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Cultura del vino para quienes no quieren vivirlo "light"

Enofusión premia la trayectoria enológica de Mariano García

 

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Además de esta etiqueta, Mauro elabora dos tintos de más postín, el soberbio Mauro Vendimia Seleccionada, y Terreus, un sobresaliente vino de pago. Hace un par de cosechas, incorporó a su portfolio un blanco, el extraordinario Mauro Godello, un vino de capricho, muy escaso, elaborado con uva de viñas viejas que se recogen en el Bierzo y se elaboran y envejecen en la vieja bodega de Mauro en el corazón de Tudela de Duero, y sale con contraetiqueta de Vino de la Tierra de Castilla y León.

A partir de la cosecha 2014, y con uva originalmente destinada a otro proyecto de vinos, la familia plantó formalmente un pie en la DO Ribera del Duero, con un tinto de perfil muy elegante, que desde la cosecha 2017 cuenta con casa propia, la bodega Garmón, en Olivares de Duero. El vino, más que de ensamblajes de uvas, hace acopio de uvas procedentes de distintos municipios de Ribera del Duero, para reflejar con pureza los matices de la denominación. Mariano García insiste en que los vinos clamen en sus sorbos de identidad un eco diáfano de su lugar de origen, un elemento indisociable de su personalidad, junto con la variedad de uva y la filosofía y hacer del elaborador. Garmón 2015 fue un dechado de raza y finura, un vino aterciopelado y elegantísimo, íntegramente de tempranillo y expresión de esta cepa en diversos puntos de la Ribera del Duero.

Esta interpretación del Duero y sus variedades de uva se complementa con otra etiqueta, Cartago, un vino de alta gama que se elabora en su bodega Maurodos, en Toro, que pretende extraer la finura y personalidad de pagos concretos en la viña.

Aunque no un “vino de familia”, Mariano García también dirige en Ribera del Duero el sendero de Aalto, una de las expresiones más modernas y con esencia de la tempranillo en esta denominación de origen.

 

Enero 2018. Todos los derechos reservados (C) Más noticias de Vinos y Bebidas.

 

 

 

 

 

Hoy la familia García tiene tres proyectos de vino en terruños bien diversos de la región del Duero. Tras Mauro llegó Maurodos, en Toro, una denominación por la que García fue uno de los primeros en apostar como destino para elaborar vinos de calidad. Su San Román, fue una de las locomotoras de esta denominación de origen castellano leonesa que según García tiene “los vinos tintos con más raza de España”. Por ello está convencido que Toro debería de tener más bodegas con el perfil de calidad que tienen los suyos, nutridos por la tinta de Toro, un registro diverso de la tinto fino o tempranillo, emblema del país, las viñas muy viejas, y los suelos primordialmente arenosos que permiten esa pervivencia en el tiempo de las cepas viejas. “El reto de Toro es que la uva que se cultiva en Toro se utilice en la DO Toro y no vaya a otras zonas”, indicó el elaborador.

De esta bodega, que hoy ha cuenta con más de 100 hectáreas de viña en propiedad, casi toda en vaso, la cata se deleitó con Prima 2015, el vino de entrada de Maurodos, un tinto que ensambla tinta de Toro con garnachas viejas y algo de blanca malvasía, y que se concibió como un vino para innovar, con mayores rendimientos, pero aún así tiene posibilidad de largo recorrido. Los matices florales definen a este vino con carácter mineral, con taninos dulces, y en el que la elaboración pretende que el aporte de las barricas y fudres en que se envejece quede en un segundo plano. Toda la viticultura es ecológica, y algunas viñas se trabajan de manera biodinámica. “Creo que siempre hay que respetar la variedad, la tinta de Toro, pero creo que no hay razón para que no se le pueda aportar un poco de otras variedades que le vengan bien”, explicó Mariano García sobre la incorporación de la malvasía, con la que no descarta elaborar un vino blanco en Toro.

Junto con este vino de entrada, de esta bodega se presentó también San Román 2014, el vino bandera de Maurodos, un tinto complejo, fino y opulento, con sólida estructura y elegancia. Chocolate, tonos lácteos, especias, abundante fruta oscura y tonalidades muy minerales pintan a este vino de taninos bastante pulidos, que se van afinando en copa.

Mauro se retrató con su añada 2015, una cosecha bastante seca, que rindió vinos con taninos finos, grasos y equilibrados a pesar de un verano caliente. 90% tempranillo y 10% syrah que se comercializa con la indicación de Vinos de la Tierra de Castilla y León, sobre la que García detalló con minucia el origen de su producción. Un tinto goloso, el vino destaca por su perfil afrutado, con matices de la crianza en madera y buen equilibrio. Suelos arcilloso calcáreos y nuevas viñas que se plantan a cada vez mayor altitud. La bodega realiza dos o tres trasiegos antes de embotellar.  

 

“Pocos elaboradores pueden presumir de elaborar un elenco de vinos tan amplio y diverso en estilos a lo largo de los años; bien sea, poniendo al día y adaptando a los nuevos tiempos la esencia de un clásico en su época vegasiciliana, o como intrépido adalid de la calidad y la innovación más allá de las denominaciones de origen con Mauro”, añadió su hijo en la semblanza que precedió la otorgación del premio.

Fue precisamente con Mauro, un referente de vinos de calidad, que García dio un paso de fe, convirtiendo un pequeño proyecto personal en una empresa que revolucionó el concepto de los vinos de calidad en España, al reivinidicar la figura de los Vinos de la Tierra como una indicación geográfica de calidad capaz de elaborar vinos de tanto prestigio como las denominaciones de origen. En principio, no porque quisiera, sino porque su bodega y viñas en Tudela de Duero quedaron fuera de los lindes demarcados por la DO Ribera del Duero al fundarse. Una exclusión a la que hoy no daría marcha atrás.

Porque además de hacedor de vinos, con este proyecto García se tornó emprendedor y luego empresario. Tres facetas en la que se desenvuelve con igual acierto y desenvoltura, gracias a cualidades como la constancia, la regularidad, el atrevimiento y, sobre todo, su resiliencia.

“Como emprendedor y hombre de empresa y es apasionado, exigente, comprometido y con una clara visión de futuro. Sin voluntad expresa de hacerlo, con escasos recursos, pero una inquebrantable pasión y fe en sus vinos, hoy las tres bodegas familiares son referentes en sus respectivas zonas y constituyen un sólido proyecto empresarial que da trabajo a 40 personas y exporta a más de 50 países”, detalló Alberto García.

Además de protagonista del vino, Mariano García es un relator. Y la historia que más le gusta redactar es la del Duero, que escribe con tinta de tinto fino y cuenta como nadie. Por ello, tras recibir el premio Luis Hidalgo en Enofusión, este protagonista histórico de Divinidades dirigió una cata magistral en la que no sólo recorrió sus apegos al espectro del río Duero, a orillas del que nació física y profesionalmente en Bodegas Vega Sicilia, sino también sus apegos de familia, haciendo escala en vinos que, como Mauro, empezó como proyectos de convicción personal y luego edificó como proyectos generacionales con sus hijos Alberto y Eduardo, haciendo hincapié en su abanico de registros, el origen de los proyectos y lo que le atrajo de cada zona de elaboración.

 

Mientras en 1968 por todo el mundo retumbaban el eco y las imágenes de protestas y revoluciones sociales en pro de los derechos civiles, la paz, la libertad y la igualdad, en la castellanísima Ribera del Duero, en silencio, discretamente, comenzaba otra revolución, líquida, que cambiaría el rumbo de la enología en España. Ese año, un joven Mariano García embotellaba su primera cosecha en bodegas Vega Sicilia, la mítica añada del 1964, y, a partir de esa vendimia cuajada tras tiempos turbulentos de fines de los sesenta, comenzaría a redactar nuevas páginas del vino español.

Pocas figuras con una trayectoria tan dilatada, prolongada y exitosa para ilustrar la historia moderna del vino en España. Como bien señaló su hijo Alberto, “Mariano García es una figura fundamental para entender la evolución del vino español en los últimos 50 años. En esta próxima añada del 2018 cumplirá 50 vendimias, marcadas con la máxima exigencia y el compromiso por la excelencia”.

Por ese perfil, la octava edición del congreso Enofusión celebrado este enero en Madrid, otorgó al hacedor de vino el premio Luis Hidalgo a la Trayectoria en el mundo del vino, una distinción que reconoce toda una vida dedicada a la elaboración de vinos de alta expresión, personalidad y sentido de origen.

Primero que todo elaborador, con él cambió el estereotipo del enólogo que fundamentaba su trabajo en la bodega y el laboratorio para convertir el oficio en el de un profesional que entendía al vino, de la cepa a la copa. Un producto que comenzaba en el viñedo, en la tierra, y se prolongaba a la mesa como comunión no solo entre los elementos que le conformaban, sino entre ellos y las personas a las que era capaz de vincular mientras disfrutaban sus sorbos. Fue, además, uno de los primeros profesionales mediáticos del vino, que salió de la bodega para recorrer el mundo a compartir su quehacer y el fruto de la tierra y su trabajo.

 

Rosa Maria Gonzalez Lamas. Fotos: Viajes & Vinos y Enofusion (C)