Del siglo XIX al XXI

Cien kilómetros de distancia separan Haro, en el extremo oriental de Rioja, de Alfaro, un espectro que se beneficia de la confluencia de dos climas tan opuestos como el atlántico y el mediterráneo, proporcionando temperaturas suaves y condiciones de pluviometría idóneas para el desarrollo de la vid.  Considerando esa amplitud se reconocen tres subzonas con características vitivinícolas diferenciadas: en Roja Alavesa predominan la influencia del clima atlántico y los suelos arcillo calcáreos situados en terrazas y pequeñas parcelas; en Rioja Alta también predomina el clima atlántico, mientras que sus suelos se reparten entre los arcillo-calcáreos, arcillo-ferrosos y aluviales; la Rioja Baja posee un clima más seco y cálido debido a la influencia mediterránea, predominando en ella los suelos aluviales y arcillo-ferrosos.

Fue justo en Alfaro donde en 1889 Pedro de la Torre fundó una bodega con la idea de comercializar unos vinos envejecidos y embotellados en el marco de Rioja. Aún entonces no había un marco institucional que demarcara legalmente la región como zona productora, pero sí había una distinción y un comercio próspero, instigado primordialmente por la incipiente forja de una industria del vino en la zona, que adelantaron comerciantes franceses, con objetivos de exportación.

Nacido en el seno de una familia humilde, Don Pedro adquirió los conocimientos necesarios para poder empezar a construir los cimientos de una bodega, que fue una de las pioneras fundadoras del marco institucional de lo que se convertiría en un Consejo Regulador como le conocemos hoy.

Tras don Pedro, desde el siglo XIX al XXI varios fueron los propietarios de la bodega Marqués de Camponuble, que así se llamaba la bodega al momento en que la familia Mateos la adquiriera en 2012 para convertirla en el proyecto enológico actual y de familia que persigue comercializar una moderna propuesta de estilo y diseño de sus vinos, respetando siempre la tradición de las técnicas de vinificación y comercialización que la han acompañado desde sus inicios.

Aunque han transfundido nueva sangre a esta bodega familiar, los Mateos, lejos de novatos son más bien evangelistas del vino. El padre de Borja, Manuel, cuenta con una amplia trayectoria gerencial en bodegas en Rioja, Jerez y otras denominaciones españolas. A este conocimiento desde dentro del patriarca, se une el de los hijos, Manuel y Borja, quien dirige la bodega y aporta al proyecto su conocimiento del mundo de las finanzas, quizás por ello describe a Rioja, además de en uvas, en cifras, como la extensión de viñedo, el número de botellas producidas y comercializadas, y el número de contraetiquetas que certifican la calidad y el origen.