo el Futuro, el programa de responsabilidad social de la empresa. El Proyecto Lonchera buscará promover una nutrición buena y balanceada desde los primeros años, mediante una alimentación saludable, un estímulo para realizar actividad física, y consejería nutricional, de una manera interactiva y divertida.

Los hijos de los empleados de TraFon serán los primeros beneficiarios del proyecto, que posteriormente contempla extenderse a una escuela pública. La meta del proyecto es poder obtener resultados medibles que muestren que la adopción de una alimentación nutritiva desde temprana edad incide positivamente tanto en la salud del niño, como en su productividad.

 

 

 

La cocina con gusto del Chef Piñeiro se marida con Viajes & Vinos

Es uno de los cocineros más mediáticos de Puerto Rico y su programa radial, “La cocina con gusto”, cautiva por igual a los que saben menos y están deseosos de aprender, como a quienes conocen un poquito más pero comparten el denominador común de un entusiasmo por el mundo de placeres del comer y beber.

Con una trayectoria que incluye adiestramientos con cocineros de tanto prestigio como el español Santi Santamaría, luego de su exitoso programa televisivo actualmente conduce un programa radial diario que no da abasto para atender las inquietudes de todos los que interesan profundizar en el mundo del vino.

Ahora los sabores del chef puertorriqueño Enrique Piñeiro se irán ocasionalmente armonizando con anécdotas y explicaciones de Viajes & Vinos, los Viernes de Tapas y Vinos, a la 1:30 de la tarde por Radio Isla 1320 (AM), en Puerto Rico.

Genuino sabor dominicano

Como parte de las actividades programadas en la distinción de Santo Domingo como capital cultural americana este 2010, el Ministerio de Cultura de la República Dominicana auspiciará el Primer Circuito Gastronómico de Santo Domingo, un evento que será una pasarela de sabores dominicanos y resalta la importancia de la gastronomía en la gestión cultural.

Con el lema “La cultura está de boca en boca”, más de 25 restaurantes de la capital incorporarán a sus menús platos especiales que buscan resaltar las raíces gastronómicas dominicanas. Los menús se refrescarán todos los meses conforme cambie la temática gastronómica del circuito, que se estrenó en agosto y se extenderá por cinco meses.

El tema gastronómico de este mes de septiembre es “Las tapas dominicanas”, que recorren versiones en miniatura de la cocina más emblemática del país. Octubre se dedicará al “Mar y coco”, noviembre al “Tabaco y ron” y diciembre a la “Neo-cocina dominicana”.

Scherezade, Samurai, Mesón de la Cava, Enzo, Marrana, Atarazana, La Briciola, Cane, El Agave, Mitre, Bistro, Boga Boca, Buen Provecho, Hard Rock Cafe, Lincoln Road, Meson de Bari, Mijas, Neptuno's, Olivo, Pat’ é Palo, Angelo, Boca Marina, Caffe Milano, Il Capuccino, Casa Mencía, Marocha, Museo del Jamón, Porter House y los restaurantes Vesuvio, en el Malecón y la Avenida Tiradentesm forman parte del periplo de establecimientos adheridos a la iniciativa que organiza la Asociación Dominicana de Restaurantes.

 

Más café en Puerto Rico

Ya se aproxima la fecha de la primera edición del Puerto Rico Coffee Expo, un evento que pretende unir a la comunidad cafetalera y productos relacionados en un esfuerzo para estimular y resposicionar la industria del café puertorriqueño. El evento, que será un foro empresarial,  educativo y cultural de la industria cafetalera, se llevará a cabo los días 18 y 19 de septiembre en el Centro de Convenciones de Puerto Rico.

El Puerto Rico Coffee Expo reunirá  marcas de café, torrefactores, beneficiarios, caficultores, dueños de restaurantes, coffee shops, baristas, amantes del café, artesanos, organizaciones privadas y agencias del gobierno que promueven el desarrollo de la industria del café. “Queremos que el Puerto Rico Coffee Expo no sólo ayude a  desarrollar la industria cafetalera, sino también a convertirla en una auto-sostenible, rentable y moderna”, indicó Paul E. González Mangual de Cube Group Inc., organizadores del evento. 

Durante el evento los asistentes podrán aprender más sobre la historia del café y conocer marcas, nuevas tendencias, barismo, y datos sobre los cafés especiales y su cultivo.

El proyecto cuenta con el respaldo de entidades gubernamentales como la Comisión de Agricultura del Senado y la Cámara de Representantes de Puerto Rico, que han trabajado para proteger la industria del café puertorriqueño y proveerle nuevos parámetros que le permitan recobrar el prestigio mundial que tuvo antaño. El país busca potenciar las oportunidades de crecimiento y exportación para los cafés nacionales.

Los exhibidores del Puerto Rico Coffee Expo tendrán la oportunidad de mostrar sus productos y servicios a miles de visitantes locales e internacionales, mientras se estimula y promueve la producción y calidad del café puertorriqueño. El evento estará abierto para el público general y la entrada será libre de costo.

Más información: www.puertoricoescafe.com

 

Medellín con Otro Sabor

España y Líbano fueron los países invitados a la tercera edición del encuentro gastronómico OTRO SABOR, que se celebró recientemente en el Jardín Botánico de la ciudad colombiana de Medellín. El evento rindió homenaje a las cocinas del Viejo Mundo que sirvieron de fundamento a la de Colombia, cuyo Departamento Atlántico se destacó en este encuentro culinario que busca revalorar y reproyectar la cocina nacional colombiana, pero también insertarla en un contexto internacional.

OTRO SABOR contó con pabellones dedicados a la salud, a los niños, al universo de las bebidas, y los productos delicatessen, entre otros, así como uno de acceso gratuito en el que los asistentes participaron en demostraciones conducidas por chefs colombianos y del exterior.

El mexicano José Ramón Castillo, cocinero del canal Gourmet y especialista en chocolatería de vanguardia, y el cocinero Alfonso Cadena, en cocina de fusión, fueron dos de los cocineros que participarán en el evento. Una delegación de cocineros españoles representando a Aragón también formó parte de la iniciativa: Domingo Mancho, presidente de la Asociación de Cocineros de Aragón; Miguel Ángel Revuelto, delegado en Aragón de la Asociación Eurotoques; José Ignacio Acirón, chef representante del Pabellón de Aragón en la Exposición Internacional de 2008; Enrique Barrado, cocinero y profesor del IES Miralbueno
, y Raúl Ruiz, cocinero, investigador y director del proyecto ALCOTEC en colaboración con la Universidad de Zaragoza.

Durante el evento, la Decana de la Facultad de Gastronomía y Cocina Profesional de La Colegiatura Colombiana presentó las experiencias del programa Otro Sabor, en versión doméstica, constituido en una apuesta responsable de la Colegiatura Colombiana para mejorar las condiciones nutricionales y fortalecer la cultura alimentaria en las comunidades que integran los estratos 1, 2 y 3 de Medellín. El proyecto busca crear una alianza para una mejor alimentación y un fomento de las microempresas alimentarias.

Las próximas ediciones del evento estrenarán un ciclo para resaltar la innovación en de la cocina colombiana.

 

 

 

El estuche de Viña Costeira

Nuestra cepa de treixadura ubica en la cuarta fila de una de las parcelitas del Pago de San Cibrao. San Cibrao, con vista al Miño, es una de las fincas que conforman las 80 hectáreas de terrenos arenosos y con esquistos, a veces también arcillosos, que Viña Costeira controla directamente reuniendo los derechos de 110 socios. Además del Miño, otras fincas en Gomariz, en el valle del río Avia y Riobó, y en el del Arnoia, completan el triángulo de fincas, predominantemente plantadas de albariño y treixadura. 

El nombre Costeira viene de viña en cuesta. De ahí toma su nombre esta bodega, la más grande de Galicia, fundada en 1968 con un compromiso permanente de modernizar las técnicas de elaboración y recuperar cepas autóctonas del Ribeiro, una de sus mayores riquezas, porque permite crear pequeñas elaboraciones en una bodega grande. Hoy ésta, afincada en una impresionante estructura cerca del pueblo histórico de Ribadavia, produce unos dos millones de botellas de vino, siendo una de sus etiquetas la más vendida de la comunidad gallega. 40% de la uva que se cosecha en el Ribeiro tiene por destino Viña Costeira.

Desde hace unos años la bodega emprendió un muy exitoso plan de cesión de derechos de plantación, mediante el cual viticultores conceden la extensión de sus viñas para que la bodega reubique el derecho de plantarlas en un espacio continuo y controlado por Viña Costeira, que luego reparte con los socios los beneficios que éstas rinden. Ése es el régimen implantado en el Pago San Cibrao, finca mancomunada en alquiler por medio siglo.

Dentro de sus facilidades, se creó una especie de nueva bodega para elaborar sólo uvas autóctonas. La bodega cuenta con dos enólogos, el respetado Emilio Vidal, y Manuel Castro, quien se enfoca en las elaboraciones más específicas, además de elaborar el Tostado da Costeira, vino natural dulce de cuya recuperación a partir del 2000 fue responsable.

Uno de los grandes aciertos de Viña Costeira fue la recuperación del concepto de vinos tostados, una tradición longeva en el Ribeiro, pero aparcada por mucho tiempo y que ha servido para dar un sitial a estos vinos naturalmente dulces entre los vinos nobles españoles. Los Tostados da Costeira son de producción limitada, en los que se pasifica la uva en bodega, y luego su mosto dulcísimo se cría en barricas diminutas. La añada 2006, en la que se elaboraron poco más de cuatro mil botellas, dejó un vino con recuerdos a fruta de hueso y avellana, con un largo fin frutal a melocotón conjugado con mieles en boca y un muy buen equilibrio entre dulzor y acidez, que es la clave de todo buen vino dulce. Este vino es tan apto para combinaciones saladas, como quesos o foie-gras, como con dulces, como las propuestas de la repostería judía que aún es posible hallar en Ribadavia.

 

 

La historia en Valdavia

Mientras el sol comienza a dar señas de querer arropar las vides en proceso de poda al atardecer en Cuñas, Antonio García apoya en su bastón sus más de ocho décadas con sabor de vid. Con su boina verde recuenta que casi nació entre vinos. “De pequeño me harté de pisar uva con los pies descalzos, helados en ocasiones. Como no había electricidad, a veces iluminaba a mis hermanos con una linterna mientras elaboraban. Yo no sabía qué era aquello en lo que se esmeraban, pero había unas tacitas para probar, y yo lo hacía a escondidas para enterarme qué era lo que hacían. Lo que sé es que el vino de Cuñas tenía fama desde que yo era pequeño”.

Recuerdo su faz y la de su hijo, que meses antes fueran protagonistas de un reportaje televisivo. Cada arruga que surca su rostro marca la historia viva del Ribeiro y de su bodega, Cuñas de Avia, una de las más antiguas de la denominación en funcionamiento ininterrumpido como bodega.

La historia de la estructura se remota a mediados del siglo XIX cuando se construyeron un lagar y una micro bodega, donde aún se embotella manualmente y los depósitos están colocados asemejando sardinas en lata. En suelos graníticos, apenas dos hectáreas que pretenden expandirse recuperando viñas más jóvenes en la zona.

En el camino hacia todo eso, una ruta estrecha con curvas que los autos no pueden transitar a dúo. Cepas con sus tutores. Parras, espalderas.

Los García, no los del Duero, sino éstos del Ribeiro, se vinculan a esta bodega en Cuñas a mediados de siglo XX. Varias décadas más tarde gestaron una reconversión del viñedo, replantándolo con cepas autóctonas blancas y tintas, en una apuesta por recuperar la esencia que hizo del Ribeiro un referente en vinos en Europa y en América desde el siglo XV. En 2004 se adecuó también el espacio elaborador, para ver nacer en 2005 la etiqueta Cuñas de Avia. Una producción conjunta de color que no alcanza las 10 mil botellas y que sigue aprovechando el conocimiento de los antepasados para el manejo de cultivos, en conjunción con los ciclos lunares.

Como en otras bodegas del Ribeiro, en Valdavia, que así se llama realmente esta bodega, hay pinturas, obra de quien diseñó las imágenes de las etiquetas de los vinos. Un tinto y dos blancos, uno joven con ligera maceración y otro fermentado en barrica y criado con lías y bâtonnage. La bodega también experimenta con un vino en crianza sobre lías, pero en depósito de acero inoxidable.

Los blancos de la bodega llevan una base predominantemente de treixadura y albariño, complementada con porciones más reducidas de lado, loureira y torrontés. Son aromáticos, con cuerpo, finos y con buena acidez. El más joven con notas a manzana y toronja.  El fermentado en barrica y con crianza sobre lías, más en la onda floral y mineral, y casi imperceptibles recuerdos de su contacto con la madera.  El tinto (2008), predominantemente mencía y brancellao con algo de caíño tinto y sousón, aunque aún necesita ensamblar mejor la madera en boca, es un disfrute aromático de notas florales de la mencía conjugadas con balsámicos en nariz. Mejor ensamblada su añada 2009, muy concentrado de color, muy floral y dulce en nariz.

El azul del río Avia comienza a opacarse a medida que va cayendo la noche, en esta bodega de cosechero que fusiona tradición e innovación, y que en Alberto, el hijo de Antonio, tiene ya promesa para el porvenir.

Foto cortesía CRDO Ribeiro (C)

Foto cortesía CRDO Ribeiro (C)

La transparencia de Vilerma

Las notas mozartianas atraviesan la terraza acristalada hasta inundar todo el paisaje de vid. Las notas clásicas que se van sucediendo sientan la pauta para el espíritu del vino y la elegancia con que los bodegueros anfitriones se aproximan a él. Pocas sensaciones tan maravillosas como disfrutar de una copa admirando el horizonte de viñas que descienden la pendiente y el amplio horizonte de las laderas de Gomariz, en un espacio amplio, encerrado en la vidriera, como vino en botella, y en el que los compases musicales penetran el recinto del mismo modo que atraviesa el sol el cristal, ayudando a bajar las revoluciones y a concentrarse tan sólo en sentir de manera transparente la historia del Ribeiro y la esencia de Vilerma.

La Vilerma es una finca, con casa y bodega, situada en Gomariz, municipio de Leiro, en el valle del Avia, hogar y negocio de Arsenio Paz, cultivador de sueños y alquimista. Así lo define un pintor en uno de los numerosos cuadros que decoran la casa. Además de historia, en el Ribeiro el vino es arte, no en balde en casi todas las bodegas las puertas se abren para revelar hermosas obras pictóricas, que como el vino, deleitan al admirarse.

Las de Vilerma son parte de la colección de Arsenio, abogado de profesión que regresó a sus orígenes en la zona  para plantar vides e ilusiones a través de unas siete hectáreas que rodean la explotación y surten totalmente a sus vinos. “Esta casa debe de datar de los siglos XV o XVI cuando había presencia judía en la región”, relata.

Una parra de albariño, para dar acidez al vino. Otra cepa de brancellao, con una raíz quizás más que centenaria, es la base de los tintos, que también se elaboran con sousón y caíño tinto. Pero, sobre todo, treixadura, con que se replantó a partir de 1978 ese espacio donde antes crecían kiwis. Las viñas, de suleos sábregos, ubican a una altitud media de 220 metros orientadas al poniente.

La elaboración se estrenó como un asunto para amigos, pero pronto el vino comenzó a correr a raudales, por lo que Arsenio decidió hacerlo comercial. La bodega, en piedra, se construyó en 1985. Los blancos precedieron a los tintos, cuya comercialización dio inició en 1998, con la cosecha del 96. Hoy se elaboran menos de 60 mil litros, con lo cual la bodega se clasifica dentro del régimen de bodega de cosechero.

Bajo la conducción enológica de María Vidal, Vilerma elabora tintos y blancos, aunque de estos últimos ninguno en madera; “le tengo alergia a los blancos en madera”, explica Anselmo.

Lejos de una cata a ciegas, la de los Vilerma es una cata con plena vista y armonizada con un menú de tapas en que lo más tradicional de la cocina gallega se regenera creativamente en versión miniatura. Pan con queso gallego, chupitos de cocido, pinchos de pulpo, crema de berberechos, gambas con crema de aguacate estrenan un opíparo yantar en el que el vino se crece con la comida, especialmente cuando se trata de frutos de mar.

El primer vino, un blanco de 2008, se ensambla con uvas treixadura, albariño, loureiro que aporta aromaticidad, y lado, otra cepa muy de la denominación, y en boca es de textura  grasa, fresco con un estructura firme y un final con resquicios a notas cítricas de limón, como los que crecen a la entrada de la finca. Hay mineralidad en nariz donde también se revelan frutas blancas, manzana. La cosecha 2009 mantiene su frescor, mineralidad y continuidad de aromas, pero en boca no se nota tan redonda como el vino de la cosecha que le precede.

En el Ribeiro planté una cepa de treixadura a orillas del río Miño. Dice Manuel Castro, enólogo de Viña Costeira, que en 2015 podré regresar al pago de San Cibrao a vendimiarla y con sus jugosas bayas, doradas y suculentas como la miel, elaborar una botella en edición especial del Tostado da Costeira, que, no cabe duda, entonces se transformará en todo un vino de autor.

Después del acontecimiento y las fotos de rigor en la viña, regresamos a la bodega, brindamos con una verdadera botella de colección, un excepcional espumoso de treixadura criado entre el silencio y la oscuridad durante más de dos décadas, y disfrutamos de un pantagruélico menú por el que desfilaron los mejores frutos del mar de Galicia y una lista de otras botellas elaboradas en esa casa de vinos. Finiquitando la cita en mesa, aparecieron dulces elaborados en la repostería judía del vecino pueblo de Ribadavia, que se armonizaron con dulce Tostado da Costeira, pero de una de esas limitadísimas botellas que ya sí estaban listas para beber.

Las cepas de algunos de esos vinos que tomamos hoy quizás se plantaron hace cinco años atrás, pero la esencia de los vinos de la denominación de origen Ribeiro tiene raíces que arrastran varias centurias.

Entre monjes, uvas y vinos

En el municipio de Leiro se encuentra el Monasterio de San Clodio, hoy convertido en hotel, por cuyos silencioso claustros de fría piedra pueden casi percibirse notas de cánticos gregorianos que exudan la historia monacal de la comarca. Fueron los monjes los propulsores del cultivo de la vid y elaboración de vino, que incluso hoy encuentran espacio en terrenos del monasterio.  En los alrededores, recuerdos de viñas centenarias que aún hoy continúan exprimiendo gotas para deleite de enófilos del mundo entero.

Entre monjes y no lejos de San Clodio confluyen los valles importantes que moldean el Ribeiro, una de las cinco denominaciones de origen gallegas, que se encuentra en la provincia de Orense y se extiende a través de 2,685 hectáreas de viñedo repartidas en unas 65 mil parcelas, lo que da una idea de la magnitud del minifundio.

Con altitudes de hasta 400 metros, valles y laderas de acusada pendiente, en esta zona de la Galicia verde, con fértiles valles bañados por el río Miño, espina dorsal de la región, y sus afluentes, el Avia, el Arnoia y el Barbantiño, hay vestigios de elaboración de vino desde la época romana, producción que destruyeron los bárbaros y luego volvió a alcanzar un esplendor con los monjes que empezaron a constituir una verdadera industria vitivinícola.

La acusada pendiente de las laderas y valles en el Ribeiro se maneja en muchas zonas con siembra en terrazas, también conocidas como socalcos o bozaribeiras. También se utilizan tutores, un método de conducción del que se sujetan una o dos cepas. Los suelos de la denominación son predominantemente graníticos, con texturas franco arenosas y poca arcilla. Su clima fluctúa entre atlántico y continental, con tendencias mediterráneas, que permite que los vinos conserven aroma y buena acidez, lo que los convierte en opciones frescas y apetecibles.

La DO Ribeiro fue la primera denominación de origen gallega y una de las primeras de España. En 1932 se otorgó el reglamento de la denominación y su Consejo Regulador se creó en 1956. Hoy, el Ribeiro recoge los frutos de los últimos 20 a 30 años investigando e innovando silenciosamente. En 1986, el CRDO estableció una bodega experimental, cuyas investigaciones y trabajos han propiciado la recuperación de cepas autóctonas.

La treixadura es al Ribeiro lo que la albariño es a las Rías Baixas. Treixa-dura, que quiere decir piel dura, es de grado alcohólico más moderado, tonos más pajizos, granos más grandes, mediana productividad, mayor contenido frutal, menor aromaticidad y dulzor que la albariño, maduración tardía y alta acidez, aunque menos que la de albariño, lo que produce vinos frescos y de untuosidad moderada. Las etiquetas que indican “Treixadura” designan a los vinos que han sido elaborados exclusivamente con esta uva.

Contrario a lo que sucede en otras zonas de Galicia, como Valdeorras, Rías Baixas o Ribeira Sacra, donde predominan las elaboraciones monovarietales, la principal característica del Ribeiro es que es una tierra de mezclas, donde lo que prevalece son los ensamblajes plurivarietales con otras cepas blancas como la loureiro, la lado, la godello, o la propia albariño. Torrontés, albilla, macabeo y palomino (jerez) son otras uvas blancas en la denominación. La palomino se extendió en la zona luego de la filoxera, ya que se apostó por replantar con variedades altamente productivas, aunque hoy ha ido reemplazándose con el cultivo de otras blancas.

Pero además de blancos, que representan el 80-85% de la producción de la denominación, Ribeiro produce unos menos conocidos tintos que en manos de algunos jóvenes emprendedores revelan matices cónsonos con los grandes tintos que comienzan a elaborarse en Galicia y que persisten como los grandes desconocidos en materia de exportación.

Texto: Rosa María González Lamas. Fotos: Viajes & Vinos (C).

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