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Foto: Catedral de Santiago de Compostela (C)

Estos órganos se concibieron para completar la decoración barroca de la Capilla Mayor de la Catedral, un espacio en honor al Apóstol Santiago. Su construcción, que data del siglo XVIII, y la de sus cajas, fusionó los talentos de un arquitecto, del maestro organero Manuel de Viña, de un ensamblador y de un escultor que decoró las cajas con retablos de ornamentación barroca con figuras de ángeles músicos, el Apóstol y la Virgen María y el Niño Jesús. El segundo de los dos órganos se completó en 1712 y tras su construcción se sometió a varias reformas a lo largo de los siglos, incluida una en 1947 que unió las dos cajas del órgano en una sola consola. En 1977 se construyó un nuevo órgano, pero conservando las dos cajas barrocas originales.

No fueron éstos los primeros órganos de la Catedral donde consta que ya para 1527 había órganos grandes viejos y otros nuevos en construcción que se terminarían en 1530. En 1607 se hicieron nuevas cajas para los órganos,

Muy cerca de ellos, el órgano del Monasterio de San Pelayo, pequeño en dimensión pero considerado una joya, con sus dos teclados y delicadas estampas pintadas sobre un lienzo de madera y el espléndido marco del coro de madera que le encierra.

El primer órgano de este Monasterio data de 1537 y se construyó cuando a comienzos del siglo XVI las monjas benedictinas ocuparon el Monasterio tras la reorganización de las órdenes monacales en Galicia. Desde entonces, los mejores maestros organeros de Galicia trabajaron en el Monasterio, aunque no se sabe con certeza si restaurando el órgano original o construyendo alguno nuevo.

El órgano actual se construyó entre 1782 y 1784, y luego se restauró en 1974 y no solo es uno de los principales órganos de Galicia conservados en su estado original, sino que se considera una obra maestra y representación ejemplar del arte de los organeros de España, así como paradigma del máximo esplendor del órgano barroco ibérico.

Hoy, las armonías que descollan de sus tubos y teclado siguen deslumbrando a asistentes de conciertos de música sacra que ocasionalmente tienen la Iglesia del Monasterio como escenario, o a visitantes que pueden disfrutar de los ejercicios que muchas veces ejecutan las monjas o instrumentistas que habitualmente ensayan o tocan en él.

Pequeño pero distinto a éste, el de la Iglesia de la Universidad, un instrumento construido en Santiago a inicios del siglo XIX, que hoy protagoniza numerosos conciertos en este recinto que se ha convertido en un templo de arte y música, donde incluso hay un pequeño espacio para el coro. Muy activo también el de la Iglesia de las Ánimas, restaurado en el siglo XXI y que se utiliza regularmente en celebraciones religiosas e incluso conciertos celebrados en ella.

Extramuros están también los dos órganos del Convento de Santa María de Belvís, con uno pequeño en su Capilla de la Virgen del Portal construido en la segunda mitad del siglo XIX y restaurado en 2006, y otro también en Belvís, en la Iglesia más grande, aunque deteriorado y con poco uso. En estos emplazamientos las instrumentistas son habitualmente las monjas, afín con el relevo de los canónigos que, a partir del siglo XIX, se convirtieron en organistas ante la ausencia de presupuesto para el uso y mantenimiento de los órganos de la ciudad.

Junto con los de la Catedral, de los más majestuosos de la ciudad son los del barroquísimo Monasterio de San Martín Pinario, el más grande de su época, a donde tantos venían a aprender que incluso contaba con taller de carpintería. Un trabajo tan preciado que se llegó a pagar con vino. Pero, a diferencia de los catedralicios, hoy su aura musical ha enmudecido por no estar los instrumentos en buen estado, con lo que ante su hermosura estética, solo resta imaginar las interpretaciones que antaño se hacían tras comer, toda una siesta musical para los habitantes del Monasterio.

Otros órganos de Compostela incluyen el del Convento del Carmen, que data de la segunda mitad del siglo XIX y se valora por su calidad sonora e histórica. También, aunque no en buen estado los del Convento de Santa Clara, del siglo XVIII, el del Pazo de San Lorenzo, el del Convento de San Francisco creado a fines del siglo XIX, así como uno decimonónico que permanece en el Museo de las Peregrinaciones y que hoy está fuera de uso.

Museo de órganos esparcido por la ciudad que la convierten en una suerte de Scala Dei, Santiago de Compostela es sede de ciclos musicales sobre el órgano y anualmente, durante Cuaresma, se organizan recorridos especiales por los órganos de la ciudad como parte del ciclo “De lugares y de órganos”, un viaje divino con interpretaciones ilustradas que permiten conocer con minucia la historia de los órganos y de la organería en la ciudad, aunque a lo largo del año muchos de estos órganos pueden admirarse en silencio para escuchar en la imaginación las notas que encumbraron los aires musicales que hoy dotan de nuevos compases a un novedoso monumento musical en Compostela.

 

12 de julio de 2019. Todos los derechos reservados. Viajes & Vinos ©

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Porque construir órganos es algo más que poner tubos y cajas de ecos. Se trata de la maestría de todo un arte con aire que fue evolucionando desde la Edad Media para crear nuevos registros con cilindros, consolas, tiradores, pedales y cornetas en un instrumento de viento del que no había dos iguales y que, por su complejidad, podía hacer que los maestros organeros tardaran uno o más años en completar su construcción, una en la que había que considerar tanto la parte operativa musical, como la estética.

Una riqueza de artesanía musical, la organería en Compostela empezó a decaer tras la desamortización y la invasión francesa del siglo XIX, luego la Guerra Civil y posguerra del siglo XX, período en que hubo expolio de muchos órganos hasta quedar poquísimos en la ciudad.

Este desconocido patrimonio se ha ido transformando en un nuevo atractivo musical y turístico compostelano que hoy cuenta con un inventario de unos 17 órganos, muchos de ellos restaurados, que deleitan visual y auditivamente tanto a quienes visitan la ciudad como a quienes viven en ella.

Los más célebres, sin duda, los de la Catedral, con dos cajas que se miran cara a cara y siguen sonando hoy porque el mejor mantenimiento es tocar el instrumento, cosa que tradicionalmente ha sucedido como complemento litúrgico en las dos misas diarias del peregrino y otras celebraciones especiales que se realizaban en el templo previo a su cierre temporero al culto este 2019 a fin de completar trabajos de restauración.

 

Hay un desconocido camino de aire en el campo de estrellas que se entrelaza con cilindros centenarios para exhalar una desconocida partitura de música en Compostela.

Son los órganos de Santiago, una herencia ignota de un pasado musical que se ha renovado y catalogado para extraer de los siglos y las iglesias notas de un patrimonio desconocido e inédito que se ha ido restaurando para recuperar de la historia la celebridad de la ciudad como eje de talleres de construcción de órganos para muchos puntos de la Península Ibérica y Portugal, y revalorar a los órganos como uno de los más valiosos monumentos de la ciudad.

De 1245 datan las primeras notas y noticias de organería en Santiago, y del siglo XV las de construcción de órganos made in Compostela que luego se trasladaron a otros lugares de la Península, como Barcelona. Tan importante se tornó la ciudad en organería, que en el siglo siglo XVIII había tres talleres especializados para atender las necesidades de la Catedral y los monasterios de la ciudad.

 

Un nuevo aire musical en Compostela

 

Texto: Rosa Maria Gonzalez Lamas. Fotos: Viajes & Vinos y Catedral de Santiago de Compostela (C)