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Cultura del vino para quienes no quieren vivirlo "light"

 

Nuevo talento para multiplicar el gusto de Puerto Rico

 

 

Texto: Rosa María González Lamas. Fotos: Viajes & Vinos y Suministradas (C)

 

Ese rigor militar que guió sus ollas y utensilios por mucho tiempo en tiempos de guerra y de paz le allanó el camino, sin duda, para una nueva batalla congresional en que un ejército de platos  ---decenas, cientos, miles de ellos---, persigue conquistar a huestes de paladares del mundo con un armamento de sabor puertorriqueño condimentado con munición internacional. 

La nueva ruta de Mario Rivera como chef ejecutivo del Centro de Convenciones y el Antiguo Casino de Puerto Rico discurre algo distante de las experiencias que por más de dos décadas le unieron a comandos militares de los Estados Unidos y al epicentro mundial de poder político, pero se nutre de esos periplos coquinarios para mantener el rigor, el orden y la calidad que requieren operaciones que se dedican a dar de comer a grandes multitudes.

Porque de eso se trata la oferta de grandes centros de congresos y eventos, como los de Puerto Rico, que acogen eventos multitudinarios, tanto en ocio como en negocio, y donde dar de comer en grandes múltiplos no es la excepción sino la regla y el reto que este chef puertorriqueño confía vencer gracias a su destacado bagaje multicultural y una filosofía de trabajo dirigida a la sostenibilidad de la cocina global internacional, apostando por el uso de ingredientes de proximidad en una oferta creativa que pueda reproducirse en grandes cantidades. 

Rivera regresa a su Isla tras dos décadas recorriendo el mundo con experiencias del más alto calibre, en circunstancias complicadas y junto a personajes de relevancia mundial, una trayectoria del más alto nivel que aún es poco conocida en Puerto Rico. 

Graduado de la Escuela Hotelera de Puerto Rico, al salir de la Isla para desarrollar su carrera como cocinero y demostrar la capacidad global de los profesionales puertorriqueños, Rivera tuvo una prolija formación en los sabores del mundo de la mano de cocineros de alto perfil en las cocinas estadounidense, europeas, hindúes, orientales y latinoamericanas. Con las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos ---con cuya Escuela Técnica fue uno de los más sobresalientes en cocina---, llegó hasta el Mediano Oriente, una experiencia que abrió las partes más exclusivas de las cocinas del Pentágono, donde luego trabajó como chef personal del Secretario de Defensa de los Estados Unidos, Donald Rumsfeld, un enamorado de Puerto Rico por haber residido en la Isla y a quien el chef Rivera cautivó preparando creaciones de la tradición culinaria borinqueña que apasionaban al Secretario y éste añoraba. 

Esa experiencia militar se redondeó en una ciudad tan cosmopolita como Washington, DC con un trabajo en las cocinas de la sede del Banco Mundial, un crisol de nacionalidades que han permitió a Rivera reforzar su formación en todos los aspectos del servicio multitudinario de alimentos para incluir técnicas clásicas, gastronomía creativa de fusión y el desarrollo de menús de alta cocina. Un sólido trasfondo que ahora traslada a las cocinas del Centro de Convenciones y el Antiguo Casino con el fin de utilizar la gastronomía como un instrumento importante para ayudar a posicionar la Isla como destino de negocios, ocio y entretenimiento para grupos y convenciones, impulsando así el desarrollo económico del país.

Es precisamente esa fusión entre sus raíces puertorriqueñas, su pasión por los ingredientes locales y los sabores del mundo que ha conocido en sus viajes y que también buscan los viajeros que llegan a la Isla, la punta de lanza de los nuevos menús que ha diseñado para cada una de las facilidades, tomando en consideración el perfil de evento y participantes que reina en cada una. 

Para exponerlo, un convite a degustar, en pequeña dimensión, una muestra deliciosa que sirvió de recorrido por la esencia del chef y lo que desea plasmar en los platos de ambas facilidades. 

De lo salado a lo dulce, o de lo dulce a lo salado, Rivera construyó una oferta de sabor creativo que conjuga en perfecta simbiosis elegancia y rusticidad, lo caribeño y lo internacional, lo sencillo con lo sofisticado, con un toque tan casual como glamoroso, y siempre con una apuesta por ingredientes frescos y de la máxima calidad, muchos de ellos, como el café, de empresas socias del Centro de Convenciones.

La muestra comenzó y terminó con notas dulces, de bienvenida con adictivos cócteles confeccionados con ron puertorriqueño Don Q, y una tradicional preparación de pastelería local, el “quesito”, pero elevada a otro nivel con un abundante relleno de queso y guayaba envuelto en una masa hojaldrada impecable, deshecha en cada bocado como un vitral de crujiente textura, suculento, delicado y delicioso que terminaba en cada grano de azúcar esparcido sobre la creación. 

Esa receta tan arraigada en la culinaria boricua dio paso a otras propuestas como un bizcocho de cangrejo coronado con huevo escalfado y donde aparecieron toques dulces y picantes de plátano maduro y salsa Tabasco. Luego llegó una versión del sándwich cubano tradicional, elevado en gusto, emparedado en pan de mallorca (ensaimada), pero con unos cautivantes toques ahumados en el jamón, y un guiño a las recetas más clásicas de este producto con piña, pero reemplazado por pernil de cerdo y condimentado con una salsa con recao y encurtidos de pepinillo que aportaron ese eslabón con la tradición, pero con técnicas de alta cocina.

Una coquetería llena de sabor fue un mini taco de mero y camarón, donde la frescura de la ensalada acevichada de frutos de mar y su cilantro de sazón, contrastó con la exquisita textura de la tortilla, casi una pieza de joyería gastronómica que el chef Rivera llevó de lo rústico a lo sublime recubriéndola de mantequilla de achiote para crear una textura increíble y en el perfecto punto entre crujiente y finesse. 

El arroz, hilo conductor de las cocinas del Caribe, es el gran protagonista del “arroz mamposteao”, un guiso de arroz con habichuelas (frijoles), que el chef transformó en risotto intercalado con mini dados de chorizo para acompañar un trozo de lubina coronada con polvo de plátano verde. Un platillo que se acompañó de una crema de calabaza rostizada, con un chimichurri de culantro, pimentón y semillas de calabaza tostadas que recordaban los manís tostados con miel.

Del mar a la tierra, con dos propuestas carnívoras. La primera, slider de hamburguesa de costillar Wagyu con una fricción de café y coronado con foie-gras caramelizado, untuosa sencillez con un toque de sofisticación. La segunda, un filete sazonado con Togarashi, con gran protagonismo de la tersura de la carne, que se acompañó con congrí y tostón de plátano. Dos contrastes según el destino, más casual para las convenciones de negocios, y más formal para los eventos sociales en el Antiguo Casino. 

El recorrido gastronómico se redondeó con una croqueta de garbanzo con longaniza, jamón y salchichón ibérico, y con postres como flan de leche de cabra con dulce de leche, y panacotta con una trilogía de sabores tropicales a parcha, coco y mangó, que se armonizaron con JSNQ Rosé Cru, un ensamblaje estructurado de uvas blancas y tintas, que probó ser una innovadora excelente armonía para estos postres, al igual que el Justin Sauvignon Blanc y el Justin Cabernet Sauvignon lo fueron para las propuestas de mar y tierra.

Una colección de mignardises y bombones de chocolates Indulge, elaborados con cacao de Puerto Rico, fueron el colofón a la presentación. 

Junto con la creatividad, técnica y sabor de la propuesta gastronómica, hay que destacar el servicio riguroso, cronometrado y atento del personal del Centro de Convenciones, una sincera expresión del buen complemento entre sabor y atención, entre contenido y forma que el local es capaz de brindar en sus eventos y en los distintos espacios gastronómicos que hay en el recinto, y evocador del orden que lo militar asume como religión. 

Se nota esa dilatada experiencia en servicios de alto volumen, no solo en su parte creativa, sino en sus aspectos operacionales, fruto de ese nivel de exigencia y empatía con un equipo que no dejó lugar a dudas de por qué el chef Rivera fue chef personal del Secretario de la Defensa de los Estados Unidos y su larga lista de invitados que iban del propio Presidente de la nación a dignatarios internacionales, un acierto para el Centro de Convenciones y el Antiguo Casino, desde donde ahora el cocinero defenderá, como los panes y los peces bíblicos, la multiplicación de los sabores de un Puerto Rico cosmopolita que abraza al mundo. 

 

18 de mayo de 2022. Todos los derechos reservados. 

 

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