De Borgoña a Grecia, de España a Uruguay, de Hungría a Portugal y Estados Unidos, la bodega del 1919 es una estrella tan refulgente como su comida, y para muestra varias etiquetas que acompañaron las propuestas en miniatura del nuevo equipo culinario del hotel. Etiquetas que en ciertos horarios pueden también disfrutarse en otros restaurantes del Condado Vanderbilt.

Burbujas de Billecart-Salmon, una de las más importantes bodegas familiares de Champagne, tan finas y refrescantes que pueden acompañar todo tipo de refección y un menú de principio a fin.

En blancos, tres vinos con marcado carácter mineral a pesar de su distinta procedencia y de la diversidad de suelos donde crecen sus uvas.

El primero, un Buketo, fusión de Sauvignon Blanc, Malagousia y Assyrtiko cultivadas de manera orgánica en la Macedonia griega. Con una nariz de recuerdos volcánicos y a piedra mojada, y una bella acidez en boca donde entra muy recto y directo, y termina seco y marcadamente salino. El segundo, un logrado Pazo Pondal 2018, albariño de la subzona de O Condado en Rías Baixas al que el tiempo de reposo ha favorecido mucho en elegancia. Cultivado en suelos graníticos, dominan los aromas minerales a marcada piedra, tonos florales y salinos en un vino con buen volumen y gran elegancia. Y completando esta trilogía, un borgoñón François Carrillon Chardonnay 2019, que nace en suelos arcilloso-calcáreos situados entre Puligny-Montrachet y Mersault, también con remarcada mineralidad, recuerdos a piedra, cítricos y fruta de hueso, gran salinidad, un pase por boca sedoso y un fin delicado y etéreo final con notas como el toffee, evocadores de su crianza en madera.

En rosados un clásico, Whispering Angel, un francés provenzal que como hada madrina posicionó al rosado como a un vino de estirpe, revolucionando la categoría. Entre tintos Garzón Tannat, variedad emblema de Uruguay, y un Gamay del Ródano francés, dos tintos de contraste.